/ viernes 23 de julio de 2021

He-Man revive la infancia de los chavorrucos

Con el estreno de He-Man: Revelations, muchos adultos de 35 a 50 años corrieron a buscar las figuras en los tianguis y mercados de curiosidades, y gastan sus salarios en los juguetes que alegraron su niñez

Entre 1985 y 1986 surgió en México un fenómeno mediático y comercial conocido como He-Man y los Amos del Universo, una línea de juguetes creada por la compañía Mattel y una serie animada de la compañía Filmation, que rápidamente se posicionó en el gusto de los niños de kinder y primaria que imploraban a sus padres por las figuras cada que las veían en los estantes de juguetería de los supermercados.

Con el estreno en Netflix de He-Man: Revelations, esos niños, ahora hombres de entre 35 y 50 años de edad, gastan una buena parte de sus salarios en revivir los días en los que el máximo símbolo de estatus era la cantidad de muñecos y vehículos de los Amos del Universo que se tenían en la colección.

➡️ ¡Yo tengo el poder! Se estrena He-Man y los Amos del Universo: lo que sabemos

“Tengo clientes que si ven una serie completa de muñecos, se los llevan de un jalón, no importa que se gasten 10 mil, 15 mil pesos, los compran sin pensarlo”, dice Jorge, un locatario del Comic Rock Show, un tianguis de historietas y juguetes de colección que se pone cada sábado en el Centro Cultural José Martí, a un costado de la Alameda Central de la Ciudad de México.

Chavorrucos clavados

“Puro wey de nuestra edad los compra”, dice Jorge, quien tiene 42 años y creció con las figuras originales de Mattel lanzadas en 1981, esas que sólo contaban con seis puntos de articulación, pero ahora vende las de la colección Origins, que son similares a las originales pero tienen 16 puntos de articulación y físicamente están mejor proporcionadas.

“De menos vienen dos o tres vatos por semana que se llevan, mínimo, cinco muñecos. Hasta señoras vienen que se saben los nombres de todos los personajes y los compran de dos o tres a la vez”, dice Jorge que vende las figuras básicas entre 450 y 600 pesos.

“Morros casi no compran de éstos, pero sí hay algunos que preguntan y si les entra la curiosidad, pues se llevan alguno, pero son los menos. Los clientes chidos son los chavorrucos que como tú y yo crecimos viendo la caricatura en el 5”.

He-Man y los amos del Universo se transmitió en el Canal 5 de Televisa entre 1985 y 1986 con repeticiones durante algunos años más. En Estados Unidos, la serie comenzó a transmitirse en 1983 para impulsar la venta de las figuras diseñadas desde 1981.

Sujetos musculosos del tipo guerrero bárbaro, armados con hachas, espadas, lanzas y objetos mágicos eran la aspiración de los niños de la época, quienes gritaban la célebre frase “yo tengo el poder” cada que tenían sus juguetes en las manos.

Foto: Cortesía

“‘Yo tengo el poder’. Era lo primero que gritaba cuando me ponía a jugar con mis juguetes”, dice David Álvarez, un coleccionista de 42 años de edad que creció con toda la mitología de Los Amos del Universo.

“Incluso antes del boom del coleccionismo en México de las figuras de Star Wars, He-Man y los Amos del Universo ya era un fetiche para muchos. De niños no sabíamos nada de coleccionismo pero ya presumíamos en la escuela cuántos y cuáles muñecos teníamos. Éramos coleccionistas sin saberlo. Porque no era lo mismo tener el He-Man original, a tener el de la armadura de combate o el Thunder Punch que llevaba una armadura roja, o el Flying Fists que tenía unos accesorios que giraban”, explica David.

Cuenta que su primera figura la tuvo a los seis años. “El He-Man original fue un regalo de cumpleaños que me dio mi mamá. Me lo dio cuando llegué de la escuela y estaba superemocionado. Recuerdo que me dieron otros regalos, pero yo sólo tenía ojos para mi He-Man. A la fecha no recuerdo qué otra cosa me regalaron ese día”.

El papá de David era obrero en una armadora de autos en los 80. En esa época, su salario era suficiente para pagar escuela privada para dos hijos y darse algunos lujos, como vacaciones en la playa una vez al año y una buena cantidad de regalos para los niños los días de reyes.

