/ domingo 21 de julio de 2019

Yo lo único que hago es escribir: Juan Villoro

“Me parece muy peligroso que no se apoye la educación, la ciencia, la cultura y la salud”, dice el autor de El Testigo

“¿Sabes cuál es la mejor cleptomanía? Robarte un corazón”, recitó entre tantos poemas el escritor y periodista Juan Villoro el pasado 29 de junio ante más de un centenar de asistentes que se dieron cita en la Casa de la Cultura Tijuana, perteneciente al Instituto Municipal de Arte y Cultura de esta ciudad norteña.

Juan, acompañado del poeta y los músicos Hernán Bravo Varela, Guillermo Zapata, Armando Correa y Pepe Vallejo, presentó En el jardín azul de tu extravío; Amado Nervo y la canción romántica: una noche bohemia y cursi que invadió el teatro de la casona cultural con canciones y textos anecdóticos de Agustín Lara, Juan Gabriel, El Ruiseñor Yucateco Guty Cárdenas, Ramón López Velarde, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Carlos Pellicer, Juan José Arreola y Amado Nervo.

Con su habitual vestimenta fresca y formal, su voz pausada y una producción de humo, luces y partituras mexicanas, Juan Villoro cautivó al público no sólo con el repertorio instrumental y trovador de sus acompañantes, sino con frases y lecturas contundentes acerca del amor, la locura, la risa, la vida y la muerte.

Juan Villoro es uno de los escritores más reconocidos y multifacéticos en la narrativa latinoamericana; además de escribir novelas para niños y adultos, es una figura filantrópica y cultural que impresiona con su talento nato de entusiasmarse pronto y aburrirse rápido para crear mundos que nos permitan viajar sin más pasaporte que la imaginación.

Nacido en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1956, Villoro es traductor, dramaturgo, activista, periodista, columnista, cronista, ensayista, cuentista y poeta. Escribe monólogos, novela y crítica. Entre otros premios, fue recipiente del Premio Herralde de Novela en 2004 por El Testigo (Editorial Anagrama).

-Hiciste llorar a mucha gente...

No bueno pues imagínate, para eso es la canción romántica; para llorar a gusto. El poeta Fernando Pessoa decía que hay una tristeza buena. Creo que es la que sentimos con la melancolía de las canciones y de la poesía romántica.

-Eres un escritor multifacético. Pareciera que tan solo te falta escribir partituras

¡Ja ja ja Ay no! Yo lo único que hago es escribir. Hay gente que tiene muchas habilidades y que maneja distintas profesiones. Yo lo único que escribo es prosa, pero soy bastante disperso, digamos. Me gusta meterme en distintos campos porque me entusiasmo rápido y me aburro pronto. Me gana por un lado un interés, me meto en eso y luego me aburro y quiero hacer otra cosa. Es cuestión de carácter.

-¿Te siguen acompañando Leonard Cohen y Bob Dylan?

Sí. Son dos figuras de referencia que oigo mucho. Ahora estoy haciendo una obra de teatro que se ubica en los años sesenta cuando vino aquí Timothy Leary, el profeta del LSD. A él lo expulsaron de la Universidad de Harvard y se refugió en el Hotel Catalina del Zihuatanejo. Ahí creó una especie como de Club Med de la mente donde reunió a mucha gente. Durante los veranos del 62 y del 63 México fue la gran reserva mundial de la expansión de la conciencia. Estoy haciendo una obra de teatro ubicada en ese periodo y obviamente la música es el rock psicodélico de aquella época. Ahora estoy muy metido en esa música.

-Si recitar es un acto cultural de primera magnitud, ¿qué es monologar?

El monólogo, cuando es una conferencia, es una improvisación de alto riesgo, porque es como un malabarista o un acróbata que trabaja sin red protectora y que en cualquier momento se puede desbarrancar. Las grandes conferencias que yo he escuchado cuando se producen ante la gente y cuando se improvisan pertenecen a la literatura. En este caso tenemos que cuadrar la música con las palabras y yo tengo que leer para que no invada territorios y que los ritmos se alteren. Tiene que estar todo bastante cuadrado. Pero en general yo prefiero improvisar. Sería pretencioso decir que es una forma del arte, pero sí digamos que es una forma de comunicación de alto riesgo porque en cualquier momento puede fracasar.

