/ lunes 14 de enero de 2019

La vulnerabilidad energética y la política industrial

Los desafíos del Planeta se concentran en términos de medio ambiente, cambio climático aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, migración y pobreza, así como en el despliegue de la “economía circular” para desacoplar el crecimiento inercial de 3.6% del PIB global, de la explotación desmesurada de los recursos naturales, y consecuentemente; reducir, reusar y reciclar mucho más de lo que hacemos ahora.

En la política industrial del nuevo gobierno resalta el enfoque neonacionalista, en especial en el sector energético, el cual ha sido reorganizado por una reforma energética que logró aperturar, pero no tuvo el tiempo suficiente para consolidar inversiones y mucho menos desarrollar mercados más competidos. La prisa por demostrar que no servía acabo por desacreditar un proyecto y proponer ideas que no tienen fondo , estrategia , análisis y muchas veces ni siquiera razón.

En la política industrial de la 4T, la recuperación de Pemex y CFE podrían servir de palanca para inversiones, empleos y mercados siempre y cuando verdaderamente incrementen la producción nacional a un precio competitivo que impacte en la productividad y beneficio social de largo plazo. La reconfiguración de las refinerías y la construcción de la refinería de Dos Bocas Tabasco, ponen en evidencia un desfase crucial en el desarrollo de forma endógena.

El principal desfase de la reforma energética se refiere a inversiones y mercados. Los organismos reguladores no consumaron las políticas y los procedimientos para mejorar la competencia y supervisar que los nuevos jugadores transaccionales acompañaran la apertura del sector con inversiones de corto plazo que incidieran en más competencia y mejores precios. Al contrario, sin inversión, los mercados se ajustan al sistema anterior y se mimetizan con la mediocridad previa.

Por ejemplo, en caso de los combustibles, que de por sí, es un área de amplia vulnerabilidad económica, porque antes de le reforma energética y de la apertura de ese mercado a la inversión nacional y extranjera, sólo se tenían reservas estratégicas para 4 días de combustibles, cuando lo mínimo recomendado son 14 días. La inversión derivada de la apertura traería inversiones privadas en ductos, centros de almacenamiento y distribución, estaciones de servicio y una red complementaria de carro tanques para la adecuada distribución de los combustibles en las diferentes regiones de México.

Sucede que el 95% de la distribución de combustible sigue siendo realizado por Pemex, es decir por una troncal principal de producción, importación y distribución que se quedó al margen de la inversión productiva 20 años y que no responde a las necesidades del país desde hace mucho tiempo.

La soberanía energética como principio nacionalista de actuación del nuevo gobierno ha sido puesta a prueba con el plan contra el robo de combustible, y que no sólo destapó una coladera de corrupción equivalente a 60 mil millones de pesos, sino que se hizo evidente el deficiente sistema de distribución de combustibles y lo imperfecto de la reforma energética, que no sólo NO trajo precios más bajos de la energía en general, sino que revela la urgente necesidad de revisar todo su contexto, identificar las áreas de riesgo y actuar en consecuencia con la reforma de la reforma. La emergencia que provocó la falta de combustibles también reveló la vulnerabilidad del sistema de distribución de mercancías en general, dependiente del transporte terrestre por autotransporte de carga. La logística industrial depende de los combustibles, la red de transporte y la seguridad en las carreteras. Los costos de transacción se elevan con la inseguridad y la corrupción a tal grado, que será indispensable repensar las prioridades, las concesiones y los mercados para garantizar competencia, reservas estratégicas confiables y supervisar a detalle a los grandes jugadores en este mercado.

Una política industrial certera logra impactos regionales y macroeconómicos, pero también reducción de costos de transacción a nivel microeconómico, y definitivamente, en el mercado de los de combustibles, con una red de infraestructura y servicios que equivalen a más de 16 mil millones de dólares del sector privado que no se han visto. Una política industrial certera es aquella que determina los sectores a apuntalar para el desarrollo mediante estímulos, normatividad e innovación tecnológica. Ciertamente reforzar el enfoque de política industrial, empezando por las industrias energéticas es de vital importancia para los demás sectores de la economía, pero no a costillas de las empresas productivas del Estado, y mucho menos, privilegiando intereses de la industria trasnacional -que como ya vimos- entra a los mercados, no para generar más competencia y mejores precios, sino para mimetizarse con distorsiones previas y hacer rentas sin inversión correspondiente.

