/ viernes 9 de febrero de 2024

Hojas de Papel | De amor y amistad: ¿Quién a mis puertas llama?

Resulta que al emperador romano Claudio II no le gustaba que sus soldados se casaran porque -decía ‘así tienen menos compromisos que los aten a la vida común y van a la guerra sin ataduras’… Eso decía. Pero el sacerdote cristiano, Valentín, consideró que esto era injusto y, por tanto, desobedeció el mandato del monarca; catequizaba en favor del cristianismo y a escondidas llevaba a cabo matrimonios entre parejas de jóvenes enamorados.

Fue descubierto y por desobediente fue llevado a la corte para que explicara la razón de su desobediencia; Valentín la explicó al emperador y le dio razones en favor del cristianismo y de la unión entre parejas para preservar el sentimiento amoroso y preservar, también, al género humano con el nacimiento de nuevos seres. Casi lo convence…

Pero nada: Claudio hizo caso a sus consejeros que le advirtieron el peligro de la intervención de Valentín en asuntos de Estado y de guerra y… pues eso: el 14 de febrero del año 270 d.C. fue sacrificado sin más. Luego de aquello parecía que nada más ocurriría en Roma…

Hasta los años cuatrocientos, Gelasio I como jefe de la iglesia en una Roma ya cristianizada, buscó la eliminación de las fiestas “lupercales”, en donde según la tradición se sacrificaban perros y cabras para desollarlos y con la piel hacer látigos para golpear a las mujeres, para asegurar su fertilidad.

En contraposición escogió la vida de Valentín para representar el amor. Y le puso fecha: el 14 de febrero. Así que el primer día de San Valentín fue celebrado el 14 de febrero de 494. Ya en el siglo XX desapareció del calendario católico.

Ya es celebración mundial: El día de San Valentín, que es ‘el día del amor y la amistad’. No está mal. Porque ambos sentimientos humanos son esencialmente amorosos, son la expresión de amor: uno apasionado y exigente; el otro altruista es esencialmente colmado de fraternidad y solidaridad.

El tema del amor es inagotable, en los seres humanos, en su cotidianeidad, en su día a día, en su minuto a minuto, el amor está plasmado en la vida de cada una para bien o para mal, para ser felices o infelices, para ver nacer el día y ver morir la luz cada atardecer: el amor es en sí mismo una forma de emoción y es una forma de fortaleza vital.

Para la gran Susan Sontag Susan “Nada es misterioso, ninguna relación humana. Excepto el amor” decía. A fin de cuentas el sentimiento del amor es misterioso porque se expresa de distintas maneras en cada ser humano porque es como su huella digital, personalísimo y único.

Romeo y Julieta, el drama de William Shakespeare tiene mucho que ver con el amor de los dos adolescentes separados por las inquinas familiares pero unidos por su propio sentimiento inolvidable. Y por ese amor mueren. El mismo autor escribe otra obra que tiene que ver con el amor-locura (como el de Juana la Loca por Felipe el Hermoso) … en este caso el exceso de amor lleva a la desesperación, al delirio y a la pérdida de la razón, como son los celos en “Otelo”:

A saber: Otelo es un general moro casado y enamorado de Desdémona, hermosa ella. Su alférez, Yago, lo convence de que ella le es infiel con Cassio, y lo dice porque quiere arruinarle su carrera militar. Luego intervienen Emilia, la esposa de Yago, que es confidente de Desdémona… y Blanca, una mujer casada y locuaz quien pretende a Cassio.

Todo es un enredo de intrigas y mentiras, de odios y venganzas que culminan en eso: en tragedia. Los celos arruinaron el amor de Otelo y Desdémona: Otelo: “Una vez que se duda, el estado del alma queda fijo irrevocablemente”.

Y al referirse a los celos como expresión extrema, sor Juana Inés de la Cruz apunta: “Baste ya de rigores, mi bien, baste: no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu inquietud contraste con sombras necias, con indicios vanos, pues ya en líquido humor viste y tocaste mi corazón deshecho entre tus manos.”

Pero bueno, son las cositas del amor. Tema interminable, ayer, hoy y mañana. Y eso, cada quien habla del amor la flama, según le haya ido en la feria y su jugada. Pero nadie escapa al sentimiento supremo, a menos que tenga el corazón de acero y plastilina.