“Tuve 30 figuras, nueve vehículos y los dos castillos (Grayskull y Montaña Serpiente). Era la envidia de mis amigos en la escuela. Todo el mundo quería ir a mi casa a jugar con el Castillo Grayskull. Los niños de hoy no entienden lo que significa eso. Por eso le tenemos tanto cariño a estos juguetes”.

De su colección sólo conservó unas cuatro figuras en buen estado, unas seis rotas y ningún vehículo ni castillo. “De haber sabido cuánto valen hoy los hubiera tenido en sus cajas, pero pues uno era niño y no me arrepiento de haber jugado con ellos. Los disfruté y creo que mis papás lo sabían porque durante unos tres o cuatro años fueron el regalo de cajón en cumpleaños, Día del Niño, Navidad y Reyes. Hasta eso, los jefes la tenían fácil para regalar en esa época”.

Ahora David se dedica a buscar en los tianguis las figuras que tuvo, además de comprar nuevas series o reediciones. “Ahora tengo fácil unas 200. De mi colección original ya sólo me faltan dos monos, Cobra Kahn y Whiplash. Es difícil encontrar ambos completos y en buen estado, porque la cola de Whiplash como es de hule, casi siempre está rota, pero tengo paciencia, se que un día los voy a encontrar”.

Nostalgia de segunda mano

Entre los muchos puestos que hay en el Comics Rock Show, hay algunos que venden juguetes viejos y en mal estado; sin embargo, son de los que más venden, ya que ahí se encuentran tesoros perdidos o se cumplen tardíamente algunos sueños.

Miguel exhibe en su puesto algunas figuras de Los Amos del Universo sin armaduras o con los brazos rotos y un Castillo Grayskull incompleto, sin puerta, y sin las plataformas, eso no impide que algunas personas se acerquen a preguntar o a llevarse alguno.

“Tuve una historia bien loca de un vato que vino por un Mekaneck… Ese lo tenía más o menos chido porque la figura era de Mattel hecha en México, la armadura era hecha en Taiwán y el arma la encontré buscando en un puesto de chácharas en un tianguis. Le dije que me diera 600 por él y sin pensarlo me los dio. Cuando uno vende usado en mal estado siempre regatean, pero este chavo se clavó con la figura. Dijo que siempre quiso uno pero que sus papás nunca se lo pudieron comprar. Me dio un poco de tristeza, pero también gusto por ver que alguien se pone tan feliz con tan poco”.

Aunque Miguel tiene clientes que buscan las figuras por tenerlas, la mayoría lo contacta para tener piezas de refacción para restaurar otros muñecos. “Estos chavos son artistas. Saben cómo separar las piezas sin maltratarlas ni romperlas. Estas figuras eran caras porque era bien difícil que se despegaran o se rompieran. Es como si repararan un iPhone o un celular caro. En mis tiempos, mi papá pegaba mis juguetes con Kola Loka o plastilina pop, esa verde y blanca que cuando la mezclas se endurece como cemento. Se veían refeos”.

La joya de la corona

En uno de los puestos del Rock Show había una pieza digna de un coleccionista profesional. Una figura de He-Man de 1981 hecha en Taiwán, con sus armas originales y el minicomic que venía en el empaque. Estaba en un estuche de acrílico. Su precio, dos mil 600 pesos. La figura destacaba porque estaba a la venta en un puesto especializado en los carritos de juguete de la marca Hot Wheels.

Esteban Ortiz narra el valor de esta figura y cómo llegó a sus manos. “Yo me especializó en Hot Wheels y colecciono figuras de Dragon Ball. Este He-Man se lo compré a un vato de Tijuana, allá todavía se consiguen así de bien cuidados en las tiendas y mercados de Estados Unidos”.

Explica que un coleccionista de Los Amos del Universo se gasta hasta cinco mil o seis mil pesos en una figura. “En convenciones he visto que se venden hasta en 10 mil pesos, dependiendo de qué versión o modelo buscan. A veces los vendes en pareja y te pagan más, porque el coleccionista ya no tiene que buscarlos”.

Las figuras no siempre las compra, a veces negocia cambios para su propia colección o por encargo de clientes o amigos.

Mercado de la Incertidumbre

Jorge explica que es una afición complicada porque los precios pueden variar de la nada. “Ahorita los ando vendiendo, los monos básicos de la colección Origins, en 450, 600 pesos, pero en un mes puede que este (Man E Faces) cueste el doble o de plano ni lo encuentres. No se sabe porqué”.

