/ viernes 15 de julio de 2022

La úlcera del chiclero en Yucatán y la búsqueda de nuevos fitomedicamentos leishmanicidas

Por Sergio R. Peraza Sánchez (CICY)


En la península de Yucatán, como ocurre en muchas regiones con clima tropical, existen varios padecimientos que aquejan a la población que vive en zonas rurales alejadas de las grandes ciudades. Algunas de estas enfermedades son ocasionadas por insectos que cohabitan con los humanos y son vectores que transmiten gérmenes (bacterias, virus, hongos y protozoos microscópicos), los verdaderos causantes de las enfermedades en esta población vulnerable que carece de servicios médicos cercanos.

Tal es el caso de la leishmaniasis cutánea localizada o “úlcera del chiclero”, causada por el protozoario Leishmania mexicana y que es transmitido por la mosquita blanca o de arena, cuyo nombre científico es Lutzomyia olmeca (Fotografía 1). En la picadura, que ocurre casi siempre en la cara, los brazos o las piernas, aparece una úlcera que evoluciona crónicamente hasta formar heridas abiertas y muy profundas, dejando cicatrices poco estéticas. Aunque esta dolencia no es mortal, sí es de alta morbilidad entre los trabajadores del campo, obreros y soldados activos en la selva. El riesgo de contraer la enfermedad aumenta de noviembre a marzo, época en la que los chicleros recolectaban la savia del árbol del zapote (Manilkara zapota).

Lutzomyia olmeca 3

En México, las entidades con más casos de esta enfermedad son Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Chiapas, Veracruz, Oaxaca y Yucatán. Entre los años 2017 y 2021 se registraron 3,068 enfermos, de los cuales 36 se dieron en Yucatán, principalmente, en las aldeas del cono sur, cerca de zonas endémicas del mosquito transmisor en Quintana Roo y Campeche (Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, Sinave, 2017-2021).

La Organización Mundial de la Salud considera a la leishmaniasis cutánea una enfermedad infecciosa desatendida, asociada a poblaciones en condiciones de pobreza, desnutrición, con limitaciones en materia de vivienda y escaso acceso a servicios de salud. Por lo anterior, las farmacéuticas no están interesadas en buscar nuevas terapias para su curación, pues consideran que la venta de un medicamento dirigido a esta población no rendiría ganancias suficientes para cubrir los gastos derivados de la investigación y, mucho menos, en obtener un provecho económico.

A pesar de que esta enfermedad es conocida desde hace mucho tiempo, pues fue descrita desde 1912 por el investigador Seidelin (Andrade-Narváez et al., 2001), el tratamiento actual en Yucatán es la inyección de antimoniato de meglumina ─Glucantime®─, medicamento que entró al mercado en la década de 1940 junto al Pentostam® (Berman et al., 1988; Roberts et al., 1998). Sin embargo, debido a efectos adversos, así como tratamientos prolongados y costosos, toxicidad, poca eficacia y baja disponibilidad, es necesario desarrollar alternativas efectivas, económicas y menos tóxicas.

Las plantas medicinales han sido siempre un recurso muy valioso de compuestos químicos con propiedades benéficas para la salud, pues la mayoría de los medicamentos actuales han sido desarrollados a partir de estos compuestos (Newman y Cragg, 2016). Muchas plantas han sido descubiertas con actividad leishmanicida y hay evidencia sobre metabolitos (compuestos químicos) con acción antiprotozoaria aislados de especies vegetales (Ullah et al., 2016).

En la Unidad de Biotecnología del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) existe un grupo de investigación que se ha dedicado a la búsqueda de compuestos químicos que puedan desarrollarse como nuevos medicamentos leishmanicidas. Así, se organizó una lista de varias especies nativas de la región con actividad leishmanicida, utilizando el conocimiento de la medicina tradicional maya, así como reportes etnobotánicos y científicos (Peraza-Sánchez et al., 2007). Extractos orgánicos de estas especies fueron sometidos a bioensayos in vitro e in vivo contra el parásito Leishmania mexicana, lográndose identificar varias especies con acción leishmanicida: Aphelandra scabra, Dorstenia contrajerva y Tridax procumbens, entre otras.