Hay obras de arte en las que se enaltece o se sufre al amor. En la música, en la plástica, en el cine… uhhh, el cine mundial está plagado de expresiones de amor y desamor, de locura y desencanto, pero también de finales felices, con beso y horizonte brillante.

El sueño de amor” de Franz Liszt es recurrente. “Nada como un corazón solitario” de Tchaikowsky igual. Y mucho de Beethoven tiene que ver con sus fracasos amorosos… tantos más. En películas que vemos de forma cotidiana están aquellas razonables que hablan de amor extremo como de amor color de dulce y sabor a caramelo. De todo hay, pero eso sí: el amor es la salsa de casi todos los moles cinematográficos.

Pero ¿qué hay de la amistad? Dice Novo en la introducción a su “Joyas de la amistad engarzadas en una antología” -insuperable compendio sobre la amistad en la historia y en la vida nuestra de todos los días—dice que ‘la amistad es ese quieto, apacible y dulce sentimiento que el tiempo no abate ni disminuye. Todo lo contrario’.

Y sí. La amistad contiene retos y responsabilidades, pero sobre todo contiene entrega y disposición para ser felices y para acompañar en los quebrantos. Para caminar juntos aunque se guarde silencio, que ya la sola compañía es suficiente para llenar el alma de intenso colorido.

Los amigos saben que son amigos, aunque no se lo digan entre ellos, entre quienes comulgan la misma vida y una sola, porque según el símbolo griego de la amistad, dos YY entrelazadas descubren la cordialidad, la mano tendida fuerte, las ganas de caminar juntos y levantar uno al otro cuando hay tropiezos. Dar la vida por el amigo ha sido motivo de reflexión y arte.

Es la historia del Capitán y Dersú Uzalá en el libro del mismo nombre escrito por Vladímir Arséniev En su obra, el autor narra sus viajes por la cuenca del río Ussuri en la parte más oriental de Rusia. Ahí conoció a Dersú Uzalá (ca. 1849-1908), un cazador del pueblo nanái, que sirvió como guía del grupo de expedición entre 1902 y 1907, salvándolos de morir de hambre y frío en varias ocasiones.

Entre ambos, el Capitán y Dersú nace una firme, férrea, entrañable amistad, cargada de cariño y solidaridad. Es la historia del mismo Arséniev que relata su encuentro con el personaje-guía de la expedición para trazar el ferrocarril en Siberia, su recorrido juntos por lugares inhóspitos y, sobre todo, el rescate que el capitán hace de Dersú cuando está a punto de perder la vista.

… Pero éste no se acostumbra a vivir en la ciudad y regresa a las montañas y los bosques helados: muere asesinado ahí, en tanto que el capitán lamenta la pérdida irreparable de su mejor amigo: su amor fraterno.

“Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos…” escribió Mario Benedetti. “Y por tu rostro sincero, y tu paso vagabundo; y tu llanto por el mundo: Porque sos pueblo te quiero” …

¿Y qué mayor muestra de amistad y amor fraterno que entre Don Quijote y Sancho Panza? “El Caballero de la triste figura” y su fiel escudero. Aquel que coloca al enloquecido personaje en la realidad aunque poco a poco acepta que los sueños, las ilusiones, las aspiraciones y el amor de don Quijote por su Dulcinea del Toboso son ciertos y nada más que ciertos.

Van juntos y luchan juntos. Pelean contra caballeros imaginarios o contra la burla y la humillación de quienes no entienden el sentido de justicia que carga en sus alforjas y sobre Rocinante el hombre de la Mancha de cuyo nombre no quiere acordarse. Sancho inseparable.

En las buenas y en las malas van juntos, solos, montados en Rocinante, en Rucio y lanza en ristre. Sancho va con su amigo no por la Isla Barataria prometida, es porque quiere estar con su amigo y recorrer la campiña extremeña y de ahí al norte… Y mucho después, nadie más que él sufre la muerte de su amigo don Alonso Quijano.

Tanto de las cositas del amor en el día de la Amistad y del Amor: que a fin de cuentas son lo mismo porque no hay amor sin amistad y no hay amistad si no hay amor.

