/ jueves 14 de abril de 2022

Cable Diplomático | La lucha por una idea 

Mi padre solía recordar con frecuencia diversas citas notables y de personas famosas sobre el poder de las ideas y lo que la gente estaba dispuesta a hacer por ellas. Recuerdo con claridad que contaba una anécdota sobre los sacrificios y esfuerzos que una persona haría en una situación hipotética por dinero e incrementaba la cantidad hasta hacer un símil entre ello y las ideas. Decía, para finalizar la anécdota, que no hay nada más poderoso que una idea porque de esa forma se podían mover montañas.

He estado pensando mucho en aquellas anécdotas sobre el enorme poder de convencimiento y de acción que una idea puede tener sobre una persona, un grupo de personas, una comunidad o un país; inclusive desde hace un par de semanas hablé sobre cómo se construye la narrativa y ello es precisamente el preámbulo de por qué esto es tan importante: porque ello desemboca en ideas específicas que se enraízan en nuestra mente, en nuestras emociones y se transforman en acciones. Por eso hay que tener cuidado con lo pensamos, porque tarde o temprano, nos acabamos convirtiendo en eso mismo.

Ejemplos los hay varios. El primero que se me viene a la mente es la guerra de Rusia contra Ucrania y la aparente sinrazón de que el primero haya invadido al segundo. Pero si nos detenemos a pensar un poco encontraremos algunas pistas en la entrevista que da el canciller ruso a los medios internacionales donde afirma que esta es una guerra ideológica y que simboliza el eterno enfrentamiento con occidente, contra la expansión y contra la imposición de una visión sobre el mundo. Quizá se equivoca en el diagnóstico, pero queda claro que esta conflagración proviene de una idea anclada en la mente de algunos sobre lo que significa el “expansionismo de occidente” y porqué eso resultaría en una amenaza directa con Rusia (o lo que representa). Dicho lo anterior, allí están justamente las pistas para entender este conflicto. ¿Cómo es posible que la gente lo crea? Muchos nos preguntamos lo mismo, pero también hay respuestas claras: la propaganda, la información, los medios, pero sobre todo porque lo anterior se hace de modo que confirma lo que ya pensamos previamente; es decir, las circunstancias confirman nuestra condición (al menos, la forma en que lo percibimos). Salir de este embrollo no es nada fácil, porque requiere que tengamos la capacidad de vernos al espejo y desentrañar aquellas ideas que están en nuestro interior y que analicemos las cosas como son.

Lo más difícil, dicen muchos psicólogos, no es tratar de entender lo que sabemos, sino darnos cuenta de qué es lo que no sabemos de nosotros, porque ello es lo que nos condiciona de forma inconsciente. En México: ¿cuántas ideas sobre la nuestra propia realidad existen de esta manera? ¿cuántas acciones y conductas están basadas en estas imágenes y simbolismos preconcebidos? La reflexión es la siguiente: si no aprendemos a cuestionarnos todo aquello que creemos, corremos el riesgo de funcionar en piloto automático y que sean las ideas del mundo que otros nos han dado las que guíen nuestro actuar.

Mi padre solía recordar con frecuencia diversas citas notables y de personas famosas sobre el poder de las ideas y lo que la gente estaba dispuesta a hacer por ellas. Recuerdo con claridad que contaba una anécdota sobre los sacrificios y esfuerzos que una persona haría en una situación hipotética por dinero e incrementaba la cantidad hasta hacer un símil entre ello y las ideas. Decía, para finalizar la anécdota, que no hay nada más poderoso que una idea porque de esa forma se podían mover montañas.

He estado pensando mucho en aquellas anécdotas sobre el enorme poder de convencimiento y de acción que una idea puede tener sobre una persona, un grupo de personas, una comunidad o un país; inclusive desde hace un par de semanas hablé sobre cómo se construye la narrativa y ello es precisamente el preámbulo de por qué esto es tan importante: porque ello desemboca en ideas específicas que se enraízan en nuestra mente, en nuestras emociones y se transforman en acciones. Por eso hay que tener cuidado con lo pensamos, porque tarde o temprano, nos acabamos convirtiendo en eso mismo.

Ejemplos los hay varios. El primero que se me viene a la mente es la guerra de Rusia contra Ucrania y la aparente sinrazón de que el primero haya invadido al segundo. Pero si nos detenemos a pensar un poco encontraremos algunas pistas en la entrevista que da el canciller ruso a los medios internacionales donde afirma que esta es una guerra ideológica y que simboliza el eterno enfrentamiento con occidente, contra la expansión y contra la imposición de una visión sobre el mundo. Quizá se equivoca en el diagnóstico, pero queda claro que esta conflagración proviene de una idea anclada en la mente de algunos sobre lo que significa el “expansionismo de occidente” y porqué eso resultaría en una amenaza directa con Rusia (o lo que representa). Dicho lo anterior, allí están justamente las pistas para entender este conflicto. ¿Cómo es posible que la gente lo crea? Muchos nos preguntamos lo mismo, pero también hay respuestas claras: la propaganda, la información, los medios, pero sobre todo porque lo anterior se hace de modo que confirma lo que ya pensamos previamente; es decir, las circunstancias confirman nuestra condición (al menos, la forma en que lo percibimos). Salir de este embrollo no es nada fácil, porque requiere que tengamos la capacidad de vernos al espejo y desentrañar aquellas ideas que están en nuestro interior y que analicemos las cosas como son.

Lo más difícil, dicen muchos psicólogos, no es tratar de entender lo que sabemos, sino darnos cuenta de qué es lo que no sabemos de nosotros, porque ello es lo que nos condiciona de forma inconsciente. En México: ¿cuántas ideas sobre la nuestra propia realidad existen de esta manera? ¿cuántas acciones y conductas están basadas en estas imágenes y simbolismos preconcebidos? La reflexión es la siguiente: si no aprendemos a cuestionarnos todo aquello que creemos, corremos el riesgo de funcionar en piloto automático y que sean las ideas del mundo que otros nos han dado las que guíen nuestro actuar.