/ sábado 10 de diciembre de 2022

La moviola | Merlina y la corrección

@lamoviola

Adiós a la locura. El infantilismo que nos aqueja como enfermedad social mundial ha atacado a la disidencia. La nueva víctima se llama Merlina o Wednesday y su familia, Los Addams. En medio de una demanda de contenidos cada días más agobiantes, para las plataformas streaming y el público, que debe estar al día, nomás para entrarle al tren del ya sabe que, el tío Netflix se aferra a su canon, en este caso, no transgredir, no molestar, y seguir los caprichos de una generación que no sabe lo que es la libertad. Seguro serían el hombre del bombín, el cartero que se espanta y la mujer rubia con cara de pay de manzana, que señalaban a los Adams en la serie sesentera. Cancelo, luego existo, cancelo, luego pienso, cancelo, luego leo, cancelo, luego veo.

La familia Addams, para dar un poco de contexto, surge de la mente creativa de Charles Addams en 1938 en The New Yorker, desde sus inicios se vio el aire transgresor. En los sesenta, se hizo la famosa adaptación televisiva para la cadena ABC. Era una de las épocas de oro de la televisión y compitió en audiencia con La familia Monster que era de CBS. Ambos programas tenían como centro una de las épocas más agrias de la persecución a la disidencia.

Años después, llegaría la adaptación fílmica de los Addams, bajo la dirección del hábil Barry Sonnenfeld. La agudeza del humor y la incorrección se mantuvieron. Pero los tiempos cambian y no siempre para mejorar.

En las adaptaciones cinematográficas, tomó fuerza el personaje de Merlina (Wednesday en su nombre original, interpretado por la espléndida Cristina Ricci, papel que la catapultó). Ahora llega una nueva versión televisiva, bajo la tutela siempre paternal del tío Netflix y se ha convertido en un fenómeno mediático de forma inmediata. Eso, no la exime de sus culpas.

Por un lado, hemos perdido al antes enfant terrible Tim Burton, director de los primeros episodios y hoy convertido en un obediente seguidor del canon de la plataforma. Poco queda del cineasta transgresor que daba a sus personajes un aire agridulce de otredad. La Merlina actual (interpretada por la talentosísima, eso sí, Jenna Ortega) es rara pero no tan rara. Como ella, hay otros adolescentes que no se ajustan a la norma y esto, vulnera la idea original de Charles Addams.

La Merlina actual, acude a una academia de jóvenes outsiders, cual escuela de Charles Xavier, investiga crímenes cómo Enola Holmes, cuestiona a su madre Morticia (Catherine Zeta Jones), y vive una suerte de aventuras adolescentes, con su aire oscuro, como episodio mediano de Riverdale. La convención de la convención.

En suma, la serie deja poco de la idea original y mezcla hasta asuntos tan añejos como Charmed. Queda la sensación, de que lo que vemos es una igualdad disfrazada de respeto a la diferencia.

Eso sí, el elenco es excepcional y quizá el mejor atractivo: Luis Guzmán como Gómez Addams (Homero, vaya), resulta también una cereza en medio de la confusión creativa.

En fin que estamos en una época en la que en medio de está censura que se ha democratizado, los Addams no son tan Addams y al paso que vamos, Betty la cancelada, ya no será hermosamente fea. Usted juzgue el fenómeno.

Tal vez está columna va en contra de la tendencia a elogiar las modas mediáticos, pero qué quiere, disidente que es uno.


@lamoviola

Adiós a la locura. El infantilismo que nos aqueja como enfermedad social mundial ha atacado a la disidencia. La nueva víctima se llama Merlina o Wednesday y su familia, Los Addams. En medio de una demanda de contenidos cada días más agobiantes, para las plataformas streaming y el público, que debe estar al día, nomás para entrarle al tren del ya sabe que, el tío Netflix se aferra a su canon, en este caso, no transgredir, no molestar, y seguir los caprichos de una generación que no sabe lo que es la libertad. Seguro serían el hombre del bombín, el cartero que se espanta y la mujer rubia con cara de pay de manzana, que señalaban a los Adams en la serie sesentera. Cancelo, luego existo, cancelo, luego pienso, cancelo, luego leo, cancelo, luego veo.

La familia Addams, para dar un poco de contexto, surge de la mente creativa de Charles Addams en 1938 en The New Yorker, desde sus inicios se vio el aire transgresor. En los sesenta, se hizo la famosa adaptación televisiva para la cadena ABC. Era una de las épocas de oro de la televisión y compitió en audiencia con La familia Monster que era de CBS. Ambos programas tenían como centro una de las épocas más agrias de la persecución a la disidencia.

Años después, llegaría la adaptación fílmica de los Addams, bajo la dirección del hábil Barry Sonnenfeld. La agudeza del humor y la incorrección se mantuvieron. Pero los tiempos cambian y no siempre para mejorar.

En las adaptaciones cinematográficas, tomó fuerza el personaje de Merlina (Wednesday en su nombre original, interpretado por la espléndida Cristina Ricci, papel que la catapultó). Ahora llega una nueva versión televisiva, bajo la tutela siempre paternal del tío Netflix y se ha convertido en un fenómeno mediático de forma inmediata. Eso, no la exime de sus culpas.

Por un lado, hemos perdido al antes enfant terrible Tim Burton, director de los primeros episodios y hoy convertido en un obediente seguidor del canon de la plataforma. Poco queda del cineasta transgresor que daba a sus personajes un aire agridulce de otredad. La Merlina actual (interpretada por la talentosísima, eso sí, Jenna Ortega) es rara pero no tan rara. Como ella, hay otros adolescentes que no se ajustan a la norma y esto, vulnera la idea original de Charles Addams.

La Merlina actual, acude a una academia de jóvenes outsiders, cual escuela de Charles Xavier, investiga crímenes cómo Enola Holmes, cuestiona a su madre Morticia (Catherine Zeta Jones), y vive una suerte de aventuras adolescentes, con su aire oscuro, como episodio mediano de Riverdale. La convención de la convención.

En suma, la serie deja poco de la idea original y mezcla hasta asuntos tan añejos como Charmed. Queda la sensación, de que lo que vemos es una igualdad disfrazada de respeto a la diferencia.

Eso sí, el elenco es excepcional y quizá el mejor atractivo: Luis Guzmán como Gómez Addams (Homero, vaya), resulta también una cereza en medio de la confusión creativa.

En fin que estamos en una época en la que en medio de está censura que se ha democratizado, los Addams no son tan Addams y al paso que vamos, Betty la cancelada, ya no será hermosamente fea. Usted juzgue el fenómeno.

Tal vez está columna va en contra de la tendencia a elogiar las modas mediáticos, pero qué quiere, disidente que es uno.