Una realidad que normalmente preferimos omitir, “ojos que no ven…”; no obstante, es la triste realidad de miles de mujeres mexicanas que, a cambio de 50, 70, 120 mil pesos quizá, son literalmente “entregadas” -por sus mismos padres incluso-, a una familia por decirlo de una manera sutil, para ser más concretos, a un hombre que hará de ellas lo que le plazca...
Apenas entradas a la adolescencia, sin haber dejado aun totalmente la niñez, no hay tiempo de sueños ni esperanzas de vida: son abruptamente entregadas a una vida de abuso, agresión y violencia.
Tal es el caso de Angélica, una valiente joven que a los 11 años fue “vendida” por 120 mil pesos, nos enteramos hace unos días cuando se atrevió a huir del lugar en el que habitaba tras ser violada nuevamente por el padre de familia -aunque era parte de su realidad-. Luego de soportar durante cuatro años, hoy tiene 15, y al haber reunido fuerzas y valor para escapar, no encontró la deseada oportunidad que perseguía, se encuentra en prisión, ante la petición de su agresor, quien condiciona su libertad a cambio de que sus padres le regresen los 120 mil pesos que habían pagado por ella, más 90 mil a cuenta de intereses: 230 mil pesos cuesta su “libertad” para regresar a la casa que la vendió...
A través de los años, el gobierno ha callado ante la práctica que ocurre no solo en Guerrero: la venta de niñas para entregarlas en matrimonio, es una costumbre que ahora evidencia el caso de Angélica, la valiente joven encarcelada luego de denunciar los abusos de su suegro. Rutilio, quien fue detenido ante la presión de la opinión pública; no obstante, la práctica que ha propiciado la vulnerabilidad de las mujeres en comunidades indígenas no ha recibido ningún tipo de condena por parte del gobierno, más aún: el prejidente Andrés López se niega a considerar la venta de niñas como parte de los usos y costumbres que prevalecen en diversas comunidades indígenas de nuestro país.
Recordemos hace unos meses López Obrador dijo que no había que “estigmatizar” a las comunidades indígenas, ahora lo repitió al manifestar: “Ahora que fuimos a La Montaña, unas periodistas, por toda la campaña que se genera, de quienes no conocen las comunidades ni conocen de las culturas, de los pueblos, la pregunta que me hacían es ‘¿viene a ver lo de la venta de niñas, lo de la prostitución de niñas?... No, no vengo a ver eso, porque eso no es la regla. En las comunidades hay muchos valores morales, culturales, espirituales. Eso puede ser la excepción, pero no es la regla. ¿Qué, acaso entonces la prostitución nada más está con los pobres? Entonces, hay toda una campaña en ese sentido, pero no es motivo para cuestionar a nadie, es que es muy enajenante el manejo de la información”.
No solo parece confundir la prostitución con la venta de niñas para casarse; además, nos hace pensar que al no ser para él una práctica generalizada, no merece condena de parte del gobierno federal ni de los gobiernos locales, ni de los legisladores, particularmente de los morenistas; incluso Claudia Sheinbaum, quien manifestó que no había “nada más machista” que decir que una mujer era hija de alguien, no ha dicho nada sobre la venta de niñas, es un problema amplio, no algo aislado.
En este caso y tan dado a sus críticas respecto a los adversarios —“neoliberales, conservadores o fifís”, como suele llamarlos-, decidió que se trata de un tema “poco relevante” ...
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