/ jueves 18 de abril de 2024

México, calidad crediticia y los retos

Por Ricardo Gallegos

Continuando con entidades que enfrentarán este año elecciones, es turno de comentar acerca de la calificación soberana de México. El año pasado ratificamos nuestra calificación en HR BBB+(G), enmarcada por una resiliencia de la economía y una inflación que resistía a reducirse. Hoy el entorno es diferente: tuvimos al cierre del año pasado un buen nivel de crecimiento económico y una inflación ya con una tendencia descendente más clara; sin embargo, la coyuntura es muy particular, ya que tendremos un déficit cercano al 6% del PIB y una deuda en su medida más amplia que alcanzará el 50% a PIB justo en el último año de gobierno.

Desde nuestra perspectiva, 2025 será un año particularmente retador. Más que por considerar a las elecciones como un factor de riesgo será por las decisiones y medidas de política pública que tendrá que tomar la siguiente administración, gane quien gane.

Justo hemos concluido las reuniones con los equipos de la Secretaría de Hacienda y el Banco Central, previos al pronunciamiento de la calificación de este año y en ambos existe la coincidencia de que mucho de lo que dependerá en 2025 será en función de decisiones de la próxima administración.

En términos generales, coincidimos en los términos de la factibilidad para reducir el déficit a cerca del 3% para 2025, ya que mucho del gasto que provocará el déficit este año está relacionado, por un lado, con el gasto que no logró ejercerse el año pasado para la culminación de las obras emblemáticas y, por otro, con el gasto que ya correspondía a este año por inversión y otro tipo de gastos, como por ejemplo los electorales. Estamos hablando de poco más de 300 mil mdp, gasto que no tendría necesariamente que erogarse el próximo año.

Sin embargo, el contexto no necesariamente es así de sencillo. Quien llegue tendría que asumir una reducción muy importante en el gasto, lo cual después de una política expansionista tendría un efecto directo en el ciclo económico, lo que impactaría el nivel de crecimiento. Otro de los temas con los cuales tendrá que lidiar rápidamente la nueva administración reside en que el espacio fiscal del soberano se ha venido reduciendo a lo largo de los últimos años y prácticamente las dos plataformas políticas de las principales candidatas hacen referencia a fortalecer los apoyos directos y universales a la población, pero ninguna ha planteado realmente cómo fondear ese gasto.

Muy probablemente en 2025 veremos cómo la siguiente administración apostará a tratar de eficientizar la recaudación a través de más fiscalización y de estrategias focalizadas; sin embargo, lo que es un hecho es que la velocidad del gasto rápidamente se puede descalzar con la del ingreso, por lo que la necesidad de una verdadera reforma fiscal debería presentarse a la vuelta de la esquina.

Los riesgos contingentes también serán un tema vital para la salud de las finanzas públicas. El principal foco de atención lo recibe PEMEX, por lo que ha implicado desde el punto de vista de estrategia para esta administración. Rescatar las finanzas de esta empresa por la vía que sea representa probablemente una de las aristas más complicadas y urgentes.

De acuerdo con nuestros últimos escenarios macroeconómicos, estimamos que el crecimiento para este año del PIB será de 2.5% y de 2% para el año siguiente; en términos de la tasa de referencia, estimamos que cerrará en 10.25%, por lo que creemos que BANXICO continuará con este proceso de reducción, aunque no necesariamente de manera consecutiva.

La inflación en consecuencia también creemos que continuará hacia la baja y que tendría un cierre estimado de 4.05% para continuar así en 2025 con un cierre en 3.75%. En cuanto al tipo de cambio, a pesar de que ha mostrado una apreciación importante, estimamos que al cierre del año terminará en 18.40 pesos por dólar, y en cuanto a esta última variable habrá que recordar que es ampliamente volátil y que también estará bajo presión importante, muy ligada a los resultados electorales en los Estados Unidos de Norteamérica.

