Este año, el Rey Melchor cambió el caballo por un vehículo de Uber Eats y en lugar de entregar juguetes a los niños, se tuvo que ganar la vida con el reparto de alimentos por medio de esa plataforma.
David Jiménez interpreta, desde hace por lo menos una década, a ese personaje mítico, que según la tradición católica llegó hasta el pesebre de Belén para adorar al niño Jesús, a él lo acompañaban Baltasar y Gaspar, que forman la triada de los Reyes Magos de Oriente.
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El Covid-19 también afectó seriamente el trabajo de cientos de personas que, desde los primeros días de diciembre hasta el 6 de enero, ocupaban primero la Alameda Central, luego las calle de la zona de Buenavista, aunque también se instalaban en la Alameda del Sur.
Ahí, en ese parque, ubicado en la esquina de Canal de Miramontes y Calzada de las Bombas, fue el sitio en que David, también nombre de rey, personificó a Melchor y todas las tardes y noches posó para la foto de niños y adultos.
La alternativa que encontró para suplir este desempleo obligatorio fue dedicarse al reparto de comida y a vender uno que otro producto, a fin de sobrevivir esta temporada invernal, en la que, en años anteriores, ganaba mil 500 pesos durante un día bueno.
De los otros dos reyes magos, informó que siguen en sus trabajos normales, en donde pedían vacaciones en diciembre y enero, a fin de poderse dedicar a personificar a Gaspar y Baltasar.
Cristina Bustamante puso en 2004 su primer escenario para que los niños se tomaran fotos con Santa Claus o los Reyes Magos en la Alameda del Sur, pero en cuando intentó solicitar el permiso para su stand, se lo rechazaron.
De esta manera, las figuras de animales, personajes infantiles, árboles nevados y trineos se quedaron almacenados en bodegas y su casa.
Sin la posibilidad de esa labor, buscó otras opciones como el vender cosas, ropa, maquillajes, bolsas y cosas así “vendemos lo que sea para poder comer, sobrevivir, pagar las necesidades de casa, el agua, la luz y el teléfono, que eso sí no nos lo perdonaron”, subrayó.
SIGUEN ROMERÍAS
Aunque las reglas sanitarias por Covid-19 parecían ahorcar a los Reyes Magos, en el Centro Histórico se las han ingeniado para no dejarlos solos en esta temporada.
Las calles que desembocan en Avenida Circunvalación se convirtieron en un tianguis improvisado durante el semáforo rojo que no permite romerías activas. Y ante la clandestinidad que no se puede ocultar en el primer cuadro de la ciudad, los ambulantes reforzaron la práctica de alertarse de los operativos a través de radios.
En la calle José Joaquín de Herrera basta un mensaje difundido por los radios para que cada lona colocada en el suelo sea levantada y escondida entre los comercios a media cortina y algunos edificios viejos.
Ahí, se puede conseguir por poco más de 600 pesos una pistola de balines que se oferta por encima de los puestos que los Reyes que no dejan de observar. A unas calles de ahí, el Mercado de Sonora también lució lleno y aún espera el último viaje de surtido para Melchor, Gaspar y Baltazar.