/ martes 2 de mayo de 2023

Desafíos de la frontera chipriota

por María Luisa Calero

El 23 de abril de 2003 el mundo fue testigo de un momento histórico cuando, después de casi 30 años, se abrió la frontera entre la República de Chipre y la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre. Al conmemorar el 20º aniversario de dicha apertura, vale la pena reflexionar sobre el progreso que se ha logrado y los desafíos que aún deben abordarse.

La isla de Chipre se encuentra dividida en dos territorios separados desde 1974, cuando Turquía invadió y ocupó la parte norte de la isla en respuesta a un golpe militar respaldado por el gobierno griego. El conflicto provocó el desplazamiento de decenas de miles de personas y el establecimiento de una frontera de facto que separaba el norte del sur.

Durante casi tres décadas, la frontera estuvo fuertemente fortificada y estrictamente vigilada, con solo unos pocos cruces limitados a fines oficiales. El movimiento entre las partes estaba severamente restringido, por lo que la apertura de la línea divisoria fue una ocasión trascendental y miles de personas de ambos lados aprovecharon la oportunidad para cruzar el puesto de control.

Desde 2003, según los académicos Charis Psaltis y Deniz Yucel, se estima que alrededor de 70% de los residentes de ambas comunidades han cruzado al menos una vez al otro lado. El año pasado, los turcochipriotas utilizaron los puntos de cruce 1.9 millones de veces, mientras que los grecochipriotas, 2.8 millones.

No cabe duda de que el libre tránsito fue un paso importante hacia la reconciliación en Chipre. Facilitó un mayor diálogo entre las dos comunidades y los esfuerzos para promover los lazos económicos, culturales y sociales son cada vez más patentes.

Pero ¿ha hecho una mayor interacción una diferencia tangible en términos de la división política de la isla? La respuesta es no, el problema de Chipre sigue sin resolverse y la isla sigue dividida.

El presidente de la República de Chipre, Nikos Christodoulides, promueve una solución basada en la unificación de la isla bajo los principios de una federación bizonal y bicomunal y el pasado mes de marzo, ante la reunión del Consejo Europeo en Bruselas, Bélgica, abogó por una participación más activa de la Unión Europea, que, insiste, puede promover el diálogo y romper el estancamiento en las negociaciones.

Por su parte, el líder turcochipriota Ersin Tatar, apoyado por Turquía, ha adoptado un enfoque diferente y sostiene que la única manera de garantizar que los turcochipriotas tengan los mismos derechos y representación en el gobierno de la isla es a través del establecimiento de dos estados. Dicha solución se ha encontrado con la resistencia de la comunidad grecochipriota y de la comunidad internacional, y muchos argumentan que sería una violación del derecho internacional y sólo serviría para perpetuar la división de la isla.

El aniversario de la apertura de la frontera sirve como recordatorio del avance alcanzado y de la importancia de continuar los esfuerzos hacia una solución pacífica del conflicto. Habrá que esperar a los resultados de las elecciones de Turquía del próximo 14 de mayo, para ver qué tanta voluntad política existe, sobre todo de los turcochipriotas, para regresar a la mesa de negociaciones.

*Titular de la Cátedra A.G. Leventis en Estudios de Chipre, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac. Sígala en @CatedraChipre

por María Luisa Calero

El 23 de abril de 2003 el mundo fue testigo de un momento histórico cuando, después de casi 30 años, se abrió la frontera entre la República de Chipre y la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre. Al conmemorar el 20º aniversario de dicha apertura, vale la pena reflexionar sobre el progreso que se ha logrado y los desafíos que aún deben abordarse.

La isla de Chipre se encuentra dividida en dos territorios separados desde 1974, cuando Turquía invadió y ocupó la parte norte de la isla en respuesta a un golpe militar respaldado por el gobierno griego. El conflicto provocó el desplazamiento de decenas de miles de personas y el establecimiento de una frontera de facto que separaba el norte del sur.

Durante casi tres décadas, la frontera estuvo fuertemente fortificada y estrictamente vigilada, con solo unos pocos cruces limitados a fines oficiales. El movimiento entre las partes estaba severamente restringido, por lo que la apertura de la línea divisoria fue una ocasión trascendental y miles de personas de ambos lados aprovecharon la oportunidad para cruzar el puesto de control.

Desde 2003, según los académicos Charis Psaltis y Deniz Yucel, se estima que alrededor de 70% de los residentes de ambas comunidades han cruzado al menos una vez al otro lado. El año pasado, los turcochipriotas utilizaron los puntos de cruce 1.9 millones de veces, mientras que los grecochipriotas, 2.8 millones.

No cabe duda de que el libre tránsito fue un paso importante hacia la reconciliación en Chipre. Facilitó un mayor diálogo entre las dos comunidades y los esfuerzos para promover los lazos económicos, culturales y sociales son cada vez más patentes.

Pero ¿ha hecho una mayor interacción una diferencia tangible en términos de la división política de la isla? La respuesta es no, el problema de Chipre sigue sin resolverse y la isla sigue dividida.

El presidente de la República de Chipre, Nikos Christodoulides, promueve una solución basada en la unificación de la isla bajo los principios de una federación bizonal y bicomunal y el pasado mes de marzo, ante la reunión del Consejo Europeo en Bruselas, Bélgica, abogó por una participación más activa de la Unión Europea, que, insiste, puede promover el diálogo y romper el estancamiento en las negociaciones.

Por su parte, el líder turcochipriota Ersin Tatar, apoyado por Turquía, ha adoptado un enfoque diferente y sostiene que la única manera de garantizar que los turcochipriotas tengan los mismos derechos y representación en el gobierno de la isla es a través del establecimiento de dos estados. Dicha solución se ha encontrado con la resistencia de la comunidad grecochipriota y de la comunidad internacional, y muchos argumentan que sería una violación del derecho internacional y sólo serviría para perpetuar la división de la isla.

El aniversario de la apertura de la frontera sirve como recordatorio del avance alcanzado y de la importancia de continuar los esfuerzos hacia una solución pacífica del conflicto. Habrá que esperar a los resultados de las elecciones de Turquía del próximo 14 de mayo, para ver qué tanta voluntad política existe, sobre todo de los turcochipriotas, para regresar a la mesa de negociaciones.

*Titular de la Cátedra A.G. Leventis en Estudios de Chipre, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac. Sígala en @CatedraChipre