/ domingo 5 de noviembre de 2023

Cuando apuntas con un dedo…

recuerda que…los otros tres dedos te señalan a ti.


En nuestro actual día a día parece imposible no comentar lo sucedido en el otrora paraíso turístico de nuestro país y destino vacacional preferido para el grueso de la población mexicana durante el siglo pasado.

El huracán “Otis” se ensañó con especial crueldad contra Acapulco y sus alrededores que ya padecían serios problemas con la delincuencia organizada asentada en el Estado y ahora es presa de un caos apocalíptico al que no se le ve puerta de salida en el breve plazo, sobre todo porque en lugar de que la tragedia sea un motivo de unión nacional, está convertida en un campo de batalla más entre chairos y fifís que han aprovechado los desaciertos ajenos para exhibirse mutuamente y en no pocas ocasiones los han exagerado, incluso inventado.

Por razón lógica, en esta ocasión quienes están a la defensiva son los gobiernos estatal y federal, empezando porque no han dado una respuesta suficientemente satisfactoria y clara sobre la posibilidad real que tuvieron de alertar con mayor oportunidad a la población, a lo que se suma una intervención tardía en auxilio a la población y nula participación en la seguridad de las zonas afectadas que a cada momento ven agravado su status por la desesperante falta de los servicios más básicos para sobrevivir, circunstancia que para sus habitantes está convirtiendo a ese edén nacional en un infierno sin escapatoria posible.

Uno de los reproches más socorridos por los opositores al gobierno de la Cuatro T es la extinción del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), que se constituyó como mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal en caso de los desastres naturales, que son una constante en el país, así como dar apoyo a sus damnificados. Según nos informaron cuando lo constituyeron, la idea era que el flujo de recursos no estuviera sujeto a la tradicional burocracia de la administración pública centralizada, que en palabras presidenciales ese sí representa a un verdadero elefante reumático. No obstante, en octubre de 2021 el Senado de la República, por instrucción del ejecutivo, aprobó la extinción de 109 fideicomisos, incluido el FONDEN, argumentando actos de corrupción en el manejo de recursos por parte de sus funcionarios, lo cierto es no se presentaron pruebas de la acusación y mucho menos sabemos de algún servidor público que esté sometido a proceso por ese motivo. Hechos que honestamente despiertan la suspicacia sobre los verdaderos motivos de la tajante decisión y la brusquedad con que fue impuesta.

Para responder al reclamo, la Secretaría de Hacienda precisó que México cuenta con un programa, por cierto, también llamado FONDEN, que contempla una reserva de aprox. 990 millones de dólares para atender la emergencia causada por el huracán y, por su parte, el presidente adelantó que, con los esfuerzos desplegados por su gobierno, espera que en diciembre las familias afectadas pasen una feliz Navidad.

En ese sentido, cuando menos, podremos saber a quién le asiste la razón, es decir si la figura del fideicomiso es o no un mecanismo eficaz y eficiente para emplear los recursos públicos en eventos como el que representa “Otis”.

Pero en este momento es tiempo de:

Ocuparse…no de preocuparse.


napoleonef@hotmail.com

recuerda que…los otros tres dedos te señalan a ti.


En nuestro actual día a día parece imposible no comentar lo sucedido en el otrora paraíso turístico de nuestro país y destino vacacional preferido para el grueso de la población mexicana durante el siglo pasado.

El huracán “Otis” se ensañó con especial crueldad contra Acapulco y sus alrededores que ya padecían serios problemas con la delincuencia organizada asentada en el Estado y ahora es presa de un caos apocalíptico al que no se le ve puerta de salida en el breve plazo, sobre todo porque en lugar de que la tragedia sea un motivo de unión nacional, está convertida en un campo de batalla más entre chairos y fifís que han aprovechado los desaciertos ajenos para exhibirse mutuamente y en no pocas ocasiones los han exagerado, incluso inventado.

Por razón lógica, en esta ocasión quienes están a la defensiva son los gobiernos estatal y federal, empezando porque no han dado una respuesta suficientemente satisfactoria y clara sobre la posibilidad real que tuvieron de alertar con mayor oportunidad a la población, a lo que se suma una intervención tardía en auxilio a la población y nula participación en la seguridad de las zonas afectadas que a cada momento ven agravado su status por la desesperante falta de los servicios más básicos para sobrevivir, circunstancia que para sus habitantes está convirtiendo a ese edén nacional en un infierno sin escapatoria posible.

Uno de los reproches más socorridos por los opositores al gobierno de la Cuatro T es la extinción del Fideicomiso Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), que se constituyó como mecanismo presupuestario para apoyar de manera eficaz y oportuna a la rehabilitación de la infraestructura federal y estatal en caso de los desastres naturales, que son una constante en el país, así como dar apoyo a sus damnificados. Según nos informaron cuando lo constituyeron, la idea era que el flujo de recursos no estuviera sujeto a la tradicional burocracia de la administración pública centralizada, que en palabras presidenciales ese sí representa a un verdadero elefante reumático. No obstante, en octubre de 2021 el Senado de la República, por instrucción del ejecutivo, aprobó la extinción de 109 fideicomisos, incluido el FONDEN, argumentando actos de corrupción en el manejo de recursos por parte de sus funcionarios, lo cierto es no se presentaron pruebas de la acusación y mucho menos sabemos de algún servidor público que esté sometido a proceso por ese motivo. Hechos que honestamente despiertan la suspicacia sobre los verdaderos motivos de la tajante decisión y la brusquedad con que fue impuesta.

Para responder al reclamo, la Secretaría de Hacienda precisó que México cuenta con un programa, por cierto, también llamado FONDEN, que contempla una reserva de aprox. 990 millones de dólares para atender la emergencia causada por el huracán y, por su parte, el presidente adelantó que, con los esfuerzos desplegados por su gobierno, espera que en diciembre las familias afectadas pasen una feliz Navidad.

En ese sentido, cuando menos, podremos saber a quién le asiste la razón, es decir si la figura del fideicomiso es o no un mecanismo eficaz y eficiente para emplear los recursos públicos en eventos como el que representa “Otis”.

Pero en este momento es tiempo de:

Ocuparse…no de preocuparse.


napoleonef@hotmail.com