“No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo…” Jorge Luis Borges.


Resulta que al emperador romano Claudio II no le gustaba que sus soldados se casaran porque -decía ‘así tienen menos compromisos que los aten a la vida común y van a la guerra sin ataduras’… Eso decía. Pero el sacerdote cristiano, Valentín, consideró que esto era injusto y, por tanto, desobedeció el mandato del monarca; catequizaba en favor del cristianismo y a escondidas llevaba a cabo matrimonios entre parejas de jóvenes enamorados.

Fue descubierto y por desobediente fue llevado a la corte para que explicara la razón de su desobediencia; Valentín la explicó al emperador y le dio razones en favor del cristianismo y de la unión entre parejas para preservar el sentimiento amoroso y preservar, también, al género humano con el nacimiento de nuevos seres. Casi lo convence…

Pero nada: Claudio hizo caso a sus consejeros que le advirtieron el peligro de la intervención de Valentín en asuntos de Estado y de guerra y… pues eso: el 14 de febrero del año 270 d.C. fue sacrificado sin más. Luego de aquello parecía que nada más ocurriría en Roma…

Hasta los años cuatrocientos, Gelasio I como jefe de la iglesia en una Roma ya cristianizada, buscó la eliminación de las fiestas “lupercales”, en donde según la tradición se sacrificaban perros y cabras para desollarlos y con la piel hacer látigos para golpear a las mujeres, para asegurar su fertilidad.

En contraposición escogió la vida de Valentín para representar el amor. Y le puso fecha: el 14 de febrero. Así que el primer día de San Valentín fue celebrado el 14 de febrero de 494. Ya en el siglo XX desapareció del calendario católico.

Ya es celebración mundial: El día de San Valentín, que es ‘el día del amor y la amistad’. No está mal. Porque ambos sentimientos humanos son esencialmente amorosos, son la expresión de amor: uno apasionado y exigente; el otro altruista es esencialmente colmado de fraternidad y solidaridad.

El tema del amor es inagotable, en los seres humanos, en su cotidianeidad, en su día a día, en su minuto a minuto, el amor está plasmado en la vida de cada una para bien o para mal, para ser felices o infelices, para ver nacer el día y ver morir la luz cada atardecer: el amor es en sí mismo una forma de emoción y es una forma de fortaleza vital.

Para la gran Susan Sontag Susan “Nada es misterioso, ninguna relación humana. Excepto el amor” decía. A fin de cuentas el sentimiento del amor es misterioso porque se expresa de distintas maneras en cada ser humano porque es como su huella digital, personalísimo y único.

Romeo y Julieta, el drama de William Shakespeare tiene mucho que ver con el amor de los dos adolescentes separados por las inquinas familiares pero unidos por su propio sentimiento inolvidable. Y por ese amor mueren. El mismo autor escribe otra obra que tiene que ver con el amor-locura (como el de Juana la Loca por Felipe el Hermoso) … en este caso el exceso de amor lleva a la desesperación, al delirio y a la pérdida de la razón, como son los celos en “Otelo”:

A saber: Otelo es un general moro casado y enamorado de Desdémona, hermosa ella. Su alférez, Yago, lo convence de que ella le es infiel con Cassio, y lo dice porque quiere arruinarle su carrera militar. Luego intervienen Emilia, la esposa de Yago, que es confidente de Desdémona… y Blanca, una mujer casada y locuaz quien pretende a Cassio.

Todo es un enredo de intrigas y mentiras, de odios y venganzas que culminan en eso: en tragedia. Los celos arruinaron el amor de Otelo y Desdémona: Otelo: “Una vez que se duda, el estado del alma queda fijo irrevocablemente”.

Y al referirse a los celos como expresión extrema, sor Juana Inés de la Cruz apunta: “Baste ya de rigores, mi bien, baste: no te atormenten más celos tiranos, ni el vil recelo tu inquietud contraste con sombras necias, con indicios vanos, pues ya en líquido humor viste y tocaste mi corazón deshecho entre tus manos.”

Pero bueno, son las cositas del amor. Tema interminable, ayer, hoy y mañana. Y eso, cada quien habla del amor la flama, según le haya ido en la feria y su jugada. Pero nadie escapa al sentimiento supremo, a menos que tenga el corazón de acero y plastilina.

