/ sábado 17 de marzo de 2018

Igualdad de género

En 1975 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el Día de la Mujer, como una conmemoración que exige recordar la continua lucha de las mujeres en todo el mundo por alcanzar la igualdad de derechos y de trato. De este modo, cada 8 de marzo se recuerdan las luchas, marchas y concentraciones de las mujeres trabajadoras por obtener un trato digno e igualitario.

Veinticinco años después, enel año 2000, 189 países -entre ellos México- se comprometen con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) cuyo tercer objetivo fue “Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”. Posteriormente, en septiembre de 2015, la totalidad de los estados miembros de la ONU, se comprometen con los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) cuyo quinto propósito es “Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas”. Así, cuarenta años después de haberse instaurado el Día Internacional de la Mujer, 193 países adquieren el compromiso ineludible de promover la igualdad entre hombres y mujeres.

En México se registran avances pero todavía hay mucho por hacer. El Instituto Nacional Estadística y Geografía (INEGI) señala que en 2013 “… las mujeres tuvieron una participación del 43.8% del personal ocupado en las actividades económicas (Censo Económico del 2014)”; las mujeres predominan en actividades de asociaciones religiosas,servicios públicos ycomercio, pero aún ahí conuna participación semejante a la de los hombres. Por entidad federativa los estados donde se registra una mayor participación de la mujer con ocupación son Tlaxcala, con el 49.2%; Guerrero, con el 49% y, Oaxaca con el 48.1%. En contraste, la participación de la mujer en la ocupación en Nuevo León es de solo 37.7%. Otra clasificación de INEGI es la relativa a la Cultura donde la participación de la mujer en Artesanías es de 54.7% y en Medios Audiovisuales de 19.9%. En el sector Turismo, la mujer concentra sus actividades en los Servicios de Salud y Asistencia Social, los Servicios Profesionales, Científicos y Técnicos y los Servicios Financieros y de Seguros.

Ahora bien, además de la diferencia de oportunidades para desarrollarse profesionalmente, se tiene la desigualdad en los sueldos y salarios. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que en promedio la brecha salarial de género en México es del 17%, lo cual equivale a que una mujer tenga que trabajar casi 15 meses, para ganar lo que un hombre percibe por trabajar un año.

Otro indicador importante es el trabajo no remunerado de los hogares, el cual mide el trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados, labor realizada principalmente por mujeres. Conforme al INEGI, en 2016 “… el valor económico de este tipo de trabajo superó los 4.6 billones de pesos, lo que equivale al 23.2% del Producto Interno Bruto Nacional (PIB); de este valor, el 75.3% fue generado por el trabajo de las mujeres, quienes ocuparon 2,027 millones de horas a la semana para tal efecto”. Un indicador no menor es el del trabajo no remunerado en materia de salud. Siguiendo al INEGI, la mujer es quien provee principalmente cuidados de salud con 69 de cada 100 horas que se destinan a favor de la salud de los integrantes del hogar. En 2015 de 92 millones de horas a la semana en trabajo no remunerado en el cuidado de la salud, 69.6% de las horas se brindó a los integrantes del propio hogar; el 28.6% en el cuidado de la salud a integrantes de otros hogares y el 2.1% como trabajo voluntario en instituciones sin fines de lucro que brindaron servicios de salud. En ese año, “el valor económico del trabajo no remunerado en el cuidado de salud ascendió a 272 mil 762 millones de pesos, equivalente al 1.5% del PIB nacional. De esta equivalencia, el 1.0% corresponde al valor económico de los 63.8 millones de horas en el cuidado de la salud brindado por las mujeres”.

En razón de lo que describo antes, se está frente a dos dimensiones; la primera es la relativa a las oportunidades laborales y salariales de la mujer y, la segunda, la que se refiere al trabajo no remunerado, especialmente el cuidado de la familia y del hogar.En ambas dimensiones hay mucho por hacer y el Estado mexicano, así como la sociedad civil, deben participar impulsando un trato de equidad e igualdad de género que no es otra cosa más qué, reconocer y garantizar el derecho de toda mujer a desarrollarse plenamente en el ámbito personal y profesional, sin que medien condiciones de desventaja frente a los hombres.

De ahí que como política de Estado es necesario fortalecer el esquema institucional y normativo que impulse la igualdad en materia de género qué, en un contexto de agudas diferencias sociales también pueda contribuir a reducir la pobreza y la desigualdad.

Se trata de garantizar, por ejemplo: La autonomía económica de las mujeres a través de proyectos productivos, la educación y la formación laboral y profesional para promover el acceso a puestos de trabajo mejor remunerados, ampliar los canales de participación social y política, y, en general de adoptar una estrategia que reconozca el papel y la contribución de la mujer al desarrollo comunitario, local y nacional. En suma, que se traduzca en la reorientación de las políticas púbicas para poner en el centro, el objetivo de la igualdad de género.