¿Cómo va la 4T en cuestión de cultura?

Creo que uno de los problemas de analizar la realidad del país es que estamos cayendo en polarizaciones y en maniqueísmos. Mucha gente piensa que hay que decir ‘todo está bien’ y mucha gente piensa que hay que decir ‘todo está mal’. Debemos mantener una lucidez para celebrar cosas positivas.

A mí me parece muy bien el combate a la corrupción, me parece bien la austeridad, me parece bien acabar con ciertos privilegios excesivos, me parece estupendo dividir y separar definitivamente los intereses económicos de los intereses políticos.

Eso me parece perfecto. Pero me parece muy peligroso que no se apoye la educación, la ciencia, la cultura y la salud. Creo que un gobierno progresista debería apoyar eso. En nombre de un cambio de izquierda se produce una política de derecha que es cerrar estos apoyos y creo que es peligroso. Como lo es cerrarse a la discusión, condenar a los medios de información, señalar a periodistas o a medios específicos como adversarios al gobierno.

Creo que eso no le corresponde al gobierno y que, al contrario, el gobierno debe garantizar que las minorías se puedan expresar y que puedan preservar sus derechos aunque no estén de acuerdo con la mayoría que votó por este gobierno en forma democrática.

-Hay un debate candente en estos días entre Sabina Berman y John Ackerman: fifís vs chairos

Es absurdo dividir a la gente. Es como pensar que el ser humano sólo puede existir en forma bipolar. Todos los discursos divisionistas acaban siendo discursos distorsionadores de la realidad. No podemos caer en un discurso bipolar.

Por eso yo insisto que es una situación muchas veces incómoda. Creo que la verdad no está en ninguna silla ni en la otra. Está en el hueco entre dos sillas; en ese espacio intermedio en donde se puede distinguir lo positivo de un lado y lo positivo del otro.

-¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado?

Creo que un consejo muy importante es ‘di lo que piensas’. Eso creo que es difícil. Muchas veces nos da miedo, muchas veces creemos que podemos quedar mal. Para una persona que escribe es muy importante decir lo que piensa. Aunque el ambiente esté en contra y esto se vuelva más difícil, yo recuerdo ese consejo. Que es importante decir lo que uno piensa.

¿A qué te sabe la lectura?

¡Uy! A mí lo que más me gusta pensar de esto es que sabe a un sabor que no conocemos, a un sabor nuevo. Tuve la suerte de hacerle una entrevista a Ferran Adrià, el gran cocinero, y me dijo; ‘yo no soy un cocinero que busque los sabores que existen. Busco los sabores que no existen’. Creo que eso es la literatura; un sabor que todavía no existe.

-¿Cómo son tus momentos de lectura?

Muy felices. Para mí lo más importante en mi vida intelectual es leer. Obviamente estoy más orgulloso de los libros que he leído que de los libros que he escrito porque ahí no soy juez y parte. Para mí la lectura es el placer más absoluto.

-La Ciudad de México; el vértigo horizontal. ¿Y Tijuana?

Una vez dije, presentando un libro de Luis Humberto Crosthwaite, que Enrique Vila-Matas había dicho que Barcelona era la Madame Bovary de las ciudades porque era una ciudad nerviosa. Yo dije que en comparación Tijuana es la Janis Joplin de las ciudades, porque tiene una pasión verdaderamente extrema y es una ciudad llena de energía estrujante y adolorida.

-Si tuvieras la oportunidad de fundar una biblioteca, ¿cómo le llamarías?

Le pondría Rosario Castellanos. Me parece un muy buen nombre porque yo la conocí y la quise mucho. Fue una persona que murió prematuramente y siempre pienso que los libros que a mí me enseñó fueron importantes.

-Tu palabra favorita…

Esperanza

Porque es un nombre de mujer y porque es lo último que se acaba. Además lleva la A y la Z; el inicio y el fin del alfabeto.


