/ domingo 5 de mayo de 2024

¡ … se dieron hasta con la cuchara!”

Palabras más, palabras menos, así expresaban su morbosidad quienes a mediados de siglo pasado tuvieron la oportunidad de presenciar las peleas de mujeres en las vecindades del centro de la Ciudad de México, por cierto, habitadas hasta el hacinamiento.

Tales altercados, generalmente eran motivados por el estrés y la presión de la vida cotidiana a que estaban sometidas aquellas personas que con frecuencia reaccionaban violentamente ante las permanentes situaciones conflictivas que vivían. Desde luego, la producción de los hechos violentos no ha cambiado, solo el escenario, pues en nuestra ciudad capital cada día hay menos vecindades y muchos más edificios de departamentos.

Esto lo escribo solo para explicar mis pensamientos al ver la transmisión del llamado segundo debate presidencial en el que las contendientes se dijeron de todo, casi no se guardaron “cucharas” para la tercera vuelta y desde luego, ambas se autoproclamaron ganadoras del enfrentamiento, por supuesto, también lo hizo Jorge Álvarez Máynez que le sacó provecho a su tiempo exponiendo con más detalle sus propuestas de gobierno aunque, en realidad, fue el espectador más cercano de la contienda que de vez en cuando le echaba una “manita” a la abanderada de la coalición MORENA-PT-PVEM, confirmando para muchos, su calidad de esquirol .asignada desde hace tiempo por la oposición.

Para algunos analistas fue una abierta batalla en el lodazal de la política mexicana y fuera del candidato de MC, faltaron: profundidad en las propuestas y detalles sobre cómo llevarlas a cabo por parte de las contendientes mujeres que se dedicaron a darse sin misericordia con las respectivas golpes bajos, casi sin reparar en la presencia del tercer aspirante a la silla presidencial que disciplinadamente insistió en un monólogo excluido del verdadero debate. Creo que en los famosos posdebates, transmitidos por las televisoras, los representantes de Movimiento Ciudadano fueron tomados más en cuenta por sus contrapartes, con quienes sí tuvieron oportunidad de polemizar con la ventaja de quien se mantiene casto y puro por no haber tenido la ocasión de pecar ya estando en el poder. Cierto, todavía no han tenido un presidente.

En mi opinión, la mayoría de los millones de espectadores que dice el Instituto Nacional Electoral vieron los debates, no esperaban escuchar las propuestas de los contendientes, contrastarlas y luego decidir su voto, desafortunadamente, como sociedad, todavía no estamos preparados para procesarlas en ese sentido, es más, tampoco los aspirantes a la presidencia han mostrado la capacidad para transmitirlas eficazmente, de ahí que lo que sobre todo se esperaba fue lo que apreciamos: una función de lucha superlibre en la que desde el inicio cada quien tiene a su favorito, rudo o técnico, y espera que su elegido le aplique con elegancia la quebradora a su oponente o bien le sorraje una silla en la cabeza, “querían ver sangre”, aunque fuera de utilería.

Según los especialistas, los debates casi no influirán en los resultados de las elecciones que tendremos el próximo mes, lo que los reduce a un mero circo para el desahogo de las masas y aviva todavía más la polarización de la sociedad mexicana, de por sí cautiva y sin puerta de salida de un estado de violencia que la agobia cada vez más, ante ello, individual y colectivamente,


“La tolerancia, bien entendida…más que soportar es respetar.

napoleonef@hotmail.com


Palabras más, palabras menos, así expresaban su morbosidad quienes a mediados de siglo pasado tuvieron la oportunidad de presenciar las peleas de mujeres en las vecindades del centro de la Ciudad de México, por cierto, habitadas hasta el hacinamiento.

Tales altercados, generalmente eran motivados por el estrés y la presión de la vida cotidiana a que estaban sometidas aquellas personas que con frecuencia reaccionaban violentamente ante las permanentes situaciones conflictivas que vivían. Desde luego, la producción de los hechos violentos no ha cambiado, solo el escenario, pues en nuestra ciudad capital cada día hay menos vecindades y muchos más edificios de departamentos.

Esto lo escribo solo para explicar mis pensamientos al ver la transmisión del llamado segundo debate presidencial en el que las contendientes se dijeron de todo, casi no se guardaron “cucharas” para la tercera vuelta y desde luego, ambas se autoproclamaron ganadoras del enfrentamiento, por supuesto, también lo hizo Jorge Álvarez Máynez que le sacó provecho a su tiempo exponiendo con más detalle sus propuestas de gobierno aunque, en realidad, fue el espectador más cercano de la contienda que de vez en cuando le echaba una “manita” a la abanderada de la coalición MORENA-PT-PVEM, confirmando para muchos, su calidad de esquirol .asignada desde hace tiempo por la oposición.

Para algunos analistas fue una abierta batalla en el lodazal de la política mexicana y fuera del candidato de MC, faltaron: profundidad en las propuestas y detalles sobre cómo llevarlas a cabo por parte de las contendientes mujeres que se dedicaron a darse sin misericordia con las respectivas golpes bajos, casi sin reparar en la presencia del tercer aspirante a la silla presidencial que disciplinadamente insistió en un monólogo excluido del verdadero debate. Creo que en los famosos posdebates, transmitidos por las televisoras, los representantes de Movimiento Ciudadano fueron tomados más en cuenta por sus contrapartes, con quienes sí tuvieron oportunidad de polemizar con la ventaja de quien se mantiene casto y puro por no haber tenido la ocasión de pecar ya estando en el poder. Cierto, todavía no han tenido un presidente.

En mi opinión, la mayoría de los millones de espectadores que dice el Instituto Nacional Electoral vieron los debates, no esperaban escuchar las propuestas de los contendientes, contrastarlas y luego decidir su voto, desafortunadamente, como sociedad, todavía no estamos preparados para procesarlas en ese sentido, es más, tampoco los aspirantes a la presidencia han mostrado la capacidad para transmitirlas eficazmente, de ahí que lo que sobre todo se esperaba fue lo que apreciamos: una función de lucha superlibre en la que desde el inicio cada quien tiene a su favorito, rudo o técnico, y espera que su elegido le aplique con elegancia la quebradora a su oponente o bien le sorraje una silla en la cabeza, “querían ver sangre”, aunque fuera de utilería.

Según los especialistas, los debates casi no influirán en los resultados de las elecciones que tendremos el próximo mes, lo que los reduce a un mero circo para el desahogo de las masas y aviva todavía más la polarización de la sociedad mexicana, de por sí cautiva y sin puerta de salida de un estado de violencia que la agobia cada vez más, ante ello, individual y colectivamente,


“La tolerancia, bien entendida…más que soportar es respetar.

napoleonef@hotmail.com


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