Vicepresidente de Canacintra

Los desafíos del Planeta se concentran en términos de medio ambiente, cambio climático aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, migración y pobreza, así como en el despliegue de la “economía circular” para desacoplar el crecimiento inercial de 3.6% del PIB global, de la explotación desmesurada de los recursos naturales, y consecuentemente; reducir, reusar y reciclar mucho más de lo que hacemos ahora.

En la política industrial del nuevo gobierno resalta el enfoque neonacionalista, en especial en el sector energético, el cual ha sido reorganizado por una reforma energética que logró aperturar, pero no tuvo el tiempo suficiente para consolidar inversiones y mucho menos desarrollar mercados más competidos. La prisa por demostrar que no servía acabo por desacreditar un proyecto y proponer ideas que no tienen fondo , estrategia , análisis y muchas veces ni siquiera razón.

En la política industrial de la 4T, la recuperación de Pemex y CFE podrían servir de palanca para inversiones, empleos y mercados siempre y cuando verdaderamente incrementen la producción nacional a un precio competitivo que impacte en la productividad y beneficio social de largo plazo. La reconfiguración de las refinerías y la construcción de la refinería de Dos Bocas Tabasco, ponen en evidencia un desfase crucial en el desarrollo de forma endógena.

El principal desfase de la reforma energética se refiere a inversiones y mercados. Los organismos reguladores no consumaron las políticas y los procedimientos para mejorar la competencia y supervisar que los nuevos jugadores transaccionales acompañaran la apertura del sector con inversiones de corto plazo que incidieran en más competencia y mejores precios. Al contrario, sin inversión, los mercados se ajustan al sistema anterior y se mimetizan con la mediocridad previa.

Por ejemplo, en caso de los combustibles, que de por sí, es un área de amplia vulnerabilidad económica, porque antes de le reforma energética y de la apertura de ese mercado a la inversión nacional y extranjera, sólo se tenían reservas estratégicas para 4 días de combustibles, cuando lo mínimo recomendado son 14 días. La inversión derivada de la apertura traería inversiones privadas en ductos, centros de almacenamiento y distribución, estaciones de servicio y una red complementaria de carro tanques para la adecuada distribución de los combustibles en las diferentes regiones de México.

Sucede que el 95% de la distribución de combustible sigue siendo realizado por Pemex, es decir por una troncal principal de producción, importación y distribución que se quedó al margen de la inversión productiva 20 años y que no responde a las necesidades del país desde hace mucho tiempo.

La soberanía energética como principio nacionalista de actuación del nuevo gobierno ha sido puesta a prueba con el plan contra el robo de combustible, y que no sólo destapó una coladera de corrupción equivalente a 60 mil millones de pesos, sino que se hizo evidente el deficiente sistema de distribución de combustibles y lo imperfecto de la reforma energética, que no sólo NO trajo precios más bajos de la energía en general, sino que revela la urgente necesidad de revisar todo su contexto, identificar las áreas de riesgo y actuar en consecuencia con la reforma de la reforma. La emergencia que provocó la falta de combustibles también reveló la vulnerabilidad del sistema de distribución de mercancías en general, dependiente del transporte terrestre por autotransporte de carga. La logística industrial depende de los combustibles, la red de transporte y la seguridad en las carreteras. Los costos de transacción se elevan con la inseguridad y la corrupción a tal grado, que será indispensable repensar las prioridades, las concesiones y los mercados para garantizar competencia, reservas estratégicas confiables y supervisar a detalle a los grandes jugadores en este mercado.

Una política industrial certera logra impactos regionales y macroeconómicos, pero también reducción de costos de transacción a nivel microeconómico, y definitivamente, en el mercado de los de combustibles, con una red de infraestructura y servicios que equivalen a más de 16 mil millones de dólares del sector privado que no se han visto. Una política industrial certera es aquella que determina los sectores a apuntalar para el desarrollo mediante estímulos, normatividad e innovación tecnológica. Ciertamente reforzar el enfoque de política industrial, empezando por las industrias energéticas es de vital importancia para los demás sectores de la economía, pero no a costillas de las empresas productivas del Estado, y mucho menos, privilegiando intereses de la industria trasnacional -que como ya vimos- entra a los mercados, no para generar más competencia y mejores precios, sino para mimetizarse con distorsiones previas y hacer rentas sin inversión correspondiente.

Vicepresidente de Canacintra