* @BosqueHayash | Premio Herralde

“¿Sabes cuál es la mejor cleptomanía? Robarte un corazón”, recitó entre tantos poemas el escritor y periodista Juan Villoro el pasado 29 de junio ante más de un centenar de asistentes que se dieron cita en la Casa de la Cultura Tijuana, perteneciente al Instituto Municipal de Arte y Cultura de esta ciudad norteña.

Juan, acompañado del poeta y los músicos Hernán Bravo Varela, Guillermo Zapata, Armando Correa y Pepe Vallejo, presentó En el jardín azul de tu extravío; Amado Nervo y la canción romántica: una noche bohemia y cursi que invadió el teatro de la casona cultural con canciones y textos anecdóticos de Agustín Lara, Juan Gabriel, El Ruiseñor Yucateco Guty Cárdenas, Ramón López Velarde, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Carlos Pellicer, Juan José Arreola y Amado Nervo.

Con su habitual vestimenta fresca y formal, su voz pausada y una producción de humo, luces y partituras mexicanas, Juan Villoro cautivó al público no sólo con el repertorio instrumental y trovador de sus acompañantes, sino con frases y lecturas contundentes acerca del amor, la locura, la risa, la vida y la muerte.

Juan Villoro es uno de los escritores más reconocidos y multifacéticos en la narrativa latinoamericana; además de escribir novelas para niños y adultos, es una figura filantrópica y cultural que impresiona con su talento nato de entusiasmarse pronto y aburrirse rápido para crear mundos que nos permitan viajar sin más pasaporte que la imaginación.

Nacido en la Ciudad de México el 24 de septiembre de 1956, Villoro es traductor, dramaturgo, activista, periodista, columnista, cronista, ensayista, cuentista y poeta. Escribe monólogos, novela y crítica. Entre otros premios, fue recipiente del Premio Herralde de Novela en 2004 por El Testigo (Editorial Anagrama).

-Hiciste llorar a mucha gente...

No bueno pues imagínate, para eso es la canción romántica; para llorar a gusto. El poeta Fernando Pessoa decía que hay una tristeza buena. Creo que es la que sentimos con la melancolía de las canciones y de la poesía romántica.

-Eres un escritor multifacético. Pareciera que tan solo te falta escribir partituras

¡Ja ja ja Ay no! Yo lo único que hago es escribir. Hay gente que tiene muchas habilidades y que maneja distintas profesiones. Yo lo único que escribo es prosa, pero soy bastante disperso, digamos. Me gusta meterme en distintos campos porque me entusiasmo rápido y me aburro pronto. Me gana por un lado un interés, me meto en eso y luego me aburro y quiero hacer otra cosa. Es cuestión de carácter.

-¿Te siguen acompañando Leonard Cohen y Bob Dylan?

Sí. Son dos figuras de referencia que oigo mucho. Ahora estoy haciendo una obra de teatro que se ubica en los años sesenta cuando vino aquí Timothy Leary, el profeta del LSD. A él lo expulsaron de la Universidad de Harvard y se refugió en el Hotel Catalina del Zihuatanejo. Ahí creó una especie como de Club Med de la mente donde reunió a mucha gente. Durante los veranos del 62 y del 63 México fue la gran reserva mundial de la expansión de la conciencia. Estoy haciendo una obra de teatro ubicada en ese periodo y obviamente la música es el rock psicodélico de aquella época. Ahora estoy muy metido en esa música.

-Si recitar es un acto cultural de primera magnitud, ¿qué es monologar?

El monólogo, cuando es una conferencia, es una improvisación de alto riesgo, porque es como un malabarista o un acróbata que trabaja sin red protectora y que en cualquier momento se puede desbarrancar. Las grandes conferencias que yo he escuchado cuando se producen ante la gente y cuando se improvisan pertenecen a la literatura. En este caso tenemos que cuadrar la música con las palabras y yo tengo que leer para que no invada territorios y que los ritmos se alteren. Tiene que estar todo bastante cuadrado. Pero en general yo prefiero improvisar. Sería pretencioso decir que es una forma del arte, pero sí digamos que es una forma de comunicación de alto riesgo porque en cualquier momento puede fracasar.

