/ jueves 30 de diciembre de 2021

Agua del molino | Qué se debe festejar

El mundo se aloca bajo la corriente arrolladora del consumismo, como si se tratara en estas fechas de sólo enriquecer a los comerciantes. En rigor para qué se regala, por qué se regala. ¿Por costumbre, por hábito, porque sí? El “rito” es en gran medida regalar en beneficio exclusivo de los comerciantes. Pocos piensan o creen en la esencia de esa costumbre. ¿Se les ha ocurrido suponer, suponer siquiera, que el alma de ella es festejar que hace veintiún siglos nació quien con su mensaje trazó el camino de la cultura occidental (llamada por Toynbee judeocristiana), para mí con aroma helénico, que distingue el paso del hombre por la tierra dejando una huella cultural inmensa, trascendente y espiritual?

Estoy leyendo un libro extraordinario de Irvin D. Yalom, “El enigma de Spinoza”, cuya tesis fundamental es que lo que llamamos Dios, con lo que coincide totalmente Einstein, devoto lector y estudioso de Spinoza, incluye todo lo que es equivalente a la naturaleza, toda substancia, que “no juega a los dados con el universo” (Einstein); siendo que lo que ocurre, sin excepción, “sucede de acuerdo con las ordenadas leyes de la naturaleza”. Es decir, que no hay separación entre la llamada materia natural y esa substancia que en realidad es el espíritu. Yo entiendo lo anterior de la siguiente manera; somos espíritu manifestado en un cuerpo, lo cual comprenderá perfectamente el lector si se hace cargo de que mi Alma Mater es la UNAM que Habla por el Espíritu, que se Expresa a través del Espíritu; Hablar y Expresar que son el cuerpo de tal Espíritu, su forma exterior. En consecuencia no hay separación entre el cuerpo y el Espíritu. Lo que me hace pensar, por ejemplo, en el David de Miguel Ángel: mármol espiritualizado. ¿Pero que se festeja o se debe festejar al inicio del año 2022? Que ha llegado el momento de recapacitar en nuestro verdadero destino cuando la pandemia le da una sacudida tremenda al mundo, como si le dijera “toma conciencia de lo que en realidad eres”. La verdad es que hemos confundido la realidad bajo el peso, ya lo dije, de las enormes presiones consumistas. Yalom nos recuerda que Spinoza, en su “Ética”, sostiene la tesis de “superar la esclavitud de las pasiones”. No se trata aquí de un mensaje religioso sino de profundo contenido axiológico, totalmente ajeno a la religión. No se olvide que Spinoza abrió las puertas al Renacimiento creando las bases del Estado laico, democrático y de plena libertad en la manifestación de las ideas. Sí, 2022 debe ser para superar la esclavitud de las pasiones en el sentido de no tener inclinaciones o preferencias por aquello que nos aleje de nuestra estricta condición Humana, que nos distraiga del poder Espiritual que no es sino la concentración de uno en uno mismo. Me explico. Nos hemos perdido a nosotros mismos, no nos encontramos. Recorre el mundo, junto con la pandemia, el hastío de estar solos, alejados de lo esencial, cayendo en la frivolidad que atolondra y que en vez de distraer confunde. Nuestro divorcio de la naturaleza es ya dramático y por eso se ha ido apagando la palabra del Espíritu. Y son miles, millones, los que quieren renacer en una nueva raza cuya fuerza Espiritual nos guíe hacia la gran verdad de que no somos sólo lo que se ha comprado y vendido. El Dios de Spinoza, en el que apasionadamente cree Einstein, no es un mercader ni tampoco una mercancía. Yalom lo revela magistralmente en su libro: es la palabra que nos descubre, que nos pone ante nosotros y en nosotros mismos como parte fundamental que somos de una Vida que no se extingue. Bienvenido 2022.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL


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Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca


El mundo se aloca bajo la corriente arrolladora del consumismo, como si se tratara en estas fechas de sólo enriquecer a los comerciantes. En rigor para qué se regala, por qué se regala. ¿Por costumbre, por hábito, porque sí? El “rito” es en gran medida regalar en beneficio exclusivo de los comerciantes. Pocos piensan o creen en la esencia de esa costumbre. ¿Se les ha ocurrido suponer, suponer siquiera, que el alma de ella es festejar que hace veintiún siglos nació quien con su mensaje trazó el camino de la cultura occidental (llamada por Toynbee judeocristiana), para mí con aroma helénico, que distingue el paso del hombre por la tierra dejando una huella cultural inmensa, trascendente y espiritual?

Estoy leyendo un libro extraordinario de Irvin D. Yalom, “El enigma de Spinoza”, cuya tesis fundamental es que lo que llamamos Dios, con lo que coincide totalmente Einstein, devoto lector y estudioso de Spinoza, incluye todo lo que es equivalente a la naturaleza, toda substancia, que “no juega a los dados con el universo” (Einstein); siendo que lo que ocurre, sin excepción, “sucede de acuerdo con las ordenadas leyes de la naturaleza”. Es decir, que no hay separación entre la llamada materia natural y esa substancia que en realidad es el espíritu. Yo entiendo lo anterior de la siguiente manera; somos espíritu manifestado en un cuerpo, lo cual comprenderá perfectamente el lector si se hace cargo de que mi Alma Mater es la UNAM que Habla por el Espíritu, que se Expresa a través del Espíritu; Hablar y Expresar que son el cuerpo de tal Espíritu, su forma exterior. En consecuencia no hay separación entre el cuerpo y el Espíritu. Lo que me hace pensar, por ejemplo, en el David de Miguel Ángel: mármol espiritualizado. ¿Pero que se festeja o se debe festejar al inicio del año 2022? Que ha llegado el momento de recapacitar en nuestro verdadero destino cuando la pandemia le da una sacudida tremenda al mundo, como si le dijera “toma conciencia de lo que en realidad eres”. La verdad es que hemos confundido la realidad bajo el peso, ya lo dije, de las enormes presiones consumistas. Yalom nos recuerda que Spinoza, en su “Ética”, sostiene la tesis de “superar la esclavitud de las pasiones”. No se trata aquí de un mensaje religioso sino de profundo contenido axiológico, totalmente ajeno a la religión. No se olvide que Spinoza abrió las puertas al Renacimiento creando las bases del Estado laico, democrático y de plena libertad en la manifestación de las ideas. Sí, 2022 debe ser para superar la esclavitud de las pasiones en el sentido de no tener inclinaciones o preferencias por aquello que nos aleje de nuestra estricta condición Humana, que nos distraiga del poder Espiritual que no es sino la concentración de uno en uno mismo. Me explico. Nos hemos perdido a nosotros mismos, no nos encontramos. Recorre el mundo, junto con la pandemia, el hastío de estar solos, alejados de lo esencial, cayendo en la frivolidad que atolondra y que en vez de distraer confunde. Nuestro divorcio de la naturaleza es ya dramático y por eso se ha ido apagando la palabra del Espíritu. Y son miles, millones, los que quieren renacer en una nueva raza cuya fuerza Espiritual nos guíe hacia la gran verdad de que no somos sólo lo que se ha comprado y vendido. El Dios de Spinoza, en el que apasionadamente cree Einstein, no es un mercader ni tampoco una mercancía. Yalom lo revela magistralmente en su libro: es la palabra que nos descubre, que nos pone ante nosotros y en nosotros mismos como parte fundamental que somos de una Vida que no se extingue. Bienvenido 2022.


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