En 1975 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el Día de la Mujer, como una conmemoración que exige recordar la continua lucha de las mujeres en todo el mundo por alcanzar la igualdad de derechos y de trato. De este modo, cada 8 de marzo se recuerdan las luchas, marchas y concentraciones de las mujeres trabajadoras por obtener un trato digno e igualitario.

Veinticinco años después, enel año 2000, 189 países -entre ellos México- se comprometen con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) cuyo tercer objetivo fue “Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”. Posteriormente, en septiembre de 2015, la totalidad de los estados miembros de la ONU, se comprometen con los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) cuyo quinto propósito es “Lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas”. Así, cuarenta años después de haberse instaurado el Día Internacional de la Mujer, 193 países adquieren el compromiso ineludible de promover la igualdad entre hombres y mujeres.

En México se registran avances pero todavía hay mucho por hacer. El Instituto Nacional Estadística y Geografía (INEGI) señala que en 2013 “… las mujeres tuvieron una participación del 43.8% del personal ocupado en las actividades económicas (Censo Económico del 2014)”; las mujeres predominan en actividades de asociaciones religiosas,servicios públicos ycomercio, pero aún ahí conuna participación semejante a la de los hombres. Por entidad federativa los estados donde se registra una mayor participación de la mujer con ocupación son Tlaxcala, con el 49.2%; Guerrero, con el 49% y, Oaxaca con el 48.1%. En contraste, la participación de la mujer en la ocupación en Nuevo León es de solo 37.7%. Otra clasificación de INEGI es la relativa a la Cultura donde la participación de la mujer en Artesanías es de 54.7% y en Medios Audiovisuales de 19.9%. En el sector Turismo, la mujer concentra sus actividades en los Servicios de Salud y Asistencia Social, los Servicios Profesionales, Científicos y Técnicos y los Servicios Financieros y de Seguros.

Ahora bien, además de la diferencia de oportunidades para desarrollarse profesionalmente, se tiene la desigualdad en los sueldos y salarios. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló que en promedio la brecha salarial de género en México es del 17%, lo cual equivale a que una mujer tenga que trabajar casi 15 meses, para ganar lo que un hombre percibe por trabajar un año.

Otro indicador importante es el trabajo no remunerado de los hogares, el cual mide el trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados, labor realizada principalmente por mujeres. Conforme al INEGI, en 2016 “… el valor económico de este tipo de trabajo superó los 4.6 billones de pesos, lo que equivale al 23.2% del Producto Interno Bruto Nacional (PIB); de este valor, el 75.3% fue generado por el trabajo de las mujeres, quienes ocuparon 2,027 millones de horas a la semana para tal efecto”. Un indicador no menor es el del trabajo no remunerado en materia de salud. Siguiendo al INEGI, la mujer es quien provee principalmente cuidados de salud con 69 de cada 100 horas que se destinan a favor de la salud de los integrantes del hogar. En 2015 de 92 millones de horas a la semana en trabajo no remunerado en el cuidado de la salud, 69.6% de las horas se brindó a los integrantes del propio hogar; el 28.6% en el cuidado de la salud a integrantes de otros hogares y el 2.1% como trabajo voluntario en instituciones sin fines de lucro que brindaron servicios de salud. En ese año, “el valor económico del trabajo no remunerado en el cuidado de salud ascendió a 272 mil 762 millones de pesos, equivalente al 1.5% del PIB nacional. De esta equivalencia, el 1.0% corresponde al valor económico de los 63.8 millones de horas en el cuidado de la salud brindado por las mujeres”.

En razón de lo que describo antes, se está frente a dos dimensiones; la primera es la relativa a las oportunidades laborales y salariales de la mujer y, la segunda, la que se refiere al trabajo no remunerado, especialmente el cuidado de la familia y del hogar.En ambas dimensiones hay mucho por hacer y el Estado mexicano, así como la sociedad civil, deben participar impulsando un trato de equidad e igualdad de género que no es otra cosa más qué, reconocer y garantizar el derecho de toda mujer a desarrollarse plenamente en el ámbito personal y profesional, sin que medien condiciones de desventaja frente a los hombres.

De ahí que como política de Estado es necesario fortalecer el esquema institucional y normativo que impulse la igualdad en materia de género qué, en un contexto de agudas diferencias sociales también pueda contribuir a reducir la pobreza y la desigualdad.

Se trata de garantizar, por ejemplo: La autonomía económica de las mujeres a través de proyectos productivos, la educación y la formación laboral y profesional para promover el acceso a puestos de trabajo mejor remunerados, ampliar los canales de participación social y política, y, en general de adoptar una estrategia que reconozca el papel y la contribución de la mujer al desarrollo comunitario, local y nacional. En suma, que se traduzca en la reorientación de las políticas púbicas para poner en el centro, el objetivo de la igualdad de género.