/ domingo 12 de marzo de 2023

Arte y Academia | Entrevistar a tres artistas al mismo tiempo: sí se puede

¡En algunas ocasiones, y como a todos suele ocurrir: Los “perios” tampoco nos escapamos de esos “bichos raros” que suelen ocurrirnos, y, que solemos explicar, simplemente: como: “cosas fuera de lo común”. Tal y como a mí me ocurrió en cierta ocasión, es aconsejable, lo aseguro, tener paciencia, y ver todo, además, por su lado bueno . Especialmente, cuando nos toca atender las necesarias “guardias informativas del anochecer”. Mismas que, por obligación, nos las vamos turnando, ya que se trata de una labor que, como suelen decir los abuelitos: “No se debe quedar al garete”. Ya que podría presentarse –y como repetidamente ocurre--, alguna emergencia, que, como comentamos líneas arriba, no se debe dejar a la deriva, ni mucho menos, así: “al “garete”. Por esta razón, este tipo de labores periodísticas, se atienden lo mismo en horarios matutinos que en vespertinos o nocturnos, prolongándose la atención hasta la medianoche, para unificarla hacia el instante mismo del “cierre de edición”.

Así que, a mí, dentro de las actividades matutinas de la sección cultural establecida en uno de mis diarios más amados y para el cual laboré por espacio de 22 años, tuve el honor de atender la presencia del prestigiado escritor Arturo Azuela, mismo quien, al visitarnos, llevaba consigo también, la muy reciente edición del que fuera uno de sus más leídos libros: “Un tal José Salomé”. Y a mí, como casi siempre me ocurre, sentí mucha alegría, que mi jefe inmediato, el joven periodista, Eduardo Camacho Suárez, me ordenase entrevistarlo con tan excelente motivo, y justamente, a partir, de eses momento.

Así que ni tarda, ni perezosa, preparé los trastos necesarios. Tales como grabadora, pluma, libreta y, claro, con el imprescindible apoyo profesional de un compañero fotógrafo, quien desde luego está totalmente fuera del vocablo: “trasto”.

Pero…las cosas en aquella fresca madrugada de invierno, no se quedaron solamente así, puesto que el ya para entonces, el famoso grabador, Jesús Álvarez Amaya, llegó a los 10 minutos siguientes, para comentarme que ya se estaba organizando una exposición interna, en el Taller de Gráfica Popular, situado cerca del Hospital General, y con una temática que contenía, de acuerdo a sus explicaciones, protestas importantes relacionadas con los acontecimientos difíciles que en ese momento estaban surgiendo en México, y que él, los había enfocado dentro de lenguajes estéticos realistamente críticos. Y claro, lo correcto…lo normal y lo periodístico, consistió, igualmente, en absorber, con la misma alegría, una entrevista más. La cual, y por supuesto, tendría que ser aplicada sin la menor pérdida de tiempo.

Y puedo jurarles que no miento –de lo contrario que la Patria me lo demande--; ya que al chico rato, llegó a saludarme con su encantadora sonrisa, y su delicioso trato de Caballero Andante, uno de nuestros más talentosos e importantes directores de orquesta en el mundo: El por siempre amado y recordado Maestro: Luis Herrera de la Fuente, quien además de su extensa carrera musical, atendida por él hasta poco antes de fallecer, a los 98 años de edad, llegó igualmente con un estupendo libro de autoría propia, sobre asuntos musicales, y de muy reciente publicación.

Bueno, y la atención a tan imprescindible personaje, resultó también –al igual que con los otros dos caballeros mencionados–, atendido, igualmente, con carácter prioritario y orgullosamente indispensable también, mediante los procedimientos de un suceso informativo tan interesante, como auténtico e innegablemente afortunado.

Debo admitir que, a pesar, de que las temáticas eran no sólo trascendentes, sino polarizadamente distintas y sumamente especiales, yo me las arreglé para que todo resultara de la mejor manera posible. Y, que aquel tan, --llamémoslo así--, “reto reporteril”; lograse sin duda, concedernos, las soluciones precisas que de manera tan suigéneris y sorpresiva se me presentaron. o, como suele decirse, y con justa razón, fuera del orden acostumbrado, aunque, al mismo tiempo, y sin lugar a dudas, igualmente inolvidables y hasta divertidas.

Experiencia que, suman o nos proporciona, conceptos más claros y holísticos, acerca de los múltiples espacios que disfrutamos dentro de la vida cultural organizada en nuestro país. Vivencias, que, honestamente, creo que no les ha ocurrido --al igual que a mí--, ni tan de repente, ni tan seguido, a mis queridos colegas de fuente--. Y más aún, con la coincidente unidad de personalidades que las jefaturas tienen merecidamente registradas como: “Personajes especiales de ocho columnas”. Nada más, ni nada menos, que así…. Y bueno, como me dio mucha alegría, recordar asuntos de trabajo y detalles –que no dejan de ser chistosos, en nuestro diario acontecer “chambístico”—, me despido, por lo pronto … con un gran Beso.

