/ martes 19 de octubre de 2021

La Voz de la IP | Ni limpia, ni barata, ni nuestra

Nicolás Madáhuar Boehm

Vicepresidente Nacional de Desarrollo Empresarial de Coparmex

Lenin estaba equivocado cuando señaló que, para destruir la economía de un país, bastaba con destruir su moneda.

La realidad es que para ello lo único que se necesita hacer es destruir las expectativas del empresariado y el entorno donde se desarrollan los medios de producción. Al hacerlo se evapora la INVERSIÓN, y con ella la generación de infraestructura, crecimiento y empleo y bienestar.

Quien no se equivoca es David Konzevik al asegurar que “la inversión es hija del silencio”. Y por desgracia, nuestro gobierno se ha empeñado en hacer no ruido, sino ESCÁNDALO.

La actual iniciativa de contra reforma sobre el sector energético, que sigue una visión anclada en un mundo que ya no existe, es el más reciente ejemplo de cómo dañar las expectativas del sector privado, pasando por encima de contratos y pretendiendo ejercer acciones retroactivas en perjuicio del medio ambiente, los usuarios, los inversionistas y las empresas.

Es inaceptable que, con el pretexto de la corrupción o de contratos “leoninos” (que mencionan sin transparentar), el gobierno cuestione la legitimidad de todo el sistema y nos regrese 50 años con los consecuentes costos económicos, sociales y ecológicos.

Un país sin energía limpia y barata no tiene viabilidad en el siglo XXI, y un monopolio controlado por la conocida ineficiencia de la CFE es un camino suicida.

El riesgo de daño sistémico es inminente. El sector energético es la fuente de vida de cualquier economía. Solo veamos como ejemplo a China, sumida actualmente en una oleada de apagones sin precedente, y racionando el suministro eléctrico a falta de opciones.

Este no puede ser un debate basado en ideología, nacionalismo o soberanía, sino en el sentido común. Ese trasnochado e inquietante argumento de que la electricidad será “nuestra” tiene tufo expropiatorio y autoritario. Para un tema tan importante y técnicamente complejo, sorprende la falta de argumentos de quienes promueven la iniciativa.

La coyuntura de alza de precios energéticos por la pandemia tampoco puede ser pretexto. Es un fenómeno temporal que afecta a todo el mundo, y nada tiene que ver con los esquemas del sistema eléctrico actual.

La brecha importante que hay que acortar, la referencia que hay que tomar, es nuestra distancia vs los países desarrollados, no vs el ineficiente sistema que teníamos en los años 70 en una economía cerrada.

Si se quiere tener una buena estrategia de país, debemos aprender a distinguir entre la foto y la película. Una cosa es cómo estamos, y otra distinta es cómo y hacia dónde vamos. Nuestros legisladores tienen que evitar que esta iniciativa progrese.

En el sector energético, como en la mayoría, con ineficientes controles monopólicos, dando la espalda al medio ambiente, y sin inversión privada, vamos a colapsar. #OpiniónCoparmex

Nicolás Madáhuar Boehm

Vicepresidente Nacional de Desarrollo Empresarial de Coparmex

Lenin estaba equivocado cuando señaló que, para destruir la economía de un país, bastaba con destruir su moneda.

La realidad es que para ello lo único que se necesita hacer es destruir las expectativas del empresariado y el entorno donde se desarrollan los medios de producción. Al hacerlo se evapora la INVERSIÓN, y con ella la generación de infraestructura, crecimiento y empleo y bienestar.

Quien no se equivoca es David Konzevik al asegurar que “la inversión es hija del silencio”. Y por desgracia, nuestro gobierno se ha empeñado en hacer no ruido, sino ESCÁNDALO.

La actual iniciativa de contra reforma sobre el sector energético, que sigue una visión anclada en un mundo que ya no existe, es el más reciente ejemplo de cómo dañar las expectativas del sector privado, pasando por encima de contratos y pretendiendo ejercer acciones retroactivas en perjuicio del medio ambiente, los usuarios, los inversionistas y las empresas.

Es inaceptable que, con el pretexto de la corrupción o de contratos “leoninos” (que mencionan sin transparentar), el gobierno cuestione la legitimidad de todo el sistema y nos regrese 50 años con los consecuentes costos económicos, sociales y ecológicos.

Un país sin energía limpia y barata no tiene viabilidad en el siglo XXI, y un monopolio controlado por la conocida ineficiencia de la CFE es un camino suicida.

El riesgo de daño sistémico es inminente. El sector energético es la fuente de vida de cualquier economía. Solo veamos como ejemplo a China, sumida actualmente en una oleada de apagones sin precedente, y racionando el suministro eléctrico a falta de opciones.

Este no puede ser un debate basado en ideología, nacionalismo o soberanía, sino en el sentido común. Ese trasnochado e inquietante argumento de que la electricidad será “nuestra” tiene tufo expropiatorio y autoritario. Para un tema tan importante y técnicamente complejo, sorprende la falta de argumentos de quienes promueven la iniciativa.

La coyuntura de alza de precios energéticos por la pandemia tampoco puede ser pretexto. Es un fenómeno temporal que afecta a todo el mundo, y nada tiene que ver con los esquemas del sistema eléctrico actual.

La brecha importante que hay que acortar, la referencia que hay que tomar, es nuestra distancia vs los países desarrollados, no vs el ineficiente sistema que teníamos en los años 70 en una economía cerrada.

Si se quiere tener una buena estrategia de país, debemos aprender a distinguir entre la foto y la película. Una cosa es cómo estamos, y otra distinta es cómo y hacia dónde vamos. Nuestros legisladores tienen que evitar que esta iniciativa progrese.

En el sector energético, como en la mayoría, con ineficientes controles monopólicos, dando la espalda al medio ambiente, y sin inversión privada, vamos a colapsar. #OpiniónCoparmex