Una euforia contagiosa se vivió desde antes que Los Fabulosos Cadillacs aparecieran por primera vez en el escenario de la Plaza más grande de México. Hasta el Zócalo llegaron miles de seguidores que hicieron estallar su emoción desde el primer minuto en que sonó la música, en punto de las 19:55. Media hora antes, llovió durante unos 20 minutos. Al inicio del concierto, las nubes se habían ido.
Desde ese momento se sintió el piso vibrar, cuando al unísono la multitud brincó para seguir el ritmo de las canciones que son parte de la historia musical de América Latina.
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Manuel Santillán el León abrió el concierto. A las 20:00 horas, el Zócalo estaba lleno en su totalidad. Según el reporte oficial poco después del término del concierto, fueron 300 mil personas las que acudieron al histórico concierto, un récord para la plaza; la marca anterior era de 280 mil asistentes al show de Grupo Firme.
“¡México mágico!”, exclamaba Flavio Cianciarulo en el arranque del show. “Buenas noches que inmensa, inconmensurable, indescriptible alegría poder estar tocando para todos ustedes esta noche, sentimos esto en nuestro corazón hondísimamente, inolvidable, esperamos que disfruten, nosotros lo vamos a llevar siempre acá (en el corazón), gracias hermanos, hermanas, gracias”, saludó Vicentico mientras sonaba Calaveras y diablitos.
Demasiada presión, El muerto, Carmela, El genio del Dub, Los condenaditos, Saco azul, Siguiendo la Luna, Quinto centenario, todas tuvieron un coro multitudinario.
Y porque los gustos musicales también se heredan o se comparten, familias enteras y grupos de amigos disfrutaron con los ritmos latinos de la banda argentina más querida de la actualidad. En primera fila los aventurados que entraron desde la mañana y esperaron pacientemente más de 12 horas para tener el lugar de honor.
Para dejar huella en redes sociales de que fueron parte del histórico concierto, miles de celulares se alzaron en las manos de sus dueños para registrar la canción favorita, para grabar videos de 360 grados o para hacer partícipe a los que se quedaron en casa.
En el escenario se vio hasta el frente a los veteranos, los integrantes originales que han aguantado los 39 años que llevan siendo hermanos musicales. Vicentico en la voz, Flavio Cianciarulo en el bajo y Sergio Rotman en el saxofón. Junto a ellos Daniel Lozano en la trompeta, Mario Siperman en los teclados y Fernando Ricciardi en la batería.
Dos integrantes son el relevo generacional: Florián Fernández Capello, en la guitarra, hijo de Vicentico; y Astor Cianciarulo en las percusiones, hijo de Flavio, quienes aún no habían nacido cuando sus padres se abrían paso en la historia musical de América Latina, ni siquiera cuando dieron a conocer Matador, su primer éxito continental.
La canción que escribió Flavio Cianciarulo inspirado en la potencia de las percusiones brasileñas cumple 30 años y se sintió en el Zócalo más vigente que nunca, tanto por su letra, que cuenta la historia ficticia de un guerrillero al que la policía está a punto de detener, como por sus contagiosas notas musicales que retumbaron con poder en el centro de la Ciudad de México.
Esa potencia musical se vivió antes con otro clásico, Mal bicho, la canción que se convirtió en un símbolo contra los gobiernos dictadores. Antes de finalizar este tema, Vicentico pidió “unos segundos de silencio para buscar el poder de todos los espíritus de esta plaza”, y siguieron con Matador.
Tras una prolongada ovación, volvieron para cerrar con Mi novia se cayó en un pozo ciego, Vasos vacíos, El satánico Dr. Cadillac y Yo no me sentaría en tu mesa, con Flavio animando al coro: “¡Vamos Tenochtitlan! Gracias México mágico, buenas noches gracias, esto fue el león del ritmo, LFC”, se despidió junto a sus compañeros, lanzando besos con ambas manos a la multitud.
Los Fabulosos Cadillacs regresarán en noviembre para hacer una gira por Monterrey, Guadalajara y Ciudad de México, donde ofrecerán dos shows que ya tienen localidades agotadas.