Aphelandra scabra es un arbusto que crece en la península de Yucatán y Centroamérica, y es conocido como cola de gallo o cola de camarón, debido a su inflorescencia muy llamativa de color durazno que en maya se conoce como chakanal. Medicinalmente, se emplea como carminativo, en padecimientos del sistema circulatorio y nervioso, enfermedades mentales e infecciones de la piel. De esta planta se aisló hidroxitirosol (químico), con muy buena actividad in vitro y que ha sido reportado en la literatura como antioxidante y no tóxico, siendo un buen candidato para el desarrollo de un nuevo medicamento leishmanicida. (Fotografía 2).

Aphelandra scabra

Dorstenia contrajerva es una hierba pequeña y ligeramente aromática que posee un rizoma grueso, con flores y frutos contenidos en una inflorescencia cuadrangular. Se le llama contrahierba y en maya como ixkambalhaw. Habita en lugares cálidos, húmedos y sombreados. De esta especie aislamos un flavonoide y un galactolípido, los cuales mostraron muy buena actividad leishmanicida in vitro, convirtiéndose en buenos prospectos en la búsqueda de una nueva terapia contra la leishmaniasis. (Fotografía 3).

Dorstenia contrajerva. 

Tridax procumbens es una planta herbácea perenne, considerada una maleza, distribuida en regiones tropicales, con flores blancas liguladas, identificada como hierba del toro y bakenbox en maya. Es usada como antialérgica, hepatoprotectora, cicatrizante, antidiabética, inmunomoduladora y antiprotozoaria, y en la medicina tradicional maya se usa para tratar la úlcera del chiclero. Hemos realizado numerosos estudios in vitro e in vivo de sus extractos de raíz y hojas, mostrando una excelente actividad leishmanicida, lo que derivó en el aislamiento de la oxilipina (3S)-16,17-dideshidrofalcarinol, que también indicó gran capacidad de inhibir el crecimiento de Leishmania mexicana en experimentos in vitro y con ratones. (Fotografía 4).

Tridax procumbens

Los resultados hasta ahora obtenidos en los estudios de estas especies vegetales son muy alentadores, por lo cual se estima que en un futuro cercano se podrá desarrollar un nuevo fitomedicamento para combatir esta enfermedad.

Palabras clave

leishmaniasis, úlcera del chiclero, Leishmania mexicana, Glucantime, medicina tradicional, plantas medicinales, Aphelandra scabra, Dorstenia contrajerva, Tridax procumbens, Yucatán

Referencias

Andrade-Narváez, F.J., Vargas-González, A., Canto-Lara, S.B., Damián-Centeno, A.G. Clinical picture of cutaneous leishmaniases due to Leishmania (Leishmania) mexicana in the Yucatan peninsula, Mexico. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, 2001, 96, 163-167.

Berman, J.D., Grogl, M. Leishmania mexicana: chemistry and biochemistry of sodium stibogluconate (Pentostam). Experimental Parasitology, 1988, 67, 96-103.

Newman, D.J., Cragg, G.M. Natural products as sources of new drugs from 1981 to 2014. Journal of Natural Products, 2016, 79, 629-661.

Peraza-Sánchez, S.R., Cen-Pacheco, F., Noh-Chimal, A., May-Pat, F., Simá-Polanco, P., Dumonteil, E., García-Miss, M.R., Mut-Martín, M. Leishmanicidal evaluation of extracts from native plants of the Yucatán Península. Fitoterapia, 2007, 78, 315-318.

Roberts, W., McMurray, W., Rainey, P.M. Characterization of the antimonial antileishmanial agent meglumina antimoniate (Glucantime). Antimicrobial Agents & Chemotherapy, 1998, 42, 1076-1082.

Ullah, N., Nadhman, A., Siddiq, S., Mehwish, S., Islam, A., Jafri, L., Hamayun, M. Plants as antileishmanial agents: current scenario. Phytotherapy Research, 2016, 30, 1905-1925.

Autor

El doctor Sergio R. Peraza Sánchez es Profesor-Investigador Titular C de la Unidad de Biotecnología del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY). Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel 2. Tiene un doctorado en Farmacognosia de la University of Illinois at Chicago (UIC), Estados Unidos de América, maestría en Química Orgánica, especialidad Fitoquímica, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y una licenciatura en Química Industrial de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Ha publicado más de 50 artículos científicos, ha graduado ocho estudiantes de doctorado, 11 de maestría y 16 de licenciatura. Imparte cursos de Fitoquímica, Cromatografía y Espectroscopía en el Posgrado del CICY. Correo de contacto: speraza@cicy.mx


Nota del editor

Crédito de las fotografías: CICY.


***

El blog México es ciencia está en Facebook, https://www.facebook.com/mexicoesciencia y Twitter, https://twitter.com/MexicoesCiencia ¡Síganos!


