/ jueves 31 de agosto de 2017

Los farsantes

1.- La opereta en Morena. Un partido que tiene como línea política y ritmo de actuación lo que dice una persona, es todo menos una organización democrática; por si fuera poco lo anterior, los integrantes de dicho partido son tratados como súbditos y piezas de ornato por su líder; además, los fieles al caudillo asumen que la palabra de AMLO es la única y última palabra.No obstante que dicho partido tiene instancias de dirección formal, la vida del partido esta subsumida en las declaraciones públicas del tabasqueño. La agenda la marca a partir de sus ocurrencias y nadie discrepa ni cuestiona ni una coma.

2.- La encuesta como simulación. Morena decidió (o mejor dicho su jefe nato) optar por las encuestas para nombrar a los “coordinadores” de la Ciudad, de los futuros presidentes municipales y de los diputados locales y federales, como una forma de evadir las restricciones que impone ley electoral, en cuanto a tiempos legales. El saldo de dicho método ha sido explosivo en la Ciudad de México, ya que al momento de escribir estas notas se asoma una posible ruptura de Monreal con Morena. La respuesta inmediata del tabasqueño ha sido difundir unos resultados que pudieron ser inventados en un escritorio, donde Sheinbaum resulta triunfadora.

3. - El meollo del tema. Morena es un agrupamiento de feligreses de una iglesia y no la suma de individuos diversos y libres. Ante ello, lo que estamos viendo es la designación autoritaria de sus candidatos a puestos de elección popular por parte de un fundamentalista, con la apariencia de “encuestas”, sin que se diga qué empresa realizó la investigación y con qué metodología.Por si algo faltara para confirmar el carácter despótico y verticalista de la conducción de Morena, es la vía para nombrar a su candidato a la presidencia para el 2018, en donde resulta inimaginable que alguien se la dispute a AMLO. Y la pregunta ingenua y llena de candidez sería ¿También habrá encuesta para nombrar al candidato a ocupar la silla presidencial? Por supuesto, resulta una broma siquiera pensarlo.

4.- El PRI, el otro grupo de tramoyistas. En la pista tricolor también se ejerce el desfile cíclico de máscaras. Ahí, a diferencia de Morena, la disciplina se localiza en “sectores”, quienes mediante múltiples canónigas apoyan acríticamente la línea presidencial. Muchas decenas de años garantizan el ejercicio aceitado de la genuflexión y la abyección. La reciente asamblea nacional priista ratificó las liturgias y la quema de incienso al inquilino de Los Pinos. Toda la faramalla dé discusiones regionales y temáticas fue parte del juego simulador. Los “disidentes”, no lo fueron tanto, al final se plegaron a la aceitada maquinaria de búfalos y matraqueros oficiales y oficiosos. Sus prioridades cambiaron, ya no hablen de “métodos democráticos”, sino de acomodarse para la futura repartición de posiciones y espacios. Son “prácticos”, mejor dicho, oportunistas y carentes de coherencia y dignidad básica. Al final, con una comida en Los Pinos con los expresidentes priistas, el partido dejo listo el camino para que Peña decida al candidato presidencial. El y solo él ungirá al portador del estandarte priista. Quién sabe si al próximo presidente.

Epílogo. Como se desprende de las líneas anteriores, Morena y el PRI tienen esencialmente los mismos reflejos autoritarios. Un rasgo que también los asemeja es su abierta oposición al fortalecimiento del poder legislativo. Solo creen en el presidencialismo meta constitucional y faraónico. Al fin, son simplemente farsantes.

pedropenaloza@yahoo.com/@pedro_penaloz

1.- La opereta en Morena. Un partido que tiene como línea política y ritmo de actuación lo que dice una persona, es todo menos una organización democrática; por si fuera poco lo anterior, los integrantes de dicho partido son tratados como súbditos y piezas de ornato por su líder; además, los fieles al caudillo asumen que la palabra de AMLO es la única y última palabra.No obstante que dicho partido tiene instancias de dirección formal, la vida del partido esta subsumida en las declaraciones públicas del tabasqueño. La agenda la marca a partir de sus ocurrencias y nadie discrepa ni cuestiona ni una coma.

2.- La encuesta como simulación. Morena decidió (o mejor dicho su jefe nato) optar por las encuestas para nombrar a los “coordinadores” de la Ciudad, de los futuros presidentes municipales y de los diputados locales y federales, como una forma de evadir las restricciones que impone ley electoral, en cuanto a tiempos legales. El saldo de dicho método ha sido explosivo en la Ciudad de México, ya que al momento de escribir estas notas se asoma una posible ruptura de Monreal con Morena. La respuesta inmediata del tabasqueño ha sido difundir unos resultados que pudieron ser inventados en un escritorio, donde Sheinbaum resulta triunfadora.

3. - El meollo del tema. Morena es un agrupamiento de feligreses de una iglesia y no la suma de individuos diversos y libres. Ante ello, lo que estamos viendo es la designación autoritaria de sus candidatos a puestos de elección popular por parte de un fundamentalista, con la apariencia de “encuestas”, sin que se diga qué empresa realizó la investigación y con qué metodología.Por si algo faltara para confirmar el carácter despótico y verticalista de la conducción de Morena, es la vía para nombrar a su candidato a la presidencia para el 2018, en donde resulta inimaginable que alguien se la dispute a AMLO. Y la pregunta ingenua y llena de candidez sería ¿También habrá encuesta para nombrar al candidato a ocupar la silla presidencial? Por supuesto, resulta una broma siquiera pensarlo.

4.- El PRI, el otro grupo de tramoyistas. En la pista tricolor también se ejerce el desfile cíclico de máscaras. Ahí, a diferencia de Morena, la disciplina se localiza en “sectores”, quienes mediante múltiples canónigas apoyan acríticamente la línea presidencial. Muchas decenas de años garantizan el ejercicio aceitado de la genuflexión y la abyección. La reciente asamblea nacional priista ratificó las liturgias y la quema de incienso al inquilino de Los Pinos. Toda la faramalla dé discusiones regionales y temáticas fue parte del juego simulador. Los “disidentes”, no lo fueron tanto, al final se plegaron a la aceitada maquinaria de búfalos y matraqueros oficiales y oficiosos. Sus prioridades cambiaron, ya no hablen de “métodos democráticos”, sino de acomodarse para la futura repartición de posiciones y espacios. Son “prácticos”, mejor dicho, oportunistas y carentes de coherencia y dignidad básica. Al final, con una comida en Los Pinos con los expresidentes priistas, el partido dejo listo el camino para que Peña decida al candidato presidencial. El y solo él ungirá al portador del estandarte priista. Quién sabe si al próximo presidente.

Epílogo. Como se desprende de las líneas anteriores, Morena y el PRI tienen esencialmente los mismos reflejos autoritarios. Un rasgo que también los asemeja es su abierta oposición al fortalecimiento del poder legislativo. Solo creen en el presidencialismo meta constitucional y faraónico. Al fin, son simplemente farsantes.

pedropenaloza@yahoo.com/@pedro_penaloz

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