/ lunes 4 de julio de 2022

La timocracia digital

Por: Laura Coronado Contreras *

El pasado 30 de junio se conmemoró el Día de las Redes Sociales. Un día pensado para la reflexión sobre cómo éstas han cambiado nuestras vidas, hacia dónde queremos que se desarrollen y, por ende, se regulen. Actualmente tenemos distintos intentos aislados y visiones regionales, casi antagónicas al respecto: mientras en Europa están entrando en vigor la Ley de Mercados Digitales, la Ley de Servicios Digitales y una nueva Ley de Comunicación Audiovisual, Meta (antes Facebook), Epic Games, Huawei, Microsoft, Sony y un grupo importante de otras empresas tecnológicas han lanzado el “Foro de Estándares del Metaverso”.

Tanto la legislación de la Unión Europea como el Foro de Estándares pretenden que contemos con un metaespacio mucho más amigable, reglas claras sobre protección a los consumidores y privacidad pero en los últimos 25 años dichas iniciativas han fracasado.

El ciberespacio, por su naturaleza, es un lugar sin fronteras o límites geográficos, los contenidos digitales viajan instantánea y eficazmente, todos aquellos con conexión pueden participar sin importar sus condiciones económicas o sociales. ¿Es posible regularlo de una manera tradicional?

Por una parte, los gobiernos desean respaldar su poder y demostrar la trascendencia de su existencia al convertirse en los responsables de la legislación y su cumplimiento. Por la otra, la industria tecnológica desea implementar directrices ad hoc a sus necesidades demostrando su buena fe para los usuarios.

¿Deseamos vivir frente a una oligarquía en donde las reglas son impuestas por unos cuantos poderosos como la definía Aristóteles? ¿O en una demagogia en donde las normas las dictan los gobiernos, quienes dicen representar al pueblo con falsas promesas?

Quizás, Solón diría que actualmente la forma de gobierno en la que nos encontramos es una timocracia, es decir, una sociedad en la que cada ciudadano -con cierto poder adquisitivo o económico- puede participar en las decisiones públicas. Hoy en día, el ingreso o las “quinientas fanelas” que se requerían para ser “digno de ser escuchado” son los seguidores, amigos o contactos que tenemos en nuestras redes sociales, es decir, el acceso al internet.

Como nunca antes en la historia, los ciudadanos digitales tenemos la información, libertad de expresión, la capacidad de organización y la repercusión de nuestras acciones. ¿Será que los influencers, los consumidores, líderes de opinión y otros usuarios somos quienes realmente determinamos las reglas de lo que deseamos en el ciberespacio y, por ello, los intentos de regulación no han resultado exitosos?

¿Los Estados deben preocuparse -y ocuparse- más por disminuir la brecha digital en lugar de vigilar a las redes sociales? ¿Las plataformas digitales deben implementar tecnología y modelos de negocio que no sólo les beneficien sino que tengan valor social?

Posiblemente, las respuestas a estas inquietudes sólo podremos encontrarlas cuando, como señalaba Platón, estemos “buscando el bien de nuestros semejantes” ya que “así encontramos el nuestro” y mientras tanto seguiremos persiguiendo una regulación ideal y eficaz para el ciberespacio.

* Investigadora de la Universidad Anáhuac México. Autora de Familias Enredadas: Cultura Digital para papás y novatos (Penguin), la Libertad de Expresión en el Ciberespacio (Tirant), la Regulación global del ciberespacio (Porrúa) y 12 óperas para conocer el Derecho (Bosch). @soylaucoronado.

Por: Laura Coronado Contreras *

El pasado 30 de junio se conmemoró el Día de las Redes Sociales. Un día pensado para la reflexión sobre cómo éstas han cambiado nuestras vidas, hacia dónde queremos que se desarrollen y, por ende, se regulen. Actualmente tenemos distintos intentos aislados y visiones regionales, casi antagónicas al respecto: mientras en Europa están entrando en vigor la Ley de Mercados Digitales, la Ley de Servicios Digitales y una nueva Ley de Comunicación Audiovisual, Meta (antes Facebook), Epic Games, Huawei, Microsoft, Sony y un grupo importante de otras empresas tecnológicas han lanzado el “Foro de Estándares del Metaverso”.

Tanto la legislación de la Unión Europea como el Foro de Estándares pretenden que contemos con un metaespacio mucho más amigable, reglas claras sobre protección a los consumidores y privacidad pero en los últimos 25 años dichas iniciativas han fracasado.

El ciberespacio, por su naturaleza, es un lugar sin fronteras o límites geográficos, los contenidos digitales viajan instantánea y eficazmente, todos aquellos con conexión pueden participar sin importar sus condiciones económicas o sociales. ¿Es posible regularlo de una manera tradicional?

Por una parte, los gobiernos desean respaldar su poder y demostrar la trascendencia de su existencia al convertirse en los responsables de la legislación y su cumplimiento. Por la otra, la industria tecnológica desea implementar directrices ad hoc a sus necesidades demostrando su buena fe para los usuarios.

¿Deseamos vivir frente a una oligarquía en donde las reglas son impuestas por unos cuantos poderosos como la definía Aristóteles? ¿O en una demagogia en donde las normas las dictan los gobiernos, quienes dicen representar al pueblo con falsas promesas?

Quizás, Solón diría que actualmente la forma de gobierno en la que nos encontramos es una timocracia, es decir, una sociedad en la que cada ciudadano -con cierto poder adquisitivo o económico- puede participar en las decisiones públicas. Hoy en día, el ingreso o las “quinientas fanelas” que se requerían para ser “digno de ser escuchado” son los seguidores, amigos o contactos que tenemos en nuestras redes sociales, es decir, el acceso al internet.

Como nunca antes en la historia, los ciudadanos digitales tenemos la información, libertad de expresión, la capacidad de organización y la repercusión de nuestras acciones. ¿Será que los influencers, los consumidores, líderes de opinión y otros usuarios somos quienes realmente determinamos las reglas de lo que deseamos en el ciberespacio y, por ello, los intentos de regulación no han resultado exitosos?

¿Los Estados deben preocuparse -y ocuparse- más por disminuir la brecha digital en lugar de vigilar a las redes sociales? ¿Las plataformas digitales deben implementar tecnología y modelos de negocio que no sólo les beneficien sino que tengan valor social?

Posiblemente, las respuestas a estas inquietudes sólo podremos encontrarlas cuando, como señalaba Platón, estemos “buscando el bien de nuestros semejantes” ya que “así encontramos el nuestro” y mientras tanto seguiremos persiguiendo una regulación ideal y eficaz para el ciberespacio.

* Investigadora de la Universidad Anáhuac México. Autora de Familias Enredadas: Cultura Digital para papás y novatos (Penguin), la Libertad de Expresión en el Ciberespacio (Tirant), la Regulación global del ciberespacio (Porrúa) y 12 óperas para conocer el Derecho (Bosch). @soylaucoronado.