/ domingo 31 de diciembre de 2023

Cultura a la mexicana

“Por el bien de todos, primero los pobres” …no hay duda


Enrique González Pedrero


Difícil izar una sentencia más incontrovertible en nuestros días, sobre todo que, para quienes pensamos que la dignidad del ser humano no tolera la existencia de pobreza y desigualdad en el mundo, resulta definitivamente cierta. Tan lo es, que ha sido avasallante como bandera en las campañas políticas por su eficiente utilidad al momento de comunicarse con los electores ya que refleja la prioridad con que se debe conducir todo gobernante y en nuestro caso, representa la visión de un estado mexicano conducido con equidad y centrado en quienes menos tienen. Pero también es difícil imaginar a ciudadanos mexicanos más pobres que nuestros hermanos indígenas, cuya situación no ha cambiado en lo más mínimo por el advenimiento de la Cuarta Transformación.

El próximo primero de enero se cumplen treinta años que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se levantó en armas declarándole la guerra al Gobierno de México, lo integraban miles de combatientes indígenas que tomaron cinco cabeceras municipales en el Estado de Chiapas. La rebelión buscaba reivindicar los derechos al “trabajo, tierra, techo, alimentación salud, independencia, libertad democracia justicia y paz” que históricamente le han sido negados. Demandas que a tres décadas de distancia siguen vigentes y desatendidas por las administraciones gubernamentales que se han sucedido, incluida la actual. Es importante decir que la situación ahora está agravada por la acción del crimen organizado que está muy presente en los territorios zapatistas.

En su momento, la insurrección atrajo la vista del mundo entero, que miraron con gran curiosidad el movimiento, personajes reconocidos de los ambientes culturales y políticos a nivel nacional e internacional que casi instantáneamente le hicieron patente su empatía al grado que el subcomandante Marcos, su vocero y líder visible, se convirtió en un verdadero rockstar. Gracias a ello, el gobierno del presidente Salinas de Gortari contuvo la furiosa represión que ya ejecutaba contra las comunidades indígenas rebeldes, su sucesor Ernesto Zedillo les dio y nos dio “atole con el dedo”, con la firma de los Acuerdos de San Andrés sobre los Derecho y Cultura Indígena, que a la fecha son letra muerta. Por su parte, Vicente Fox fanfarroneó afirmando que acabaría con el conflicto en tan solo quince minutos, lo que, desde luego, no cumplió y ni siquiera se ocupó. De ahí en adelante, quienes lo sucedieron se olvidaron del asunto igual que antes del levantamiento. Desde luego que como sociedad también nos toca parte de culpa en la injustificable insensibilidad con nuestros conciudadanos de los pueblos indígenas.

En estos días, las comunidades zapatistas anunciaron que en su “guerra contra el olvido”, recordarán los acontecimientos de 1994 mediante diversos actos que tendrán verificativo en su lugar y simultáneamente, simpatizantes de su causa programaron lo que llaman “La caravana de caravanas nacional e internacional” en la que participa gente de algunos estados de la república y de una veintena de países.

En tanto eso sucede, nosotros seguiremos testimoniando y tolerando las aburridas campañas que nos recetaron el gobierno y los partidos políticos que se pelean encarnizadamente y en estilo libre por lo que hace tiempo el Subcomandante Marcos llamó “el negocio” que significa gobernar a México.


“No aprendemos…ni hablar.”


napoleonef@hotmail.com

“Por el bien de todos, primero los pobres” …no hay duda


Enrique González Pedrero


Difícil izar una sentencia más incontrovertible en nuestros días, sobre todo que, para quienes pensamos que la dignidad del ser humano no tolera la existencia de pobreza y desigualdad en el mundo, resulta definitivamente cierta. Tan lo es, que ha sido avasallante como bandera en las campañas políticas por su eficiente utilidad al momento de comunicarse con los electores ya que refleja la prioridad con que se debe conducir todo gobernante y en nuestro caso, representa la visión de un estado mexicano conducido con equidad y centrado en quienes menos tienen. Pero también es difícil imaginar a ciudadanos mexicanos más pobres que nuestros hermanos indígenas, cuya situación no ha cambiado en lo más mínimo por el advenimiento de la Cuarta Transformación.

El próximo primero de enero se cumplen treinta años que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional se levantó en armas declarándole la guerra al Gobierno de México, lo integraban miles de combatientes indígenas que tomaron cinco cabeceras municipales en el Estado de Chiapas. La rebelión buscaba reivindicar los derechos al “trabajo, tierra, techo, alimentación salud, independencia, libertad democracia justicia y paz” que históricamente le han sido negados. Demandas que a tres décadas de distancia siguen vigentes y desatendidas por las administraciones gubernamentales que se han sucedido, incluida la actual. Es importante decir que la situación ahora está agravada por la acción del crimen organizado que está muy presente en los territorios zapatistas.

En su momento, la insurrección atrajo la vista del mundo entero, que miraron con gran curiosidad el movimiento, personajes reconocidos de los ambientes culturales y políticos a nivel nacional e internacional que casi instantáneamente le hicieron patente su empatía al grado que el subcomandante Marcos, su vocero y líder visible, se convirtió en un verdadero rockstar. Gracias a ello, el gobierno del presidente Salinas de Gortari contuvo la furiosa represión que ya ejecutaba contra las comunidades indígenas rebeldes, su sucesor Ernesto Zedillo les dio y nos dio “atole con el dedo”, con la firma de los Acuerdos de San Andrés sobre los Derecho y Cultura Indígena, que a la fecha son letra muerta. Por su parte, Vicente Fox fanfarroneó afirmando que acabaría con el conflicto en tan solo quince minutos, lo que, desde luego, no cumplió y ni siquiera se ocupó. De ahí en adelante, quienes lo sucedieron se olvidaron del asunto igual que antes del levantamiento. Desde luego que como sociedad también nos toca parte de culpa en la injustificable insensibilidad con nuestros conciudadanos de los pueblos indígenas.

En estos días, las comunidades zapatistas anunciaron que en su “guerra contra el olvido”, recordarán los acontecimientos de 1994 mediante diversos actos que tendrán verificativo en su lugar y simultáneamente, simpatizantes de su causa programaron lo que llaman “La caravana de caravanas nacional e internacional” en la que participa gente de algunos estados de la república y de una veintena de países.

En tanto eso sucede, nosotros seguiremos testimoniando y tolerando las aburridas campañas que nos recetaron el gobierno y los partidos políticos que se pelean encarnizadamente y en estilo libre por lo que hace tiempo el Subcomandante Marcos llamó “el negocio” que significa gobernar a México.


“No aprendemos…ni hablar.”


napoleonef@hotmail.com

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