/ martes 1 de septiembre de 2020

Dos realidades, una sociedad

Por: Pablo Bejarano Torrecillas


Nos encontramos ante una dicotomía de realidades dentro de una misma sociedad. Por un lado, continuamos enfrentándonos --desde hace más de seis meses-- ante una pandemia que a pesar del esfuerzo de muchas personas dentro y fuera del país, con capacidad de toma de decisiones o no, se esmeren en minimizar los efectos de la misma; la realidad es que la pandemia (contrario a la economía) continua hacia la alza al superar las 843 mil muertes y más de 25 millones de contagios a nivel mundial. Por otro lado, el mundo enfrenta otra realidad que si bien no fue un “brote” abrupto hace más de seis meses, sí es una realidad para muchos, desde hace décadas: el racismo.


Hace exactamente una semana que nos llegó la noticia que nuevamente se presentaron dos casos de violencia racista que terminaron en tragedia. El primero en el estado de Wisconsin. La víctima, un joven desarmado. Su sentencia, 7 disparos por la espalda. El segundo, tan solo un par de días después cuando Kyle Rittenhouse decidió disparar contra dos manifestantes. Al momento de escribirlo se hace rápido sin embargo, fue necesario que pasaran exactamente 100 años de hartazgo desde la abolición de la esclavitud en EE.UU. en 1863, para que M. L. King en 1963 marchara en la capital norteamericana exigiendo igualdad de derechos y respeto. Claro está que eso no fue suficiente, sino que tuvieron que pasar otros 57 años de necedad humana, para que se repitiera la situación. Casi 200 años después de la abolición de la esclavitud y el problema continúa.


Lamentablemente el panorama internacional a la fecha es un tanto caótico y pareciera que en vez de buscar dar soluciones globales a un problema internacional como lo es la pandemia, los esfuerzos por priorizar lo político antes que lo humano, han sido individuales dando como resultado políticas preventivas deficientes aunado a la acentuación de crisis económicas a nivel internacional. Sin querer minimizar ninguna de las dos situaciones, no podemos ni debemos dejar de lado la situación racial que si bien permanecía bajo radar, no por eso dejaba de estar menos presente en la realidad de millones de personas. Como internacionalistas hemos de hacer valer aquellas instancias y declaraciones creadas para mejorar la convivencia entre las personas y naciones. Es por ello que como bien menciona el artículo segundo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Hace 157 años le tocó a Abraham Lincoln, hace 57 años Martin L. King alzó la voz, ahora nos corresponde a cada uno de nosotros ser responsables y asumir nuestro papel para buscar y alcanzar el cambio que tanto anhelamos en nuestra sociedad.



Coordinador administrativo en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Por: Pablo Bejarano Torrecillas


Nos encontramos ante una dicotomía de realidades dentro de una misma sociedad. Por un lado, continuamos enfrentándonos --desde hace más de seis meses-- ante una pandemia que a pesar del esfuerzo de muchas personas dentro y fuera del país, con capacidad de toma de decisiones o no, se esmeren en minimizar los efectos de la misma; la realidad es que la pandemia (contrario a la economía) continua hacia la alza al superar las 843 mil muertes y más de 25 millones de contagios a nivel mundial. Por otro lado, el mundo enfrenta otra realidad que si bien no fue un “brote” abrupto hace más de seis meses, sí es una realidad para muchos, desde hace décadas: el racismo.


Hace exactamente una semana que nos llegó la noticia que nuevamente se presentaron dos casos de violencia racista que terminaron en tragedia. El primero en el estado de Wisconsin. La víctima, un joven desarmado. Su sentencia, 7 disparos por la espalda. El segundo, tan solo un par de días después cuando Kyle Rittenhouse decidió disparar contra dos manifestantes. Al momento de escribirlo se hace rápido sin embargo, fue necesario que pasaran exactamente 100 años de hartazgo desde la abolición de la esclavitud en EE.UU. en 1863, para que M. L. King en 1963 marchara en la capital norteamericana exigiendo igualdad de derechos y respeto. Claro está que eso no fue suficiente, sino que tuvieron que pasar otros 57 años de necedad humana, para que se repitiera la situación. Casi 200 años después de la abolición de la esclavitud y el problema continúa.


Lamentablemente el panorama internacional a la fecha es un tanto caótico y pareciera que en vez de buscar dar soluciones globales a un problema internacional como lo es la pandemia, los esfuerzos por priorizar lo político antes que lo humano, han sido individuales dando como resultado políticas preventivas deficientes aunado a la acentuación de crisis económicas a nivel internacional. Sin querer minimizar ninguna de las dos situaciones, no podemos ni debemos dejar de lado la situación racial que si bien permanecía bajo radar, no por eso dejaba de estar menos presente en la realidad de millones de personas. Como internacionalistas hemos de hacer valer aquellas instancias y declaraciones creadas para mejorar la convivencia entre las personas y naciones. Es por ello que como bien menciona el artículo segundo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Hace 157 años le tocó a Abraham Lincoln, hace 57 años Martin L. King alzó la voz, ahora nos corresponde a cada uno de nosotros ser responsables y asumir nuestro papel para buscar y alcanzar el cambio que tanto anhelamos en nuestra sociedad.



Coordinador administrativo en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.