/ jueves 26 de abril de 2018

Postdebate, lugares comunes y exigencia ciudadana

La semana pasada se dio el primer despliegue de los debates electorales primero para la jefatura de la CDMX y el domingo para la Presidencia de la República. El ambiente en el que se dan los ejercicios democráticos de contrastación, con una economía estable que ha logrado contener la incertidumbre y la volatilidad. Por otro lado, el tema principal de seguridad no podría estar peor, con el reconocimiento del presidente de México, de que el Estado ha sido rebasado por el crimen organizado y con los indicadores de seguimiento en franco deterioro. Por otro lado, también se discutió el tema del combate a la corrupción, la ampliación de la vida democrática y un tema crucial en cuanto a la desigualdad, el combate a la pobreza y la atención a los grupos en situación de vulnerabilidad.

En el posdebate por supuesto, todos ganaron, primero porque todos así se sintieron y lo comunicaron, claro las estrategias de comunicación política marcan “salir a anunciar el triunfo” y los equipos de cada candidato a destacar las maniobras, propuestas o manejo de sus candidatos. Si normalmente, la conversación política está llena de verdades a medias, posverdad y noticias falsas, el posdebate vive de eso, los analistas articulan sus argumentos según sus preferencias y replican las noticias falsas, las campañas negras del momento y pareciera normal en nuestra cultura democrática, el despliegue de las campañas de odio, miedo y denostación de las personas.

Todos los candidatos ganaron porque pudieron ofertar ideas y propuestas, en igualdad de circunstancias y con un formato predeterminado, que también se utilizó para los ataques y las descalificaciones. La ciudadanía también gana al tener la ocasión, en un amplio espectro comunicacional, de tener la opción de ver el debate en multimedios, participar en el posdebate, incluso de replicar ideas falsas o memes de burla para un candidato u otro.

En el terreno de las propuestas y opciones, no vemos muchas diferencias sustanciales, para todos el tema de seguridad se ataca con incrementalismo o más de lo mismo, pero mejor. El ataque a las causas raíz de la inseguridad y al violencia tocan los aspectos económicos del crecimiento, la diversificación económica y el aumento a la inversión para generar más oportunidades, pero también el tema de los jóvenes como grupo de atención en situación de vulnerabilidad. Se proponen entonces políticas similares a las que ya se han implementado, pero con un tono o un énfasis, pero la receta es la transferencia, es el paliativo, la beca, el apoyo, en resumen, lo mismo que ya hay, pero mejor.

El posdebate también nos puso de manifiesto los estilos diferenciados de las y los candidatos, algo de su temple y su facilidad de interpelar y proponer ideas. Sin duda, muy bien preparados, muy entusiastas y con enfoque esperanzador, ninguno de ellos le apuesta al fracaso, ninguno de ellos cree que no hay soluciones y que no sólo el Gobierno es el actor principal, sino que hay muchos sectores y actores sociales diversos para buscar soluciones, nuevas políticas públicas y mayor transparencia.

En materia política y democrática la eliminación del fuero constitucional tomo cierto protagonismo, pero también destaca el tema de mejoras y reformas legislativas para encausar cambios en el sistema nacional anticorrupción, profundizar las reformas estructurales o cuestionarlas y enmendarlas para conducir las “verdaderas” reformas estructurales.

La exigencia ciudadana se ha agrupado en diversas áreas de interés, por un lado, los organismos empresariales arremeten contra las propuestas que sienten que los afectan, y por varios medios, se han metido a la conversación, al debate y al proselitismo. Las organizaciones no gubernamentales, también han agrupado posiciones y presentan propuestas, enfoques y protocolos conjuntos que obligan a los candidatos a tomar una postura proactiva acerca de un tema o un sector.