¡En algunas ocasiones, y como a todos suele ocurrir: Los “perios” tampoco nos escapamos de esos “bichos raros” que suelen ocurrirnos, y, que solemos explicar, simplemente: como: “cosas fuera de lo común”. Tal y como a mí me ocurrió en cierta ocasión, es aconsejable, lo aseguro, tener paciencia, y ver todo, además, por su lado bueno . Especialmente, cuando nos toca atender las necesarias “guardias informativas del anochecer”. Mismas que, por obligación, nos las vamos turnando, ya que se trata de una labor que, como suelen decir los abuelitos: “No se debe quedar al garete”. Ya que podría presentarse –y como repetidamente ocurre--, alguna emergencia, que, como comentamos líneas arriba, no se debe dejar a la deriva, ni mucho menos, así: “al “garete”. Por esta razón, este tipo de labores periodísticas, se atienden lo mismo en horarios matutinos que en vespertinos o nocturnos, prolongándose la atención hasta la medianoche, para unificarla hacia el instante mismo del “cierre de edición”.

Así que, a mí, dentro de las actividades matutinas de la sección cultural establecida en uno de mis diarios más amados y para el cual laboré por espacio de 22 años, tuve el honor de atender la presencia del prestigiado escritor Arturo Azuela, mismo quien, al visitarnos, llevaba consigo también, la muy reciente edición del que fuera uno de sus más leídos libros: “Un tal José Salomé”. Y a mí, como casi siempre me ocurre, sentí mucha alegría, que mi jefe inmediato, el joven periodista, Eduardo Camacho Suárez, me ordenase entrevistarlo con tan excelente motivo, y justamente, a partir, de eses momento.

Así que ni tarda, ni perezosa, preparé los trastos necesarios. Tales como grabadora, pluma, libreta y, claro, con el imprescindible apoyo profesional de un compañero fotógrafo, quien desde luego está totalmente fuera del vocablo: “trasto”.

Pero…las cosas en aquella fresca madrugada de invierno, no se quedaron solamente así, puesto que el ya para entonces, el famoso grabador, Jesús Álvarez Amaya, llegó a los 10 minutos siguientes, para comentarme que ya se estaba organizando una exposición interna, en el Taller de Gráfica Popular, situado cerca del Hospital General, y con una temática que contenía, de acuerdo a sus explicaciones, protestas importantes relacionadas con los acontecimientos difíciles que en ese momento estaban surgiendo en México, y que él, los había enfocado dentro de lenguajes estéticos realistamente críticos. Y claro, lo correcto…lo normal y lo periodístico, consistió, igualmente, en absorber, con la misma alegría, una entrevista más. La cual, y por supuesto, tendría que ser aplicada sin la menor pérdida de tiempo.

Y puedo jurarles que no miento –de lo contrario que la Patria me lo demande--; ya que al chico rato, llegó a saludarme con su encantadora sonrisa, y su delicioso trato de Caballero Andante, uno de nuestros más talentosos e importantes directores de orquesta en el mundo: El por siempre amado y recordado Maestro: Luis Herrera de la Fuente, quien además de su extensa carrera musical, atendida por él hasta poco antes de fallecer, a los 98 años de edad, llegó igualmente con un estupendo libro de autoría propia, sobre asuntos musicales, y de muy reciente publicación.

Bueno, y la atención a tan imprescindible personaje, resultó también –al igual que con los otros dos caballeros mencionados–, atendido, igualmente, con carácter prioritario y orgullosamente indispensable también, mediante los procedimientos de un suceso informativo tan interesante, como auténtico e innegablemente afortunado.

Debo admitir que, a pesar, de que las temáticas eran no sólo trascendentes, sino polarizadamente distintas y sumamente especiales, yo me las arreglé para que todo resultara de la mejor manera posible. Y, que aquel tan, --llamémoslo así--, “reto reporteril”; lograse sin duda, concedernos, las soluciones precisas que de manera tan suigéneris y sorpresiva se me presentaron. o, como suele decirse, y con justa razón, fuera del orden acostumbrado, aunque, al mismo tiempo, y sin lugar a dudas, igualmente inolvidables y hasta divertidas.

Experiencia que, suman o nos proporciona, conceptos más claros y holísticos, acerca de los múltiples espacios que disfrutamos dentro de la vida cultural organizada en nuestro país. Vivencias, que, honestamente, creo que no les ha ocurrido --al igual que a mí--, ni tan de repente, ni tan seguido, a mis queridos colegas de fuente--. Y más aún, con la coincidente unidad de personalidades que las jefaturas tienen merecidamente registradas como: “Personajes especiales de ocho columnas”. Nada más, ni nada menos, que así…. Y bueno, como me dio mucha alegría, recordar asuntos de trabajo y detalles –que no dejan de ser chistosos, en nuestro diario acontecer “chambístico”—, me despido, por lo pronto … con un gran Beso.