Hace unas semanas, Mark Zuckerberg, cofundador y CEO de Facebook Inc., dio a conocer que la empresa que engloba Facebook, Instragram y WhatsApp, cambiaría su nombre a Meta, como parte del nuevo objetivo de la compañía: desarrollar el metaverso.
Sin embargo, Louis Rosenberg, el científico informático que desarrolló la primera tecnología para abrir paso a la realidad aumentada, advirtió recientemente –en un artículo publicado en Big Think– sobre los riesgos que la simbiosis entre la realidad y el mundo virtual puede conllevar.
Internet, redes sociales, objetos inteligentes, desde la revolución tecnológica que se desató en la segunda mitad del siglo XXI cada vez disponemos de más artefactos que nos facilitan el acceso a información y realizar tareas cada vez más complejas sin tener que salir de nuestra casa.
No obstante, estos avances tecnológicos que en primera instancia se perciben como complementos opcionales en nuestra vida rara vez lo son. En la década de los 90 el acceso a internet y una computadora era un lujo; ahora no sólo tenemos el poder de una computadora en nuestro bolsillo las 24 horas del día, sino que éste nos permite acceder a internet en cualquier momento.
Lo anterior a propiciado que dependamos cada vez más de nuestros dispositivos para tareas como resolver operaciones matemáticas sencillas o descubrir como llegar a un lugar que no conocemos, incluso en el caso de sitios que conocemos utilizamos tecnología GPS para determinar la ruta más rápida en tiempo real y cada vez es más raro que alguien conozca los nombres de las calles que recorre a diario, porque un navegador le va dando indicaciones.
Por detalles como estos es que Louis Rosenberg teme al lado oscuro del metaverso. Tras el desarrollo de los dispositivos móviles, el siguiente gran salto de la era digital vino con las redes sociales y las plataformas digitales.
La interconexión que surgió de ellas y la inmediatez con la que pueden unir el mundo entero creó la forma en la que percibimos el mundo hoy en día. China está a un solo paso de México gracias al internet y a las redes sociales.
Aun así, recientemente todas y cada una de las redes sociales enfrentan una crisis ética, debido que los algoritmos que utilizan tienden a maximizar nuestro consumo de información, incluso si ésta es falsa o tendenciosa.
De igual manera, el manejo de la información que como usuarios compartimos con estas compañías surge cada cierto tiempo en las discusiones de legisladores y organizaciones civiles.
En este sentido, Rosenberg advierte que la inmersión que surgirá a partir de la realidad aumentada conducirá a que las personas se aíslen cada vez más en una burbuja. Si un algoritmo aprende nuestros intereses y gustos por la interacción que tenemos con nuestros dispositivos, ¿qué pasará cuando no sólo decida que mostrarnos en una pantalla, sino a cada paso que damos por la calle?
De acuerdo con el científico, este increíble avance tecnológico podría profundizar las heridas que hoy aquejan a nuestra sociedad, como la polarización, la desinformación y los discursos de odio, que actualmente son los detractores más importantes de las plataformas digitales.
En el campo de la privacidad los riesgos no son menos alarmantes. Según explica Rosenberg, basándose en el comportamiento actual de las grandes empresas tecnológicas, la posibilidad de que la realidad aumentada permita ver información flotando sobre la cabeza de las personas que se encuentra en la calle son sumamente altas.
Lo anterior no sería un problema siempre y cuando sean los dueños de la información quienes deciden qué se muestra en una posible nube de diálogo. ¿Y qué pasaría si fueran las grandes compañías quienes agregan información sin nuestro conocimiento?
De la misma manera, una vez que el metaverso sea una realidad podría bloquear todo lo que no nos gusta del mundo. Las personas sin hogar, la marginación, todo lo que nos parezca desagradable –incluso si se basa en prejuicios– podría desaparecer gracias a la inteligencia artificial que decide qué dejar de mostrarnos basándose en nuestro comportamiento actual.
Todos estas preocupaciones, matiza Rosenberg, no son para demeritar las aplicaciones de la realidad aumentada.
"La realidad aumentada puede ser una fuerza para el bien, para hacer del mundo un lugar mágico y expandir lo que significa ser humano. Pero para protegernos contra los peligros potenciales, debemos proceder con cuidado y consideración, anticipándonos a los problemas que podrían corromper lo que debería ser una tecnología edificante”, apunta el científico.
Las preocupaciones de Louis Rosenberg no son nuevas. Los grandes autores de ciencia ficción, desde Asimov hasta las distopias de Aldous Huxley y Ray Bradbury, señalaban hacia las consecuencias que el desarrollo tecnológico y los medios de comunicación masiva podrían acarrear entre sus beneficios.
Aunque, hay que mencionarlo, en la mayoría de los casos sean simplemente la amplificaciones de conductas perniciosas que la humanidad lleva arrastrando durante siglos.