Si el 2020 fue el año de la disrupción, el 2021 fue uno de retomar hilos aunque fuera de manera parcial.
Para la columna del cierre del 2020 le escribí sobre los seis eventos que pensé serían más relevantes durante 2021: la vacunación global anticovid, la recuperación económica nacional, el avance en la relación México-EU, la persecución judicial de exfuncionarios peñistas y la evolución de la oposición política a la 4T.
No andaba tan perdido salvo en el último caso, en el que la parálisis de la política partidista opuesta al Gobierno federal es apabullante. Nada relevante se puede decir del PAN, PRI y demás partidillos más allá de las migajas que recogieron de la mesa morenista durante las elecciones intermedias, las cuales le otorgaron al lopezobradorismo otros tres años de honda influencia en todo el país.
En la bonita tradición de cierre anual, estimo con fundamentos que durante el 2022 la pandemia seguirá llevándose encabezados.
Con la realización de que ésta no irá a ningún lado en el corto plazo, el conteo de contagios y muertos se ha ido tornado rutinario; habrán más cepas, más rebrotes y más necios no vacunados.
La novedad vendrá de las acciones tomadas por los gobiernos para no volver a paralizar la economía global.
Eso incluye el acaparamiento de vacunas por parte de países ricos, restricciones a no vacunados, así como programas de inoculación forzosa.
Un tema crítico para el año que viene será el cómo las líneas logísticas globales terminan por reparar el daño generado por dos años de trabajar a medias.
Se vive una crisis global en el abasto de insumos básicos en industrias y mercados estratégicos. Chips, metales, comodities, plásticos, tecnología digital, usted nómbrelo, se han vuelto territorio para el acaparamiento.
De no resolverse rápidamente, su desabasto supone un bache más en el camino para la recuperación económica global. Inflación y carestía pueden ser las marcas del 2022.
Es casi un hecho que la recuperación económica será profundamente desigual entre naciones, agravando las carencias de países que ya padecían el subdesarrollo. La migración desde territorios empobrecidos y mal vacunados será pues un tema crítico.
El libre albedrío de las personas, las relaciones bilaterales y humanitarias, el comercio globalizado, así como los límites de las democracias serán puestos a prueba en el 2022.
El espectro nacional, sujeto a la inestabilidad morenista, me resulta más difícil de darle lectura.
Se antoja será un año complicado para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, especialmente en el aspecto económico. Se le está terminando el fuero que la pandemia le otorgó para generar bienestar y crecimiento para los mexicanos que no lo apoyan o no están inscritos en algún programa social.
Al menos durante los primeros meses, la alta inflación y la desaceleración económica van a poner en aprietos a la 4T, la cual se ha mostrado alarmantemente pasiva para estructurar un plan de recuperación económica en un mundo emproblemado como el que le describo.
De procesos políticos, el país es una caja de sorpresas con el gusto desarrollado por el morenismo de hechar mano de las ocurrencias.
Si acaso el avance de las simpatías populares y lopezobradoristas para con los aspirantes a la candidatura presidencial del 2024 será de lo más interesante. Ojo con cómo se desarrollan las personas de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Fuera de ahí, espere más broncas absurdas, juicios penales y en general pifias. En ese sentido, la incertidumbre política nacional es la única certidumbre.
Es así que el 2022 figura como un año de consolidación de una nueva realidad global conflictiva a la par de una parálisis nacional en tiempos post-encierro. Uno de muchas tensiones políticas, económicas y sociales.
Dicho eso, me atreveré a decirle con optimismo navideño que lo peor está detrás de nosotros, toca recoger los pedazos de lo roto durante los dos años previos y empezar a construir.