La línea de Los Amos del Universo Origins fue anunciada en 2019 como homenaje a los juguetes de los 80, pero con mejoras significativas debido a los avanzados procesos de producción que permiten dar mayor movilidad a las figuras, así como nuevos detalles de pintura y expresiones faciales. Una línea creada específicamente para los coleccionistas adultos.

Un ejemplo de lo que puede alterar significativamente el precio de las piezas es su disponibilidad. En 2019, cuando Mattel anunció la línea Origins, las dos primeras figuras, He-Man y Skeletor, se agotaron en la preventa, mucho antes de salir a las tiendas en el otoño de 2020.

Para las figuras antiguas o vintage, como les gusta llamarlas a los coleccionistas o vendedores pretenciosos, el precio puede variar aún más.

Esteban comenta que la mayor parte de las figuras de los 80 que están impecables provienen de Tijuana. “Allá hay mucho coleccionista que las compraba en San Diego, mucho antes de que salieran en México. Algunos cuando vieron el boom compraron muchas para revenderlas acá cuando pasar fayuca era más fácil. A algunos de esos vendedores les quedaron algunas que se quedaron olvidadas hasta que muchos años después los coleccionistas comenzaban a pedirlas”.

“Escuche de un tipo que vendió uno con el empaque original, sin abrir. No lo creí al principio. Es como una leyenda urbana porque no hay fotos de algo así… ¿Sabes cómo se pondría la gente aquí si viera uno de esos en su empaque original? No llegaría al público. Entre nosotros se corre la voz de lo que traemos y no faltará quien te de el varo antes de que puedas exhibirlo”.

“Compramos nuestros propios recuerdos"

He-Man y los Amos del Universo no son lo único ni lo que más se vende en el Comics Rock Show. Toda caricatura de los 80 o 90 que tuviera una línea de juguetes tiene al menos un representante en los muchos puestos del tianguis. Lo mismo para los animés, videojuegos y juguetes de construcción como Lego y Megablocks.

Lo mismo hay coleccionistas de Transformers que de G.I. Joe, Star Wars, Pokémon, Barbie, Mi Pequeño Pony, Halo, y un largo etcétera. Todos ávidos de figuras que les recuerden su infancia.

Carlos, por ejemplo, compra Transformers. “Yo sólo compro los G1, especialmente los hechos en México. Eran los que me compraban de niño”. Esas figuras se comercializaron entre 1985 y 1990 en el país.

Su última adquisición es la figura de Devastator, un robot gigante que se forma al combinar seis figuras que son vehículos de construcción color verde. Fue fabricado en México, bajo licencia de Hasbro, por la empresa Iga, cuyo eslogan en los comerciales de los 80 era “juguetes con vida”.

La compra de este juguete fue todo un ritual, por el que pasa cualquier coleccionista que va al Rock Show. “El vendedor lo estaba dando en tres (mil), lo terminé pagando en dos (mil) 600”.

El proceso de Carlos fue llegar, ver la figura y preguntar el precio. Una vez que el vendedor se lo dio, le preguntó si tenía completos los accesorios y los tenía todos. Acto seguido, pidió tocarlo y verificar que no estuviera nada roto o tuviera reparaciones evidentes.

En este punto, el vendedor ya sabe que se trata de un comprador serio y no de un curioso que sólo va a ver que cacha.

Con mucho tacto, Carlos pregunta si puede desarmar a Devastator, a lo que el vendedor, un poco a su pesar, accede. Una vez desarmado, el potencial comprador revisa, uno a uno los seis robots, verifica el estado de las articulaciones, ya que articulaciones flojas devalúan el juguete; revisa el estado de la pintura y que las calcomanías no estén muy desgastadas o flojas.

Carlos ofrece dos mil quinientos ya que las figuras tienen algo de polvo y las calcomanías están incompletas y desgastadas. El vendedor revira: dos mil 800. Carlos ofrece dos mil 600 y el vendedor acepta de mala gana. Fue la primera venta del día, por eso no quería perderla.

“Estoy comprando un pedazo de mi niñez, el sólo verlo me recordó muchas cosas. Es como un chip que activa partes de tu cerebro que se apagaron. No es que espere que suba mucho su precio para luego revenderlo, eso no pasa la mayoría de las veces. Muchos sólo venimos a comprar nuestros propios recuerdos”.


