El distópico drama coreano Squid Game (El Juego del Calamar) de Netflix se ha convertido en el lanzamiento de series más grande de la historia de la plataforma de transmisión, con 111 millones de espectadores viendo al menos dos minutos de un episodio.
De los miles de programas disponibles en Netflix a nivel mundial, ¿cómo es que tanta gente terminó viendo el mismo programa? La respuesta fácil es un algoritmo, un programa informático que nos ofrece recomendaciones personalizadas en una plataforma basada en nuestros datos y los de otros usuarios.
Las plataformas de streaming como Netflix, Spotify y Amazon Prime, sin duda, han remodelado la forma en que consumimos los medios, principalmente al aumentar masivamente la película, la música y la televisión disponibles para los espectadores.
¿Cómo afrontamos tantas opciones? Servicios como Netflix usan algoritmos para guiar nuestra atención en ciertas direcciones, organizando el contenido y manteniéndonos activos en la plataforma. Tan pronto como abrimos la aplicación comienzan los procesos de personalización.
Nuestro panorama cultural ahora está automatizado en lugar de ser simplemente un producto de nuestras experiencias anteriores, antecedentes y círculos sociales. Estos algoritmos no solo responden a nuestros gustos, también los moldean e influyen.
Pero centrarse demasiado en el algoritmo pasa por alto otra transformación cultural importante que ha ocurrido. Para hacer que todo este contenido sea manejable, las plataformas de transmisión han introducido nuevas formas de organizar la cultura para nosotros. Las categorías utilizadas para etiquetar la cultura en géneros siempre han sido importantes, pero adoptaron nuevas formas y poder con la transmisión.
Las posibilidades del streaming han inspirado una nueva “imaginación clasificatoria”. Acuñé este término para describir cómo ver el mundo a través de géneros, etiquetas y categorías ayuda a dar forma a nuestras propias identidades y sentido de lugar en el mundo.
Gracias a las categorías, nuestros gustos pueden ser más específicos y eclécticos, y nuestras identidades más fluidas. Las recomendaciones y algoritmos personalizados también pueden moldear nuestros gustos. Mi propia reseña personalizada de fin de año de Spotify me decía que la "psicología de cámara", una categoría de la que nunca había oído hablar, era mi segundo género favorito. Me encontré buscando para averiguar qué era y para descubrir los artistas que lo acompañaban.
Estas categorías hiperespecíficas se crean y almacenan en metadatos: los códigos detrás de escena que admiten plataformas como Spotify. Son la base de las recomendaciones personalizadas y ayudan a decidir qué consumimos. Si pensamos en Netflix como un vasto archivo de televisión y cine, la forma en que se organiza a través de los metadatos decide qué se descubre desde dentro.
En Netflix, las miles de categorías van desde géneros cinematográficos familiares como el terror, el documental y el romance, hasta las hiperespecíficas “películas extranjeras cursis de la década de 1970”.
Si bien Squid Game está etiquetado con los géneros "Coreano, thrillers de televisión, drama" para el público, hay miles de categorías más específicas en los metadatos de Netflix que están dando forma a nuestro consumo. La página de inicio personalizada utiliza algoritmos para ofrecerle ciertas categorías de género, así como programas específicos. Debido a que la mayor parte está en los metadatos, es posible que no sepamos qué categorías nos están sirviendo.
Tome Squid Game: bien podría ser que la forma de tener un gran lanzamiento tenga que ver en parte con la promoción algorítmica de contenido ampliamente visto. Su éxito es un ejemplo de cómo los algoritmos pueden reforzar lo que ya es popular. Al igual que en las redes sociales, una vez que una tendencia comienza a imponerse, los algoritmos pueden dirigir aún más la atención hacia ella. Las categorías de Netflix también hacen esto, indicándonos qué programas son populares o de moda en nuestra área local.
Como consumidores de medios cotidianos, todavía estamos al borde de lo que entendemos sobre el funcionamiento y el potencial de estos algoritmos de recomendación. También deberíamos considerar algunas de las posibles consecuencias de la imaginación clasificatoria.
La clasificación de la cultura podría excluirnos de ciertas categorías o voces; esto puede ser limitante o incluso perjudicial, como es el caso de cómo se difunde la información errónea en las redes sociales.
Nuestras conexiones sociales también están profundamente moldeadas por la cultura que consumimos, por lo que estas etiquetas pueden afectar en última instancia con quién interactuamos.
Los aspectos positivos son obvios: las recomendaciones personalizadas de Netflix y Spotify nos ayudan a encontrar exactamente lo que nos gusta en una cantidad incomprensible de opciones. La pregunta es: ¿quién decide cuáles son las etiquetas, qué se pone en estas cajas y, por tanto, qué terminamos viendo, escuchando y leyendo?
TE RECOMENDAMOS ESCUCHAR ⬇️
Disponible en: Acast, Spotify, Apple Podcasts, Google Podcasts, Deezer y Amazon Music
Lee también otros contenidos de Normal ⬇️