Por Sergio R. Peraza Sánchez (CICY)


En la península de Yucatán, como ocurre en muchas regiones con clima tropical, existen varios padecimientos que aquejan a la población que vive en zonas rurales alejadas de las grandes ciudades. Algunas de estas enfermedades son ocasionadas por insectos que cohabitan con los humanos y son vectores que transmiten gérmenes (bacterias, virus, hongos y protozoos microscópicos), los verdaderos causantes de las enfermedades en esta población vulnerable que carece de servicios médicos cercanos.

Tal es el caso de la leishmaniasis cutánea localizada o “úlcera del chiclero”, causada por el protozoario Leishmania mexicana y que es transmitido por la mosquita blanca o de arena, cuyo nombre científico es Lutzomyia olmeca (Fotografía 1). En la picadura, que ocurre casi siempre en la cara, los brazos o las piernas, aparece una úlcera que evoluciona crónicamente hasta formar heridas abiertas y muy profundas, dejando cicatrices poco estéticas. Aunque esta dolencia no es mortal, sí es de alta morbilidad entre los trabajadores del campo, obreros y soldados activos en la selva. El riesgo de contraer la enfermedad aumenta de noviembre a marzo, época en la que los chicleros recolectaban la savia del árbol del zapote (Manilkara zapota).

Lutzomyia olmeca 3

En México, las entidades con más casos de esta enfermedad son Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Chiapas, Veracruz, Oaxaca y Yucatán. Entre los años 2017 y 2021 se registraron 3,068 enfermos, de los cuales 36 se dieron en Yucatán, principalmente, en las aldeas del cono sur, cerca de zonas endémicas del mosquito transmisor en Quintana Roo y Campeche (Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, Sinave, 2017-2021).

La Organización Mundial de la Salud considera a la leishmaniasis cutánea una enfermedad infecciosa desatendida, asociada a poblaciones en condiciones de pobreza, desnutrición, con limitaciones en materia de vivienda y escaso acceso a servicios de salud. Por lo anterior, las farmacéuticas no están interesadas en buscar nuevas terapias para su curación, pues consideran que la venta de un medicamento dirigido a esta población no rendiría ganancias suficientes para cubrir los gastos derivados de la investigación y, mucho menos, en obtener un provecho económico.

A pesar de que esta enfermedad es conocida desde hace mucho tiempo, pues fue descrita desde 1912 por el investigador Seidelin (Andrade-Narváez et al., 2001), el tratamiento actual en Yucatán es la inyección de antimoniato de meglumina ─Glucantime®─, medicamento que entró al mercado en la década de 1940 junto al Pentostam® (Berman et al., 1988; Roberts et al., 1998). Sin embargo, debido a efectos adversos, así como tratamientos prolongados y costosos, toxicidad, poca eficacia y baja disponibilidad, es necesario desarrollar alternativas efectivas, económicas y menos tóxicas.

Las plantas medicinales han sido siempre un recurso muy valioso de compuestos químicos con propiedades benéficas para la salud, pues la mayoría de los medicamentos actuales han sido desarrollados a partir de estos compuestos (Newman y Cragg, 2016). Muchas plantas han sido descubiertas con actividad leishmanicida y hay evidencia sobre metabolitos (compuestos químicos) con acción antiprotozoaria aislados de especies vegetales (Ullah et al., 2016).

En la Unidad de Biotecnología del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) existe un grupo de investigación que se ha dedicado a la búsqueda de compuestos químicos que puedan desarrollarse como nuevos medicamentos leishmanicidas. Así, se organizó una lista de varias especies nativas de la región con actividad leishmanicida, utilizando el conocimiento de la medicina tradicional maya, así como reportes etnobotánicos y científicos (Peraza-Sánchez et al., 2007). Extractos orgánicos de estas especies fueron sometidos a bioensayos in vitro e in vivo contra el parásito Leishmania mexicana, lográndose identificar varias especies con acción leishmanicida: Aphelandra scabra, Dorstenia contrajerva y Tridax procumbens, entre otras.

Aphelandra scabra es un arbusto que crece en la península de Yucatán y Centroamérica, y es conocido como cola de gallo o cola de camarón, debido a su inflorescencia muy llamativa de color durazno que en maya se conoce como chakanal. Medicinalmente, se emplea como carminativo, en padecimientos del sistema circulatorio y nervioso, enfermedades mentales e infecciones de la piel. De esta planta se aisló hidroxitirosol (químico), con muy buena actividad in vitro y que ha sido reportado en la literatura como antioxidante y no tóxico, siendo un buen candidato para el desarrollo de un nuevo medicamento leishmanicida. (Fotografía 2).