Por todo lo anterior, si bien la coyuntura durante este año es muy importante, por no decir definitoria, desde muchos puntos de vista, el riesgo crediticio para México lo vemos al alza para 2025 y 2026. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings

Por Ricardo Gallegos

Continuando con entidades que enfrentarán este año elecciones, es turno de comentar acerca de la calificación soberana de México. El año pasado ratificamos nuestra calificación en HR BBB+(G), enmarcada por una resiliencia de la economía y una inflación que resistía a reducirse. Hoy el entorno es diferente: tuvimos al cierre del año pasado un buen nivel de crecimiento económico y una inflación ya con una tendencia descendente más clara; sin embargo, la coyuntura es muy particular, ya que tendremos un déficit cercano al 6% del PIB y una deuda en su medida más amplia que alcanzará el 50% a PIB justo en el último año de gobierno.

Desde nuestra perspectiva, 2025 será un año particularmente retador. Más que por considerar a las elecciones como un factor de riesgo será por las decisiones y medidas de política pública que tendrá que tomar la siguiente administración, gane quien gane.

Justo hemos concluido las reuniones con los equipos de la Secretaría de Hacienda y el Banco Central, previos al pronunciamiento de la calificación de este año y en ambos existe la coincidencia de que mucho de lo que dependerá en 2025 será en función de decisiones de la próxima administración.

En términos generales, coincidimos en los términos de la factibilidad para reducir el déficit a cerca del 3% para 2025, ya que mucho del gasto que provocará el déficit este año está relacionado, por un lado, con el gasto que no logró ejercerse el año pasado para la culminación de las obras emblemáticas y, por otro, con el gasto que ya correspondía a este año por inversión y otro tipo de gastos, como por ejemplo los electorales. Estamos hablando de poco más de 300 mil mdp, gasto que no tendría necesariamente que erogarse el próximo año.

Sin embargo, el contexto no necesariamente es así de sencillo. Quien llegue tendría que asumir una reducción muy importante en el gasto, lo cual después de una política expansionista tendría un efecto directo en el ciclo económico, lo que impactaría el nivel de crecimiento. Otro de los temas con los cuales tendrá que lidiar rápidamente la nueva administración reside en que el espacio fiscal del soberano se ha venido reduciendo a lo largo de los últimos años y prácticamente las dos plataformas políticas de las principales candidatas hacen referencia a fortalecer los apoyos directos y universales a la población, pero ninguna ha planteado realmente cómo fondear ese gasto.

Muy probablemente en 2025 veremos cómo la siguiente administración apostará a tratar de eficientizar la recaudación a través de más fiscalización y de estrategias focalizadas; sin embargo, lo que es un hecho es que la velocidad del gasto rápidamente se puede descalzar con la del ingreso, por lo que la necesidad de una verdadera reforma fiscal debería presentarse a la vuelta de la esquina.

Los riesgos contingentes también serán un tema vital para la salud de las finanzas públicas. El principal foco de atención lo recibe PEMEX, por lo que ha implicado desde el punto de vista de estrategia para esta administración. Rescatar las finanzas de esta empresa por la vía que sea representa probablemente una de las aristas más complicadas y urgentes.

De acuerdo con nuestros últimos escenarios macroeconómicos, estimamos que el crecimiento para este año del PIB será de 2.5% y de 2% para el año siguiente; en términos de la tasa de referencia, estimamos que cerrará en 10.25%, por lo que creemos que BANXICO continuará con este proceso de reducción, aunque no necesariamente de manera consecutiva.

La inflación en consecuencia también creemos que continuará hacia la baja y que tendría un cierre estimado de 4.05% para continuar así en 2025 con un cierre en 3.75%. En cuanto al tipo de cambio, a pesar de que ha mostrado una apreciación importante, estimamos que al cierre del año terminará en 18.40 pesos por dólar, y en cuanto a esta última variable habrá que recordar que es ampliamente volátil y que también estará bajo presión importante, muy ligada a los resultados electorales en los Estados Unidos de Norteamérica.

Por todo lo anterior, si bien la coyuntura durante este año es muy importante, por no decir definitoria, desde muchos puntos de vista, el riesgo crediticio para México lo vemos al alza para 2025 y 2026. Al tiempo.

*Director General Adjunto de Análisis Económico en HR Ratings