PARÍS. Los chalecos amarillos, que hace tres meses tenían el respaldo de una amplia mayoría de franceses, están perdiendo ese caudal de simpatía debido a la creciente violencia de sus manifestaciones, las agresiones dirigidas contra personalidades políticas, el sectarismo y la intolerancia de algunos integrantes del movimiento y el pronunciado desliz antisemita y racista que afloró en los últimos días.
La mayoría de esas tendencias resurgieron abruptamente durante este último fin de semana. El episodio más inquietante se produjo el sábado, cuando un grupo de manifestantes reconoció al filósofo Alain Finkielkraut y lo cubrió de insultos antisemitas: “Vete de aquí, sionista de mierda”, “el pueblo somos nosotros”, “raza indigna”, “Francia es nuestra” y “Dios te va a castigar”, le gritaron durante largos instantes.
También se escucharon gritos de “facho”, “anti-sunita” y consignas a favor de Palestina. El episodio, filmado por transeúntes, fue difundido por televisión y por las redes sociales. La oportuna intervención de la policía impidió que fuera agredido físicamente por los militantes más enardecidos.
El escritor, que al principio simpatizaba con las reivindicaciones de los chalecos amarillos, en las últimas semanas adoptó una actitud crítica, precisamente por su creciente violencia y actitudes antisemitas.
La agresión contra Finkielkraut suscitó una inmensa ola de reacciones, empezando por el presidente Emmanuel Macron y toda la clase política que condenaron el acto. Pero al mismo reactivó el debate sobre los excesos de un movimiento social que se ha dejado tentar por la violencia a medida que disminuye su capacidad de movilización.
Esa misma tarde un grupo de chalecos amarillos atacó con piedras y palos un patrullero policial que se encontraba inmovilizado en medio de un atasco de tránsito. Algunos testigos afirmaron que uno de los manifestantes exhibió un arma, pero esa denuncia no fue confirmada.
Otro episodio de esa tendencia se produjo ayer en París durante una manifestación convocada para evocar el tercer mes de la primera movilización, el 17 de noviembre pasado. Una de las figuras emblemáticas del movimiento, Ingrid Levavasseur, recibió una lluvia de insultos sexistas por parte de un grupo de militantes radicalizados y se vio obligada a abandonar la marcha.
El miércoles, las acusaciones de “traición” y la presión de esos sectores intolerantes obligaron a Levavasseur a abandonar su proyecto de crear un partido, denominado Reunión de Iniciativa Ciudadana, para presentarse a las próximas elecciones europeas. Otra figura conocida, Sophie Tissier, denunció haber sido hostigada física y verbalmente por dos militantes.