¿Cómo va la 4T en cuestión de cultura?

Creo que uno de los problemas de analizar la realidad del país es que estamos cayendo en polarizaciones y en maniqueísmos. Mucha gente piensa que hay que decir ‘todo está bien’ y mucha gente piensa que hay que decir ‘todo está mal’. Debemos mantener una lucidez para celebrar cosas positivas.

A mí me parece muy bien el combate a la corrupción, me parece bien la austeridad, me parece bien acabar con ciertos privilegios excesivos, me parece estupendo dividir y separar definitivamente los intereses económicos de los intereses políticos.

Eso me parece perfecto. Pero me parece muy peligroso que no se apoye la educación, la ciencia, la cultura y la salud. Creo que un gobierno progresista debería apoyar eso. En nombre de un cambio de izquierda se produce una política de derecha que es cerrar estos apoyos y creo que es peligroso. Como lo es cerrarse a la discusión, condenar a los medios de información, señalar a periodistas o a medios específicos como adversarios al gobierno.

Creo que eso no le corresponde al gobierno y que, al contrario, el gobierno debe garantizar que las minorías se puedan expresar y que puedan preservar sus derechos aunque no estén de acuerdo con la mayoría que votó por este gobierno en forma democrática.

-Hay un debate candente en estos días entre Sabina Berman y John Ackerman: fifís vs chairos

Es absurdo dividir a la gente. Es como pensar que el ser humano sólo puede existir en forma bipolar. Todos los discursos divisionistas acaban siendo discursos distorsionadores de la realidad. No podemos caer en un discurso bipolar.

Por eso yo insisto que es una situación muchas veces incómoda. Creo que la verdad no está en ninguna silla ni en la otra. Está en el hueco entre dos sillas; en ese espacio intermedio en donde se puede distinguir lo positivo de un lado y lo positivo del otro.

-¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado?

Creo que un consejo muy importante es ‘di lo que piensas’. Eso creo que es difícil. Muchas veces nos da miedo, muchas veces creemos que podemos quedar mal. Para una persona que escribe es muy importante decir lo que piensa. Aunque el ambiente esté en contra y esto se vuelva más difícil, yo recuerdo ese consejo. Que es importante decir lo que uno piensa.

¿A qué te sabe la lectura?

¡Uy! A mí lo que más me gusta pensar de esto es que sabe a un sabor que no conocemos, a un sabor nuevo. Tuve la suerte de hacerle una entrevista a Ferran Adrià, el gran cocinero, y me dijo; ‘yo no soy un cocinero que busque los sabores que existen. Busco los sabores que no existen’. Creo que eso es la literatura; un sabor que todavía no existe.

-¿Cómo son tus momentos de lectura?

Muy felices. Para mí lo más importante en mi vida intelectual es leer. Obviamente estoy más orgulloso de los libros que he leído que de los libros que he escrito porque ahí no soy juez y parte. Para mí la lectura es el placer más absoluto.

-La Ciudad de México; el vértigo horizontal. ¿Y Tijuana?

Una vez dije, presentando un libro de Luis Humberto Crosthwaite, que Enrique Vila-Matas había dicho que Barcelona era la Madame Bovary de las ciudades porque era una ciudad nerviosa. Yo dije que en comparación Tijuana es la Janis Joplin de las ciudades, porque tiene una pasión verdaderamente extrema y es una ciudad llena de energía estrujante y adolorida.

-Si tuvieras la oportunidad de fundar una biblioteca, ¿cómo le llamarías?

Le pondría Rosario Castellanos. Me parece un muy buen nombre porque yo la conocí y la quise mucho. Fue una persona que murió prematuramente y siempre pienso que los libros que a mí me enseñó fueron importantes.

-Tu palabra favorita…

Esperanza

Porque es un nombre de mujer y porque es lo último que se acaba. Además lleva la A y la Z; el inicio y el fin del alfabeto.


* @BosqueHayash | Premio Herralde

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