/ jueves 4 de octubre de 2018

Costosas ocurrencias

El que no sabe de nada no duda de nada

George Herbert

1. ¿A quién le creemos? Es ya frecuente que AMLO dispare pronunciamientos que se caracterizan por no tener basamento legal y por contradecir a los miembros de su futuro gabinete. Todo indica que tendremos otro presidente que arribará al poder sin la menor idea de lo que debe hacer. Quizá, también, se asoma otro rasgo, el del autoritarismo en la toma de decisiones. Otro camino imaginable sería que el tabasqueño pudiera ser más cuidadoso con sus subalternos o quizá, en el peor de los casos, aplicarles una ley mordaza. Al menos, que sea estimulante despreciar y contradecir lo que afirman sus futuros empleados. Si esto es así, el trabajo de la psicología y la psiquiatría urgirían en la oficina del tabasqueño. Lamentablemente, la gran responsabilidad que tendrá López Obrador no se debe prestar a éstas curvas de aprendizaje, que pueden ser muy costosas para el erario público y frustrante para el electorado.

2. Jugando con la seguridad. AMLO anunció que a fines de octubre presentará su plan de seguridad. Será interesante analizarlo a la luz de las contradicciones públicas que se han venido presentando. Por ejemplo: decir que se va a crear una Guardia Civil a nivel nacional con apoyo del Ejército, la Marina y la Policía Federal, para formar dicho organismo, es, por decir lo menos, un monumento a la irresponsabilidad. No sólo porque desdiga a Alfonso Durazo, sino porque implica, ni más ni menos, militarizar a la seguridad pública. Por cierto, es sorprendente que las múltiples ONGs, que se declaran defensoras de derechos humanos, no hayan protestado inmediatamente por semejante postura del presidente electo. Muchos mensajes encierra ese silencio cómplice.

Fusionar a instituciones con distintos niveles de organización, formación, funciones y hasta de niveles salariales, es una apuesta al caos y a la ineficacia. Claro, puede ser que AMLO ya tomó la decisión de “no perder el tiempo” en formar integralmente a la Policía Federal, ni a impulsar la capacitación de las policías estatales y municipales, ya que usará a miles de elementos de la Marina y el Ejercito para cubrir el déficit que tendrá de policías. Camino sencillo, pero profundamente incorrecto, ya que las fuerzas castrenses no están capacitadas para brindar el servicio de la seguridad pública.

Epílogo. Por las evidencias públicas y documentales, el próximo gobierno apostará al espontaneísmo y a la impericia en un tema crucial para la gobernabilidad democrática, como lo es la Seguridad Pública. Quizá la paz prometida se convierta en una nueva versión de la pesadilla que ahora padecemos

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz




El que no sabe de nada no duda de nada

George Herbert

1. ¿A quién le creemos? Es ya frecuente que AMLO dispare pronunciamientos que se caracterizan por no tener basamento legal y por contradecir a los miembros de su futuro gabinete. Todo indica que tendremos otro presidente que arribará al poder sin la menor idea de lo que debe hacer. Quizá, también, se asoma otro rasgo, el del autoritarismo en la toma de decisiones. Otro camino imaginable sería que el tabasqueño pudiera ser más cuidadoso con sus subalternos o quizá, en el peor de los casos, aplicarles una ley mordaza. Al menos, que sea estimulante despreciar y contradecir lo que afirman sus futuros empleados. Si esto es así, el trabajo de la psicología y la psiquiatría urgirían en la oficina del tabasqueño. Lamentablemente, la gran responsabilidad que tendrá López Obrador no se debe prestar a éstas curvas de aprendizaje, que pueden ser muy costosas para el erario público y frustrante para el electorado.

2. Jugando con la seguridad. AMLO anunció que a fines de octubre presentará su plan de seguridad. Será interesante analizarlo a la luz de las contradicciones públicas que se han venido presentando. Por ejemplo: decir que se va a crear una Guardia Civil a nivel nacional con apoyo del Ejército, la Marina y la Policía Federal, para formar dicho organismo, es, por decir lo menos, un monumento a la irresponsabilidad. No sólo porque desdiga a Alfonso Durazo, sino porque implica, ni más ni menos, militarizar a la seguridad pública. Por cierto, es sorprendente que las múltiples ONGs, que se declaran defensoras de derechos humanos, no hayan protestado inmediatamente por semejante postura del presidente electo. Muchos mensajes encierra ese silencio cómplice.

Fusionar a instituciones con distintos niveles de organización, formación, funciones y hasta de niveles salariales, es una apuesta al caos y a la ineficacia. Claro, puede ser que AMLO ya tomó la decisión de “no perder el tiempo” en formar integralmente a la Policía Federal, ni a impulsar la capacitación de las policías estatales y municipales, ya que usará a miles de elementos de la Marina y el Ejercito para cubrir el déficit que tendrá de policías. Camino sencillo, pero profundamente incorrecto, ya que las fuerzas castrenses no están capacitadas para brindar el servicio de la seguridad pública.

Epílogo. Por las evidencias públicas y documentales, el próximo gobierno apostará al espontaneísmo y a la impericia en un tema crucial para la gobernabilidad democrática, como lo es la Seguridad Pública. Quizá la paz prometida se convierta en una nueva versión de la pesadilla que ahora padecemos

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz




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