Aphelandra scabra

Dorstenia contrajerva es una hierba pequeña y ligeramente aromática que posee un rizoma grueso, con flores y frutos contenidos en una inflorescencia cuadrangular. Se le llama contrahierba y en maya como ixkambalhaw. Habita en lugares cálidos, húmedos y sombreados. De esta especie aislamos un flavonoide y un galactolípido, los cuales mostraron muy buena actividad leishmanicida in vitro, convirtiéndose en buenos prospectos en la búsqueda de una nueva terapia contra la leishmaniasis. (Fotografía 3).

Dorstenia contrajerva. 

Tridax procumbens es una planta herbácea perenne, considerada una maleza, distribuida en regiones tropicales, con flores blancas liguladas, identificada como hierba del toro y bakenbox en maya. Es usada como antialérgica, hepatoprotectora, cicatrizante, antidiabética, inmunomoduladora y antiprotozoaria, y en la medicina tradicional maya se usa para tratar la úlcera del chiclero. Hemos realizado numerosos estudios in vitro e in vivo de sus extractos de raíz y hojas, mostrando una excelente actividad leishmanicida, lo que derivó en el aislamiento de la oxilipina (3S)-16,17-dideshidrofalcarinol, que también indicó gran capacidad de inhibir el crecimiento de Leishmania mexicana en experimentos in vitro y con ratones. (Fotografía 4).

Tridax procumbens

Los resultados hasta ahora obtenidos en los estudios de estas especies vegetales son muy alentadores, por lo cual se estima que en un futuro cercano se podrá desarrollar un nuevo fitomedicamento para combatir esta enfermedad.

Palabras clave

leishmaniasis, úlcera del chiclero, Leishmania mexicana, Glucantime, medicina tradicional, plantas medicinales, Aphelandra scabra, Dorstenia contrajerva, Tridax procumbens, Yucatán

Referencias

Andrade-Narváez, F.J., Vargas-González, A., Canto-Lara, S.B., Damián-Centeno, A.G. Clinical picture of cutaneous leishmaniases due to Leishmania (Leishmania) mexicana in the Yucatan peninsula, Mexico. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, 2001, 96, 163-167.

Berman, J.D., Grogl, M. Leishmania mexicana: chemistry and biochemistry of sodium stibogluconate (Pentostam). Experimental Parasitology, 1988, 67, 96-103.

Newman, D.J., Cragg, G.M. Natural products as sources of new drugs from 1981 to 2014. Journal of Natural Products, 2016, 79, 629-661.

Peraza-Sánchez, S.R., Cen-Pacheco, F., Noh-Chimal, A., May-Pat, F., Simá-Polanco, P., Dumonteil, E., García-Miss, M.R., Mut-Martín, M. Leishmanicidal evaluation of extracts from native plants of the Yucatán Península. Fitoterapia, 2007, 78, 315-318.

Roberts, W., McMurray, W., Rainey, P.M. Characterization of the antimonial antileishmanial agent meglumina antimoniate (Glucantime). Antimicrobial Agents & Chemotherapy, 1998, 42, 1076-1082.

Ullah, N., Nadhman, A., Siddiq, S., Mehwish, S., Islam, A., Jafri, L., Hamayun, M. Plants as antileishmanial agents: current scenario. Phytotherapy Research, 2016, 30, 1905-1925.

Autor

El doctor Sergio R. Peraza Sánchez es Profesor-Investigador Titular C de la Unidad de Biotecnología del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY). Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores en el Nivel 2. Tiene un doctorado en Farmacognosia de la University of Illinois at Chicago (UIC), Estados Unidos de América, maestría en Química Orgánica, especialidad Fitoquímica, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), y una licenciatura en Química Industrial de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Ha publicado más de 50 artículos científicos, ha graduado ocho estudiantes de doctorado, 11 de maestría y 16 de licenciatura. Imparte cursos de Fitoquímica, Cromatografía y Espectroscopía en el Posgrado del CICY. Correo de contacto: speraza@cicy.mx


Nota del editor

Crédito de las fotografías: CICY.


***

El blog México es ciencia está en Facebook, https://www.facebook.com/mexicoesciencia y Twitter, https://twitter.com/MexicoesCiencia ¡Síganos!