/ martes 12 de mayo de 2020

Cambio Climático 2020

Por: Carlos Camacho Gaos

Con la pandemia generada por la expansión vertiginosa del coronavirus, afectando globalmente durante un periodo de tiempo suficientemente largo, se ha puesto de manifiesto que los objetivos de la agenda 2030 y de la conferencia de cambio climático pueden no estar tan lejanos si se logra la perspectiva correcta y se trabaja en una concertación de acciones globalmente.

No es que se haya tenido en ocasión del Covid-19 una acción ejemplar en términos de cooperación y colaboración internacional, lejos de ello, aún los organismos como las Naciones Unidas han tenido un papel en todo caso secundario y cada Estado ha visto por su propia seguridad sanitaria.

Sin embargo, el resultado de realizar acciones similares por las distintas administraciones gubernamentales ha redundado en términos de contaminación y disminución de la capa de ozono en efectos que son palpables por señalar los más obvios, no obstante, se pudiera decir que algunos de los objetivos de la agenda 2030 en términos de preocupación y solidaridad humana han tenido mayor atención durante estos primeros cuatro meses del año.

El primer cuestionamiento que empieza a surgir es si se aprovechará la oportunidad de reiniciar las actividades económicas bajo otra perspectiva que lleve a acercarnos a la ruta hacia la consecución de los objetivos de la agenda 2030. Ciertamente el costo en términos de vidas y de la economía que trae la pandemia, son enormes y aunque aún no son cuantificados en su magnitud y difíciles de describir, es obvio que impactarán particularmente en el tema de pobreza.

Ahora bien, se señala que el apoyo gubernamental que están realizando varios países puede tener una orientación clara hacia la generación de energías limpias, pero el argumento enfrenta la realidad de que la prioridad debe ser la recuperación de la actividad y el empleo como estaba en diciembre pasado en el menor tiempo posible.

La decisión no es sencilla, pues ante la impostergable necesidad de restaurar la economía, el mismo hecho del surgimiento, expansión e impacto de la pandemia, muestra lo frágil que es el estado que guardan las estructuras de las sociedades en temas como salud y seguridad social, y aunque no se conciben de la misma manera los efectos del cambio climático, por parte de todos los individuos, la realidad es que habremos de enfrentarlas como un ente organizado, de otra manera las consecuencias pueden ser de muchísimo mayor impacto que lo que estamos viviendo.

La necesidad de atender el cambio climático sigue siendo la misma que hace cuatro meses y no debería perder relevancia en las agendas de políticas públicas de todas las naciones.

En la Unión Europea se discute abiertamente la orientación de los apoyos de restauración económica hacia una economía más amigable con el medio ambiente y dirigida a combatir el cambio climático disminuyendo dramáticamente el uso del carbón; en los Estados Unidos se pretende apoyar fiscalmente a las empresas que generan energías limpias, pues se considera que ahora es la oportunidad de hacer la diferencia.

En nuestro país, gravemente afectado por la crisis sanitaria y económica que se desarrolla no debemos atentar contra el desarrollo de energías limpias en función de la costosísima defensa de la empresa paraestatal petrolera.



Director de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México.

Por: Carlos Camacho Gaos

Con la pandemia generada por la expansión vertiginosa del coronavirus, afectando globalmente durante un periodo de tiempo suficientemente largo, se ha puesto de manifiesto que los objetivos de la agenda 2030 y de la conferencia de cambio climático pueden no estar tan lejanos si se logra la perspectiva correcta y se trabaja en una concertación de acciones globalmente.

No es que se haya tenido en ocasión del Covid-19 una acción ejemplar en términos de cooperación y colaboración internacional, lejos de ello, aún los organismos como las Naciones Unidas han tenido un papel en todo caso secundario y cada Estado ha visto por su propia seguridad sanitaria.

Sin embargo, el resultado de realizar acciones similares por las distintas administraciones gubernamentales ha redundado en términos de contaminación y disminución de la capa de ozono en efectos que son palpables por señalar los más obvios, no obstante, se pudiera decir que algunos de los objetivos de la agenda 2030 en términos de preocupación y solidaridad humana han tenido mayor atención durante estos primeros cuatro meses del año.

El primer cuestionamiento que empieza a surgir es si se aprovechará la oportunidad de reiniciar las actividades económicas bajo otra perspectiva que lleve a acercarnos a la ruta hacia la consecución de los objetivos de la agenda 2030. Ciertamente el costo en términos de vidas y de la economía que trae la pandemia, son enormes y aunque aún no son cuantificados en su magnitud y difíciles de describir, es obvio que impactarán particularmente en el tema de pobreza.

Ahora bien, se señala que el apoyo gubernamental que están realizando varios países puede tener una orientación clara hacia la generación de energías limpias, pero el argumento enfrenta la realidad de que la prioridad debe ser la recuperación de la actividad y el empleo como estaba en diciembre pasado en el menor tiempo posible.

La decisión no es sencilla, pues ante la impostergable necesidad de restaurar la economía, el mismo hecho del surgimiento, expansión e impacto de la pandemia, muestra lo frágil que es el estado que guardan las estructuras de las sociedades en temas como salud y seguridad social, y aunque no se conciben de la misma manera los efectos del cambio climático, por parte de todos los individuos, la realidad es que habremos de enfrentarlas como un ente organizado, de otra manera las consecuencias pueden ser de muchísimo mayor impacto que lo que estamos viviendo.

La necesidad de atender el cambio climático sigue siendo la misma que hace cuatro meses y no debería perder relevancia en las agendas de políticas públicas de todas las naciones.

En la Unión Europea se discute abiertamente la orientación de los apoyos de restauración económica hacia una economía más amigable con el medio ambiente y dirigida a combatir el cambio climático disminuyendo dramáticamente el uso del carbón; en los Estados Unidos se pretende apoyar fiscalmente a las empresas que generan energías limpias, pues se considera que ahora es la oportunidad de hacer la diferencia.

En nuestro país, gravemente afectado por la crisis sanitaria y económica que se desarrolla no debemos atentar contra el desarrollo de energías limpias en función de la costosísima defensa de la empresa paraestatal petrolera.



Director de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México.