/ miércoles 31 de marzo de 2021

Muerte por rodilla

In memoriam del periodista Guillermo Rodríguez

Al tiempo que se inauguraba virtualmente el Foro México-Francia sobre igualdad de género bajo la égida de la Organización de las Naciones Unidas, en nuestro país se anunciaba otro estreno, la muerte por asfixia y fractura de cervicales de presuntos delincuentes, aplicada por la policía como imitación siniestra de lo que en Estados Unidos llaman técnica de sometimiento. La víctima, una mujer salvadoreña emigrante con residencia legal, radicada junto con sus hijas en Tulum, Quintana Roo, detenida por cuatro policías municipales, entre ellos una mujer, que le dieron ese cruel tormento hasta causarle la muerte. Si usted, lector se enteró de la intervención completa de Andrés Manuel López Obrador en la apertura del Foro sabrá que por primera vez el presidente de la República reaccionó ante un feminicidio y expresó el dolor y la vergüenza por ese hecho que muestra al mundo la realidad de la condición y la situación de la mujer en nuestra sociedad.

Si no se enteró de la alocución completa del presidente, adivine usted a quién atribuye la impunidat de tanto crimen; atinó si piensa que el feminicidio y otras muertes por violencia son herencia del pasado neoliberal y conservador. La horrible muerte de Victoria Salazar es una más de los miles de feminicidios que en número creciente se cometen en el país: 2,831 en lo que va de 2021, 240 solamente en el mes de enero, espantosa estadística ante la cual López Obrador ha mantenido silencio. Ayer mismo comenzó en Mineapolis, Minesota, en Estados Unidos, el juicio al policía que con la misma técnica de hincar una rodilla sobre el cuello de un presunto delincuente quitó la vida al afroamericano George Floyd. Esa muerte generó una serie de protestas en varios estados de la Unión Americana que si en el caso de Victoria Salazar se replicaran, las manifestaciones serían objeto de la acusación del presidente de estar manipuladas por los conservadores enemigos de la llamada Cuarta Transformación, como lo hizo el pasado 8 de marzo cuando nutridos grupos de mujeres y hombres expresaron la indignación por la incontenible ola de crímenes de mujeres que el actual gobierno ha sido incapaz, no se diga de detener sino de aminorar. Lejos de hacerlo con los elementos de que gobierno dispone, el presidente López Obrador muestra un cierto desprecio e indiferencia frente a los ataques a mujeres, que es una de las más graves fallas de la actual administración. El dolor y la vergüenza que López Obrador dice sentir frente a esta siniestra carrera nada significa frente al clamor de madres, familiares y de la sociedad entera por los miles de hombres y mujeres desaparecidos o asesinados en todo el país.

La imagen de México en el mundo adquiere perfiles de tragedia y desprestigio por hechos como el asesinato a manos de la policía de la salvadoreña Victoria Salazar quien salió de su país huyendo de la violencia para encontrar aquí la muerte más violenta. El asesinato de 19 migrantes en Tamaulipas, la mayor parte procedentes de Guatemala, crimen hasta ahora no aclarado, contribuye al desprestigio del nombre de México. Ayer mismo se conoció el asesinato de otro ciudadano guatemalteco en el municipio fronterizo de Motozintla, Chiapas, cometido por miembros del Ejército, crimen que ya investiga la secretaría de la Defensa Nacional y que se suma a las protestas del gobierno del vecino país. Lejana en el tiempo queda la declaración de López Obrador sobre la acogida que se daría a todo inmigrante, a quien se daría protección y empleo con sólo pisar territorio mexicano. En vez de la salvación que buscan, los inmigrantes trasponen la frontera para encontrar persecución o muerte, el mismo destino de los cientos de miles de mexicanos víctimas de la delincuencia en su propio país.

sdelrio1934@gmail.com

In memoriam del periodista Guillermo Rodríguez

Al tiempo que se inauguraba virtualmente el Foro México-Francia sobre igualdad de género bajo la égida de la Organización de las Naciones Unidas, en nuestro país se anunciaba otro estreno, la muerte por asfixia y fractura de cervicales de presuntos delincuentes, aplicada por la policía como imitación siniestra de lo que en Estados Unidos llaman técnica de sometimiento. La víctima, una mujer salvadoreña emigrante con residencia legal, radicada junto con sus hijas en Tulum, Quintana Roo, detenida por cuatro policías municipales, entre ellos una mujer, que le dieron ese cruel tormento hasta causarle la muerte. Si usted, lector se enteró de la intervención completa de Andrés Manuel López Obrador en la apertura del Foro sabrá que por primera vez el presidente de la República reaccionó ante un feminicidio y expresó el dolor y la vergüenza por ese hecho que muestra al mundo la realidad de la condición y la situación de la mujer en nuestra sociedad.

Si no se enteró de la alocución completa del presidente, adivine usted a quién atribuye la impunidat de tanto crimen; atinó si piensa que el feminicidio y otras muertes por violencia son herencia del pasado neoliberal y conservador. La horrible muerte de Victoria Salazar es una más de los miles de feminicidios que en número creciente se cometen en el país: 2,831 en lo que va de 2021, 240 solamente en el mes de enero, espantosa estadística ante la cual López Obrador ha mantenido silencio. Ayer mismo comenzó en Mineapolis, Minesota, en Estados Unidos, el juicio al policía que con la misma técnica de hincar una rodilla sobre el cuello de un presunto delincuente quitó la vida al afroamericano George Floyd. Esa muerte generó una serie de protestas en varios estados de la Unión Americana que si en el caso de Victoria Salazar se replicaran, las manifestaciones serían objeto de la acusación del presidente de estar manipuladas por los conservadores enemigos de la llamada Cuarta Transformación, como lo hizo el pasado 8 de marzo cuando nutridos grupos de mujeres y hombres expresaron la indignación por la incontenible ola de crímenes de mujeres que el actual gobierno ha sido incapaz, no se diga de detener sino de aminorar. Lejos de hacerlo con los elementos de que gobierno dispone, el presidente López Obrador muestra un cierto desprecio e indiferencia frente a los ataques a mujeres, que es una de las más graves fallas de la actual administración. El dolor y la vergüenza que López Obrador dice sentir frente a esta siniestra carrera nada significa frente al clamor de madres, familiares y de la sociedad entera por los miles de hombres y mujeres desaparecidos o asesinados en todo el país.

La imagen de México en el mundo adquiere perfiles de tragedia y desprestigio por hechos como el asesinato a manos de la policía de la salvadoreña Victoria Salazar quien salió de su país huyendo de la violencia para encontrar aquí la muerte más violenta. El asesinato de 19 migrantes en Tamaulipas, la mayor parte procedentes de Guatemala, crimen hasta ahora no aclarado, contribuye al desprestigio del nombre de México. Ayer mismo se conoció el asesinato de otro ciudadano guatemalteco en el municipio fronterizo de Motozintla, Chiapas, cometido por miembros del Ejército, crimen que ya investiga la secretaría de la Defensa Nacional y que se suma a las protestas del gobierno del vecino país. Lejana en el tiempo queda la declaración de López Obrador sobre la acogida que se daría a todo inmigrante, a quien se daría protección y empleo con sólo pisar territorio mexicano. En vez de la salvación que buscan, los inmigrantes trasponen la frontera para encontrar persecución o muerte, el mismo destino de los cientos de miles de mexicanos víctimas de la delincuencia en su propio país.

sdelrio1934@gmail.com