/ lunes 1 de junio de 2020

Mediciones

En días pasados el Presidente anunció la necesidad de implementar un nuevo modelo para medir el desarrollo económico, ya que el PIB se limita al crecimiento económico y saca de la ecuación a la felicidad y el bienestar, lo que generó una reacción tan vehemente como infundada en algunos sectores; sin embargo, el anuncio tiene grandes bondades.

Es importante puntualizar que no se trata de dejar de medir el PIB, un estándar internacional imprescindible en la relación con el Banco Mundial y el FMI, pero no refleja la situación del gobierno o la población, por lo que es de la mayor conveniencia contar con herramientas pertinentes, útiles, para medir avances y retrocesos.

Una medición integral del desarrollo no es una idea aislada. La ONU empezó a analizar la necesidad de nuevos indicadores con base en la felicidad y el bienestar desde 2011, por ello un año después, se llevó a cabo una reunión de alto nivel en la ONU titulada “Felicidad y bienestar: definiendo el paradigma de la nueva economía”. Es evidente que se requiere una aproximación diferente a cómo vemos y medimos el gobierno.

Yehezkel Dror, un gran politólogo señala en su libro “La Capacidad de Gobernar” que el objetivo de un gobierno es la felicidad de la población. Si todos coincidimos que los objetivos se deben de medir y reconocemos que es un objetivo, es más que necesario medir la felicidad. Gobernar requiere ética, pero también parámetros morales y un foco en la dignidad humana, indicadores que no lo mide el PIB.

En educación la situación no es diferente. La prueba PISA es una herramienta poderosa para dar dirección a la educación muy útil, pero no mide las condiciones de cada país por eso son necesarias mediciones integrales que consideren nuestra infraestructura y contexto propio, que no ponga en la misma repisa a un sistema educativo con 300 mil niños a uno con 30 millones.

El tema no es menor; por ejemplo, la triste organización que se ha dedicado a desprestigiar a los maestros, maestras y al sistema educativo mexicano ha usado estas mediciones como un ariete de su propaganda sin considerar lo verdaderamente importante. ¿Cuándo se han preocupado por medir la eficiencia? Esto es que docentes hacen más con menos. Estoy seguro de que si lo hicieran los y las maestras de la Ciudad de México tendrían el primer lugar.

Somos parte de un proyecto que tiene como centro lo humano, que reconoce como prioridad para la acción del gobierno la felicidad y la dignidad humana, sin ser apáticos al dolor y la exclusión. Si tenemos un concepto de progreso diferente, en eso no pueden caber tibiezas o ambigüedades. Lo tomamos con seriedad, por eso medirlo es perfectamente sensato y científico.


@LuisH_Fernandez

En días pasados el Presidente anunció la necesidad de implementar un nuevo modelo para medir el desarrollo económico, ya que el PIB se limita al crecimiento económico y saca de la ecuación a la felicidad y el bienestar, lo que generó una reacción tan vehemente como infundada en algunos sectores; sin embargo, el anuncio tiene grandes bondades.

Es importante puntualizar que no se trata de dejar de medir el PIB, un estándar internacional imprescindible en la relación con el Banco Mundial y el FMI, pero no refleja la situación del gobierno o la población, por lo que es de la mayor conveniencia contar con herramientas pertinentes, útiles, para medir avances y retrocesos.

Una medición integral del desarrollo no es una idea aislada. La ONU empezó a analizar la necesidad de nuevos indicadores con base en la felicidad y el bienestar desde 2011, por ello un año después, se llevó a cabo una reunión de alto nivel en la ONU titulada “Felicidad y bienestar: definiendo el paradigma de la nueva economía”. Es evidente que se requiere una aproximación diferente a cómo vemos y medimos el gobierno.

Yehezkel Dror, un gran politólogo señala en su libro “La Capacidad de Gobernar” que el objetivo de un gobierno es la felicidad de la población. Si todos coincidimos que los objetivos se deben de medir y reconocemos que es un objetivo, es más que necesario medir la felicidad. Gobernar requiere ética, pero también parámetros morales y un foco en la dignidad humana, indicadores que no lo mide el PIB.

En educación la situación no es diferente. La prueba PISA es una herramienta poderosa para dar dirección a la educación muy útil, pero no mide las condiciones de cada país por eso son necesarias mediciones integrales que consideren nuestra infraestructura y contexto propio, que no ponga en la misma repisa a un sistema educativo con 300 mil niños a uno con 30 millones.

El tema no es menor; por ejemplo, la triste organización que se ha dedicado a desprestigiar a los maestros, maestras y al sistema educativo mexicano ha usado estas mediciones como un ariete de su propaganda sin considerar lo verdaderamente importante. ¿Cuándo se han preocupado por medir la eficiencia? Esto es que docentes hacen más con menos. Estoy seguro de que si lo hicieran los y las maestras de la Ciudad de México tendrían el primer lugar.

Somos parte de un proyecto que tiene como centro lo humano, que reconoce como prioridad para la acción del gobierno la felicidad y la dignidad humana, sin ser apáticos al dolor y la exclusión. Si tenemos un concepto de progreso diferente, en eso no pueden caber tibiezas o ambigüedades. Lo tomamos con seriedad, por eso medirlo es perfectamente sensato y científico.


@LuisH_Fernandez