Entre 1985 y 1986 surgió en México un fenómeno mediático y comercial conocido como He-Man y los Amos del Universo, una línea de juguetes creada por la compañía Mattel y una serie animada de la compañía Filmation, que rápidamente se posicionó en el gusto de los niños de kinder y primaria que imploraban a sus padres por las figuras cada que las veían en los estantes de juguetería de los supermercados.

Con el estreno en Netflix de He-Man: Revelations, esos niños, ahora hombres de entre 35 y 50 años de edad, gastan una buena parte de sus salarios en revivir los días en los que el máximo símbolo de estatus era la cantidad de muñecos y vehículos de los Amos del Universo que se tenían en la colección.

➡️ ¡Yo tengo el poder! Se estrena He-Man y los Amos del Universo: lo que sabemos

“Tengo clientes que si ven una serie completa de muñecos, se los llevan de un jalón, no importa que se gasten 10 mil, 15 mil pesos, los compran sin pensarlo”, dice Jorge, un locatario del Comic Rock Show, un tianguis de historietas y juguetes de colección que se pone cada sábado en el Centro Cultural José Martí, a un costado de la Alameda Central de la Ciudad de México.

Chavorrucos clavados

“Puro wey de nuestra edad los compra”, dice Jorge, quien tiene 42 años y creció con las figuras originales de Mattel lanzadas en 1981, esas que sólo contaban con seis puntos de articulación, pero ahora vende las de la colección Origins, que son similares a las originales pero tienen 16 puntos de articulación y físicamente están mejor proporcionadas.

“De menos vienen dos o tres vatos por semana que se llevan, mínimo, cinco muñecos. Hasta señoras vienen que se saben los nombres de todos los personajes y los compran de dos o tres a la vez”, dice Jorge que vende las figuras básicas entre 450 y 600 pesos.

“Morros casi no compran de éstos, pero sí hay algunos que preguntan y si les entra la curiosidad, pues se llevan alguno, pero son los menos. Los clientes chidos son los chavorrucos que como tú y yo crecimos viendo la caricatura en el 5”.

He-Man y los amos del Universo se transmitió en el Canal 5 de Televisa entre 1985 y 1986 con repeticiones durante algunos años más. En Estados Unidos, la serie comenzó a transmitirse en 1983 para impulsar la venta de las figuras diseñadas desde 1981.

Sujetos musculosos del tipo guerrero bárbaro, armados con hachas, espadas, lanzas y objetos mágicos eran la aspiración de los niños de la época, quienes gritaban la célebre frase “yo tengo el poder” cada que tenían sus juguetes en las manos.

Foto: Cortesía

“‘Yo tengo el poder’. Era lo primero que gritaba cuando me ponía a jugar con mis juguetes”, dice David Álvarez, un coleccionista de 42 años de edad que creció con toda la mitología de Los Amos del Universo.

“Incluso antes del boom del coleccionismo en México de las figuras de Star Wars, He-Man y los Amos del Universo ya era un fetiche para muchos. De niños no sabíamos nada de coleccionismo pero ya presumíamos en la escuela cuántos y cuáles muñecos teníamos. Éramos coleccionistas sin saberlo. Porque no era lo mismo tener el He-Man original, a tener el de la armadura de combate o el Thunder Punch que llevaba una armadura roja, o el Flying Fists que tenía unos accesorios que giraban”, explica David.

Cuenta que su primera figura la tuvo a los seis años. “El He-Man original fue un regalo de cumpleaños que me dio mi mamá. Me lo dio cuando llegué de la escuela y estaba superemocionado. Recuerdo que me dieron otros regalos, pero yo sólo tenía ojos para mi He-Man. A la fecha no recuerdo qué otra cosa me regalaron ese día”.

El papá de David era obrero en una armadora de autos en los 80. En esa época, su salario era suficiente para pagar escuela privada para dos hijos y darse algunos lujos, como vacaciones en la playa una vez al año y una buena cantidad de regalos para los niños los días de reyes.

“Tuve 30 figuras, nueve vehículos y los dos castillos (Grayskull y Montaña Serpiente). Era la envidia de mis amigos en la escuela. Todo el mundo quería ir a mi casa a jugar con el Castillo Grayskull. Los niños de hoy no entienden lo que significa eso. Por eso le tenemos tanto cariño a estos juguetes”.

