/ jueves 10 de febrero de 2022

Davos sin tuberculosis no significa un mundo sin tuberculosis  

Cynthia Ramírez Manríquez. Directora de comunicación de AMIIF

A finales de enero el Foro Económico Mundial anunció que su reunión anual en Davos, Suiza, que tradicionalmente se lleva a cabo en enero sería pospuesta para mayo. Las reuniones anuales del Foro Económico Mundial reúnen a miles de los principales ejecutivos corporativos, banqueros y financieros del mundo con los principales jefes de Estado, ministros de finanzas y comercio, banqueros centrales y legisladores de las economías más grandes del mundo. Pero antes de que Davos fuera el hub de CEO´s, CFO´s, políticos, académicos, economistas, politólogos, periodistas, élites culturales y celebridades ocasionales, Davos fue sinónimo de tuberculosis (TB).

La historia se conoce: En 1853, cuando la tuberculosis era responsable del 15% de las muertes en Suiza, Alexander Spengler, un médico alemán, se sorprendió al observar cómo los lugareños de Davos- por entonces un pueblo pobre y remoto con unas pocas granjas dispersas, en lo alto de las montañas de un cantón suizo-, subían empinados senderos “sin sudar ni quedarse sin aliento”. Eso, su bagaje médico y mucho colmillo empresarial, le sirvieron para establecer el primer “sanatorio especializado” para tratar la TB. Hans Castorp, el personaje de Thomas Mann en “La Montaña Mágica”, inmortalizaría para siempre en la literatura un ambiente que era una “mezcla de muerte y diversión” en los sanatorios.

“La Montaña Mágica”, la ganó fama y reconocimiento a Mann, pero ignora la realidad: la tuberculosis no era ni es una enfermedad de “ricos desolados”; sino una que afecta de manera desproporcionada a las personas vulnerables: Cada año mueren más mujeres por tuberculosis que por todas las causas de mortalidad materna combinadas, un millón de niños contraen tuberculosis cada año y la carga de la enfermedad para los sistemas sanitarios frágiles asciende a 12,000 millones de dólares al año.

La TB es curable, pero su largo régimen de tratamiento es exigente y, lamentablemente, muchas personas dejan de tomar sus medicamentos antes de que las bacterias hayan sido destruidas. Eso termina por fomentar aún más la resistencia a los medicamentos. Actualmente hay enormes esfuerzos en investigación y desarrollo para encontrar regímenes orales más efectivos y seguros para tratar todas las formas de TB y nuevas vacunas para adolescentes y adultos. Ahora hay más de 60 proyectos para medicamentos y vacunas contra la TB y se siguen explorando nuevos enfoques para aumentar el acceso al tratamiento, diagnóstico y atención de la TB.

Hace unos años, la OMS lanzó un campaña cuyo lema rezaba: “Se busca: líderes para un mundo libre de tuberculosis” y cada año se reúnen en Davos los liderazgos quizá más poderosos del mundo en busca de “mejorar el estado del mundo a través de la cooperación público-privada”. ¡Ahí están los líderes que necesitamos para acabar con la TB! porque el que Davos no sea más un referente de tuberculosis, no significa que esta enfermedad no siga aquejando al mundo.

Cynthia Ramírez Manríquez. Directora de comunicación de AMIIF

A finales de enero el Foro Económico Mundial anunció que su reunión anual en Davos, Suiza, que tradicionalmente se lleva a cabo en enero sería pospuesta para mayo. Las reuniones anuales del Foro Económico Mundial reúnen a miles de los principales ejecutivos corporativos, banqueros y financieros del mundo con los principales jefes de Estado, ministros de finanzas y comercio, banqueros centrales y legisladores de las economías más grandes del mundo. Pero antes de que Davos fuera el hub de CEO´s, CFO´s, políticos, académicos, economistas, politólogos, periodistas, élites culturales y celebridades ocasionales, Davos fue sinónimo de tuberculosis (TB).

La historia se conoce: En 1853, cuando la tuberculosis era responsable del 15% de las muertes en Suiza, Alexander Spengler, un médico alemán, se sorprendió al observar cómo los lugareños de Davos- por entonces un pueblo pobre y remoto con unas pocas granjas dispersas, en lo alto de las montañas de un cantón suizo-, subían empinados senderos “sin sudar ni quedarse sin aliento”. Eso, su bagaje médico y mucho colmillo empresarial, le sirvieron para establecer el primer “sanatorio especializado” para tratar la TB. Hans Castorp, el personaje de Thomas Mann en “La Montaña Mágica”, inmortalizaría para siempre en la literatura un ambiente que era una “mezcla de muerte y diversión” en los sanatorios.

“La Montaña Mágica”, la ganó fama y reconocimiento a Mann, pero ignora la realidad: la tuberculosis no era ni es una enfermedad de “ricos desolados”; sino una que afecta de manera desproporcionada a las personas vulnerables: Cada año mueren más mujeres por tuberculosis que por todas las causas de mortalidad materna combinadas, un millón de niños contraen tuberculosis cada año y la carga de la enfermedad para los sistemas sanitarios frágiles asciende a 12,000 millones de dólares al año.

La TB es curable, pero su largo régimen de tratamiento es exigente y, lamentablemente, muchas personas dejan de tomar sus medicamentos antes de que las bacterias hayan sido destruidas. Eso termina por fomentar aún más la resistencia a los medicamentos. Actualmente hay enormes esfuerzos en investigación y desarrollo para encontrar regímenes orales más efectivos y seguros para tratar todas las formas de TB y nuevas vacunas para adolescentes y adultos. Ahora hay más de 60 proyectos para medicamentos y vacunas contra la TB y se siguen explorando nuevos enfoques para aumentar el acceso al tratamiento, diagnóstico y atención de la TB.

Hace unos años, la OMS lanzó un campaña cuyo lema rezaba: “Se busca: líderes para un mundo libre de tuberculosis” y cada año se reúnen en Davos los liderazgos quizá más poderosos del mundo en busca de “mejorar el estado del mundo a través de la cooperación público-privada”. ¡Ahí están los líderes que necesitamos para acabar con la TB! porque el que Davos no sea más un referente de tuberculosis, no significa que esta enfermedad no siga aquejando al mundo.