/ miércoles 19 de julio de 2017

Mandela. Larga lucha

Ayer se conmemoró el Día Internacional de Nelson Mandela. “Por la paz, la democracia y la libertad” es su lema, bajo una iniciativa de la Asamblea General de Naciones Unidas en 2009 que tiene que seguir valorándose en todos sus significados.

Mandela nació el 18 de julio  de 1918 en Mvezo, Sudáfrica, y ha sido considerado como el personaje más importante del siglo XX. De sus 95 años de vida –falleció en 2013- casi 70 los dedicó a luchar contra la segregación oficial del apartheid con una serie de luchadores sociales y políticos, entre ellos su segunda esposa Winnie Mandela, a través del Consejo Nacional Africano.

Su vida tan longeva y su obra tan vasta, tuvieron sus claroscuros; pero sin  lugar a dudas los resultados de la lucha de la que fue la cabeza más visible explican el porqué su figura se enaltece con los años y para generaciones venideras.

Considerado como un preso de conciencia por más de 27 años que estuvo encarcelado, logró lo que desde la colonización sufrió su gente: terminar con las oprobiosas leyes discriminatorias activas desde la llegada de los portugueses y posteriormente de ingleses y holandeses.

En 1964, después del famoso Juicio de Rivonia, es condenado a cadena perpetua pero desde las cárceles en donde estuvo confinado (en Robben Island la mayor parte) transcurrieron los hechos que decidieron las acciones futuras que desenlazarían las negociaciones que el Consejo Nacional Africano que inició en 1985.

No está por demás señalar que dentro de la propia Sudáfrica y en el resto del Continente Africano, había opositores al  movimiento de Madiba; incluso dentro de la mayoría de la población negra: aquella que deseaba, a costa de mantener determinados privilegios inclusive dentro de los bantustanes, zonas especiales exclusivamente para negros.

Junto con el presidente De Klerk -último Presidente blanco de Sudáfrica-, Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz y en 1994 gana las elecciones con una amplia mayoría, por lo que se convierte en el primer Presidente negro democráticamente elegido.

A partir de su Presidencia que duró cuatro años se dedicó a dar continuidad a la defensa de los derechos humanos, la democracia y a combatir las peores enfermedades del siglo como el Sida. Continuó también la ardua tarea en contra de la pobreza y a llevar el mayor número de recursos financieros externos para elevar el bienestar de su pueblo: blancos, negros y asiáticos por igual, en lo que él llamó una “nación arcoíris”.

En 2015, la ONU decidió ampliar el sentido del Día Internacional de Mandela para promover circunstancias decorosas para los reclusos; idea que por extensión involucra a todos los países del mundo y que favorecería a las personas que independientemente de los delitos cometidos, tienen derecho a condiciones dignas como seres humanos.

Mandela hasta que tuvo conciencia de ello, supo que su lucha apenas comenzaba y que faltaba un largo camino que recorrer como fue su propia vida.

Ayer se conmemoró el Día Internacional de Nelson Mandela. “Por la paz, la democracia y la libertad” es su lema, bajo una iniciativa de la Asamblea General de Naciones Unidas en 2009 que tiene que seguir valorándose en todos sus significados.

Mandela nació el 18 de julio  de 1918 en Mvezo, Sudáfrica, y ha sido considerado como el personaje más importante del siglo XX. De sus 95 años de vida –falleció en 2013- casi 70 los dedicó a luchar contra la segregación oficial del apartheid con una serie de luchadores sociales y políticos, entre ellos su segunda esposa Winnie Mandela, a través del Consejo Nacional Africano.

Su vida tan longeva y su obra tan vasta, tuvieron sus claroscuros; pero sin  lugar a dudas los resultados de la lucha de la que fue la cabeza más visible explican el porqué su figura se enaltece con los años y para generaciones venideras.

Considerado como un preso de conciencia por más de 27 años que estuvo encarcelado, logró lo que desde la colonización sufrió su gente: terminar con las oprobiosas leyes discriminatorias activas desde la llegada de los portugueses y posteriormente de ingleses y holandeses.

En 1964, después del famoso Juicio de Rivonia, es condenado a cadena perpetua pero desde las cárceles en donde estuvo confinado (en Robben Island la mayor parte) transcurrieron los hechos que decidieron las acciones futuras que desenlazarían las negociaciones que el Consejo Nacional Africano que inició en 1985.

No está por demás señalar que dentro de la propia Sudáfrica y en el resto del Continente Africano, había opositores al  movimiento de Madiba; incluso dentro de la mayoría de la población negra: aquella que deseaba, a costa de mantener determinados privilegios inclusive dentro de los bantustanes, zonas especiales exclusivamente para negros.

Junto con el presidente De Klerk -último Presidente blanco de Sudáfrica-, Mandela recibió el Premio Nobel de la Paz y en 1994 gana las elecciones con una amplia mayoría, por lo que se convierte en el primer Presidente negro democráticamente elegido.

A partir de su Presidencia que duró cuatro años se dedicó a dar continuidad a la defensa de los derechos humanos, la democracia y a combatir las peores enfermedades del siglo como el Sida. Continuó también la ardua tarea en contra de la pobreza y a llevar el mayor número de recursos financieros externos para elevar el bienestar de su pueblo: blancos, negros y asiáticos por igual, en lo que él llamó una “nación arcoíris”.

En 2015, la ONU decidió ampliar el sentido del Día Internacional de Mandela para promover circunstancias decorosas para los reclusos; idea que por extensión involucra a todos los países del mundo y que favorecería a las personas que independientemente de los delitos cometidos, tienen derecho a condiciones dignas como seres humanos.

Mandela hasta que tuvo conciencia de ello, supo que su lucha apenas comenzaba y que faltaba un largo camino que recorrer como fue su propia vida.