Con una política de "abrazos no balas", el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió una nueva era de paz para México cuando asumió el poder, pero la violencia no muestra signos de alivio y la guerra contra las drogas ya tiene un efecto colateral: hay al menos 40 mil desaparecidos, señala The Guardian.
“Los desaparecidos son quizás el secreto más sucio del conflicto de drogas de México”, afirma el rotativo británico en su artículo “The disappeared: searching for 40,000 missing victims of Mexico’s drug wars”, que forma parte de su revista internacional que lleva por título "¿Alguien puede poner fin a la mortal guerra contra las drogas en México?".
El reportero Tom Phillips se unió a la búsqueda que emprenden las familias para hallar a los suyos. Relata el caso de José Barajas, de 57 años, quien fue secuestrado de su rancho cerca de la frontera con Estados Unidos para unirse a las filas de miles de desaparecidos.
Jesse, su hermano mayor, dijo que la familia le imploró a José que se fuera con ellos a EU ante el asedio de los carteles.
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Pero José, que había construido un negocio exitoso haciendo columnas decorativas de concreto para ranchos y estaba en el proceso de erigir una nueva casa, dijo que no abandonaría ni a sus trabajadores ni a su tierra natal.
"Era un hombre que creía en México", dijo Jesse, quien dejó México como un indocumentado de 14 años y ahora es ciudadano estadounidense. "Él eligió quedarse aquí porque pensó que podía cambiar las cosas”.
Desde el momento de la desaparición de José, la familia comenzó la búsqueda para hallarlo, apoyados por un grupo de policías federales.
Pero se han topado en su camino con los “halcones” de los narcos y de un momento a otro ven cómo llegan camionetas a encapsularlos con “hombres misteriosos”.
“Estamos en un lugar hostil, y no es Irak", dijo Jesse.
Este es solo uno los tantos días de búsqueda para los colectivos de familias que terminan en tristeza y frustración.
“Todos tenemos el mismo objetivo, que es encontrar a nuestros desaparecidos", dijo Fernando Ocegueda, quien se convirtió en activista después de que su propio hijo fuera secuestrado, en 2007, y desde entonces ha recuperado más de 120 cuerpos.
"Simplemente no puedo entenderlo... Si ya los mataron, ¿por qué no nos los dejan a nosotros? ¿Qué más daño pueden hacerles si ya están muertos?”, exclama Irma, la esposa de José.
En México hay más de tres mil puntos con fosas clandestinas y se han descubierto más de 500 desde que López Obrador tomó el poder.