De su colección sólo conservó unas cuatro figuras en buen estado, unas seis rotas y ningún vehículo ni castillo. “De haber sabido cuánto valen hoy los hubiera tenido en sus cajas, pero pues uno era niño y no me arrepiento de haber jugado con ellos. Los disfruté y creo que mis papás lo sabían porque durante unos tres o cuatro años fueron el regalo de cajón en cumpleaños, Día del Niño, Navidad y Reyes. Hasta eso, los jefes la tenían fácil para regalar en esa época”.

Ahora David se dedica a buscar en los tianguis las figuras que tuvo, además de comprar nuevas series o reediciones. “Ahora tengo fácil unas 200. De mi colección original ya sólo me faltan dos monos, Cobra Kahn y Whiplash. Es difícil encontrar ambos completos y en buen estado, porque la cola de Whiplash como es de hule, casi siempre está rota, pero tengo paciencia, se que un día los voy a encontrar”.

Nostalgia de segunda mano

Entre los muchos puestos que hay en el Comics Rock Show, hay algunos que venden juguetes viejos y en mal estado; sin embargo, son de los que más venden, ya que ahí se encuentran tesoros perdidos o se cumplen tardíamente algunos sueños.

Miguel exhibe en su puesto algunas figuras de Los Amos del Universo sin armaduras o con los brazos rotos y un Castillo Grayskull incompleto, sin puerta, y sin las plataformas, eso no impide que algunas personas se acerquen a preguntar o a llevarse alguno.

“Tuve una historia bien loca de un vato que vino por un Mekaneck… Ese lo tenía más o menos chido porque la figura era de Mattel hecha en México, la armadura era hecha en Taiwán y el arma la encontré buscando en un puesto de chácharas en un tianguis. Le dije que me diera 600 por él y sin pensarlo me los dio. Cuando uno vende usado en mal estado siempre regatean, pero este chavo se clavó con la figura. Dijo que siempre quiso uno pero que sus papás nunca se lo pudieron comprar. Me dio un poco de tristeza, pero también gusto por ver que alguien se pone tan feliz con tan poco”.

Aunque Miguel tiene clientes que buscan las figuras por tenerlas, la mayoría lo contacta para tener piezas de refacción para restaurar otros muñecos. “Estos chavos son artistas. Saben cómo separar las piezas sin maltratarlas ni romperlas. Estas figuras eran caras porque era bien difícil que se despegaran o se rompieran. Es como si repararan un iPhone o un celular caro. En mis tiempos, mi papá pegaba mis juguetes con Kola Loka o plastilina pop, esa verde y blanca que cuando la mezclas se endurece como cemento. Se veían refeos”.

La joya de la corona

En uno de los puestos del Rock Show había una pieza digna de un coleccionista profesional. Una figura de He-Man de 1981 hecha en Taiwán, con sus armas originales y el minicomic que venía en el empaque. Estaba en un estuche de acrílico. Su precio, dos mil 600 pesos. La figura destacaba porque estaba a la venta en un puesto especializado en los carritos de juguete de la marca Hot Wheels.

Esteban Ortiz narra el valor de esta figura y cómo llegó a sus manos. “Yo me especializó en Hot Wheels y colecciono figuras de Dragon Ball. Este He-Man se lo compré a un vato de Tijuana, allá todavía se consiguen así de bien cuidados en las tiendas y mercados de Estados Unidos”.

Explica que un coleccionista de Los Amos del Universo se gasta hasta cinco mil o seis mil pesos en una figura. “En convenciones he visto que se venden hasta en 10 mil pesos, dependiendo de qué versión o modelo buscan. A veces los vendes en pareja y te pagan más, porque el coleccionista ya no tiene que buscarlos”.

Las figuras no siempre las compra, a veces negocia cambios para su propia colección o por encargo de clientes o amigos.

Mercado de la Incertidumbre

Jorge explica que es una afición complicada porque los precios pueden variar de la nada. “Ahorita los ando vendiendo, los monos básicos de la colección Origins, en 450, 600 pesos, pero en un mes puede que este (Man E Faces) cueste el doble o de plano ni lo encuentres. No se sabe porqué”.