Hay obras de arte en las que se enaltece o se sufre al amor. En la música, en la plástica, en el cine… uhhh, el cine mundial está plagado de expresiones de amor y desamor, de locura y desencanto, pero también de finales felices, con beso y horizonte brillante.

El sueño de amor” de Franz Liszt es recurrente. “Nada como un corazón solitario” de Tchaikowsky igual. Y mucho de Beethoven tiene que ver con sus fracasos amorosos… tantos más. En películas que vemos de forma cotidiana están aquellas razonables que hablan de amor extremo como de amor color de dulce y sabor a caramelo. De todo hay, pero eso sí: el amor es la salsa de casi todos los moles cinematográficos.

Pero ¿qué hay de la amistad? Dice Novo en la introducción a su “Joyas de la amistad engarzadas en una antología” -insuperable compendio sobre la amistad en la historia y en la vida nuestra de todos los días—dice que ‘la amistad es ese quieto, apacible y dulce sentimiento que el tiempo no abate ni disminuye. Todo lo contrario’.

Y sí. La amistad contiene retos y responsabilidades, pero sobre todo contiene entrega y disposición para ser felices y para acompañar en los quebrantos. Para caminar juntos aunque se guarde silencio, que ya la sola compañía es suficiente para llenar el alma de intenso colorido.

Los amigos saben que son amigos, aunque no se lo digan entre ellos, entre quienes comulgan la misma vida y una sola, porque según el símbolo griego de la amistad, dos YY entrelazadas descubren la cordialidad, la mano tendida fuerte, las ganas de caminar juntos y levantar uno al otro cuando hay tropiezos. Dar la vida por el amigo ha sido motivo de reflexión y arte.

Es la historia del Capitán y Dersú Uzalá en el libro del mismo nombre escrito por Vladímir Arséniev En su obra, el autor narra sus viajes por la cuenca del río Ussuri en la parte más oriental de Rusia. Ahí conoció a Dersú Uzalá (ca. 1849-1908), un cazador del pueblo nanái, que sirvió como guía del grupo de expedición entre 1902 y 1907, salvándolos de morir de hambre y frío en varias ocasiones.

Entre ambos, el Capitán y Dersú nace una firme, férrea, entrañable amistad, cargada de cariño y solidaridad. Es la historia del mismo Arséniev que relata su encuentro con el personaje-guía de la expedición para trazar el ferrocarril en Siberia, su recorrido juntos por lugares inhóspitos y, sobre todo, el rescate que el capitán hace de Dersú cuando está a punto de perder la vista.

… Pero éste no se acostumbra a vivir en la ciudad y regresa a las montañas y los bosques helados: muere asesinado ahí, en tanto que el capitán lamenta la pérdida irreparable de su mejor amigo: su amor fraterno.

“Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos…” escribió Mario Benedetti. “Y por tu rostro sincero, y tu paso vagabundo; y tu llanto por el mundo: Porque sos pueblo te quiero” …

¿Y qué mayor muestra de amistad y amor fraterno que entre Don Quijote y Sancho Panza? “El Caballero de la triste figura” y su fiel escudero. Aquel que coloca al enloquecido personaje en la realidad aunque poco a poco acepta que los sueños, las ilusiones, las aspiraciones y el amor de don Quijote por su Dulcinea del Toboso son ciertos y nada más que ciertos.

Van juntos y luchan juntos. Pelean contra caballeros imaginarios o contra la burla y la humillación de quienes no entienden el sentido de justicia que carga en sus alforjas y sobre Rocinante el hombre de la Mancha de cuyo nombre no quiere acordarse. Sancho inseparable.

En las buenas y en las malas van juntos, solos, montados en Rocinante, en Rucio y lanza en ristre. Sancho va con su amigo no por la Isla Barataria prometida, es porque quiere estar con su amigo y recorrer la campiña extremeña y de ahí al norte… Y mucho después, nadie más que él sufre la muerte de su amigo don Alonso Quijano.

Tanto de las cositas del amor en el día de la Amistad y del Amor: que a fin de cuentas son lo mismo porque no hay amor sin amistad y no hay amistad si no hay amor.

“No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón, pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo…” Jorge Luis Borges.


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