La línea de Los Amos del Universo Origins fue anunciada en 2019 como homenaje a los juguetes de los 80, pero con mejoras significativas debido a los avanzados procesos de producción que permiten dar mayor movilidad a las figuras, así como nuevos detalles de pintura y expresiones faciales. Una línea creada específicamente para los coleccionistas adultos.

Un ejemplo de lo que puede alterar significativamente el precio de las piezas es su disponibilidad. En 2019, cuando Mattel anunció la línea Origins, las dos primeras figuras, He-Man y Skeletor, se agotaron en la preventa, mucho antes de salir a las tiendas en el otoño de 2020.

Para las figuras antiguas o vintage, como les gusta llamarlas a los coleccionistas o vendedores pretenciosos, el precio puede variar aún más.

Esteban comenta que la mayor parte de las figuras de los 80 que están impecables provienen de Tijuana. “Allá hay mucho coleccionista que las compraba en San Diego, mucho antes de que salieran en México. Algunos cuando vieron el boom compraron muchas para revenderlas acá cuando pasar fayuca era más fácil. A algunos de esos vendedores les quedaron algunas que se quedaron olvidadas hasta que muchos años después los coleccionistas comenzaban a pedirlas”.

“Escuche de un tipo que vendió uno con el empaque original, sin abrir. No lo creí al principio. Es como una leyenda urbana porque no hay fotos de algo así… ¿Sabes cómo se pondría la gente aquí si viera uno de esos en su empaque original? No llegaría al público. Entre nosotros se corre la voz de lo que traemos y no faltará quien te de el varo antes de que puedas exhibirlo”.

“Compramos nuestros propios recuerdos"

He-Man y los Amos del Universo no son lo único ni lo que más se vende en el Comics Rock Show. Toda caricatura de los 80 o 90 que tuviera una línea de juguetes tiene al menos un representante en los muchos puestos del tianguis. Lo mismo para los animés, videojuegos y juguetes de construcción como Lego y Megablocks.

Lo mismo hay coleccionistas de Transformers que de G.I. Joe, Star Wars, Pokémon, Barbie, Mi Pequeño Pony, Halo, y un largo etcétera. Todos ávidos de figuras que les recuerden su infancia.

Carlos, por ejemplo, compra Transformers. “Yo sólo compro los G1, especialmente los hechos en México. Eran los que me compraban de niño”. Esas figuras se comercializaron entre 1985 y 1990 en el país.

Su última adquisición es la figura de Devastator, un robot gigante que se forma al combinar seis figuras que son vehículos de construcción color verde. Fue fabricado en México, bajo licencia de Hasbro, por la empresa Iga, cuyo eslogan en los comerciales de los 80 era “juguetes con vida”.

La compra de este juguete fue todo un ritual, por el que pasa cualquier coleccionista que va al Rock Show. “El vendedor lo estaba dando en tres (mil), lo terminé pagando en dos (mil) 600”.

El proceso de Carlos fue llegar, ver la figura y preguntar el precio. Una vez que el vendedor se lo dio, le preguntó si tenía completos los accesorios y los tenía todos. Acto seguido, pidió tocarlo y verificar que no estuviera nada roto o tuviera reparaciones evidentes.

En este punto, el vendedor ya sabe que se trata de un comprador serio y no de un curioso que sólo va a ver que cacha.

Con mucho tacto, Carlos pregunta si puede desarmar a Devastator, a lo que el vendedor, un poco a su pesar, accede. Una vez desarmado, el potencial comprador revisa, uno a uno los seis robots, verifica el estado de las articulaciones, ya que articulaciones flojas devalúan el juguete; revisa el estado de la pintura y que las calcomanías no estén muy desgastadas o flojas.

Carlos ofrece dos mil quinientos ya que las figuras tienen algo de polvo y las calcomanías están incompletas y desgastadas. El vendedor revira: dos mil 800. Carlos ofrece dos mil 600 y el vendedor acepta de mala gana. Fue la primera venta del día, por eso no quería perderla.

“Estoy comprando un pedazo de mi niñez, el sólo verlo me recordó muchas cosas. Es como un chip que activa partes de tu cerebro que se apagaron. No es que espere que suba mucho su precio para luego revenderlo, eso no pasa la mayoría de las veces. Muchos sólo venimos a comprar nuestros propios recuerdos”.


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