El debate se inserta en una marea mediática intensiva, exagerada y muy condicionada por encuestas y declaraciones banqueteras, más que de los mensajes y propuestas de campaña, el “dice que dijo” en donde el posdebate tendrá efectos ambiguos que contrastan con los spots y las plataformas partidistas. Primero, porque todos salieron a decir que ganaron, que van muy bien y a reforzar el lugar que ocupan en las preferencias para determinar tendencias y posibilidades. Resulta que la amplia ventaja del puntero pude ser revertida en la trayectoria de la campaña por los seguidores que se disputan el segundo lugar con la firme con la esperanza de alcanzar y rebasar al que va adelante en las preferencias. El margen o la brecha entre ellos no importa, hay optimismo, estrategia y talento para competir.

Sin duda, que este primer debate se ofreció al electorado un conjunto de temas expresados de viva voz por cada uno de las y los candidatos, la oportunidad de verlos al mismo nivel, sin ventajas aparentes, más las que reclama su intelecto, su trayectoria y sus habilidades políticas. El contraste de ideas facilita la empatía o el rechazo, refuerza la preferencia en general y relativiza las posturas creadas por las campañas de odio, la desinformación, las noticias falsas y la POSVERDAD tan común en nuestros días.

La semana pasada se dio el primer despliegue de los debates electorales primero para la jefatura de la CDMX y el domingo para la Presidencia de la República. El ambiente en el que se dan los ejercicios democráticos de contrastación, con una economía estable que ha logrado contener la incertidumbre y la volatilidad. Por otro lado, el tema principal de seguridad no podría estar peor, con el reconocimiento del presidente de México, de que el Estado ha sido rebasado por el crimen organizado y con los indicadores de seguimiento en franco deterioro. Por otro lado, también se discutió el tema del combate a la corrupción, la ampliación de la vida democrática y un tema crucial en cuanto a la desigualdad, el combate a la pobreza y la atención a los grupos en situación de vulnerabilidad.

En el posdebate por supuesto, todos ganaron, primero porque todos así se sintieron y lo comunicaron, claro las estrategias de comunicación política marcan “salir a anunciar el triunfo” y los equipos de cada candidato a destacar las maniobras, propuestas o manejo de sus candidatos. Si normalmente, la conversación política está llena de verdades a medias, posverdad y noticias falsas, el posdebate vive de eso, los analistas articulan sus argumentos según sus preferencias y replican las noticias falsas, las campañas negras del momento y pareciera normal en nuestra cultura democrática, el despliegue de las campañas de odio, miedo y denostación de las personas.

Todos los candidatos ganaron porque pudieron ofertar ideas y propuestas, en igualdad de circunstancias y con un formato predeterminado, que también se utilizó para los ataques y las descalificaciones. La ciudadanía también gana al tener la ocasión, en un amplio espectro comunicacional, de tener la opción de ver el debate en multimedios, participar en el posdebate, incluso de replicar ideas falsas o memes de burla para un candidato u otro.

En el terreno de las propuestas y opciones, no vemos muchas diferencias sustanciales, para todos el tema de seguridad se ataca con incrementalismo o más de lo mismo, pero mejor. El ataque a las causas raíz de la inseguridad y al violencia tocan los aspectos económicos del crecimiento, la diversificación económica y el aumento a la inversión para generar más oportunidades, pero también el tema de los jóvenes como grupo de atención en situación de vulnerabilidad. Se proponen entonces políticas similares a las que ya se han implementado, pero con un tono o un énfasis, pero la receta es la transferencia, es el paliativo, la beca, el apoyo, en resumen, lo mismo que ya hay, pero mejor.

El posdebate también nos puso de manifiesto los estilos diferenciados de las y los candidatos, algo de su temple y su facilidad de interpelar y proponer ideas. Sin duda, muy bien preparados, muy entusiastas y con enfoque esperanzador, ninguno de ellos le apuesta al fracaso, ninguno de ellos cree que no hay soluciones y que no sólo el Gobierno es el actor principal, sino que hay muchos sectores y actores sociales diversos para buscar soluciones, nuevas políticas públicas y mayor transparencia.

En materia política y democrática la eliminación del fuero constitucional tomo cierto protagonismo, pero también destaca el tema de mejoras y reformas legislativas para encausar cambios en el sistema nacional anticorrupción, profundizar las reformas estructurales o cuestionarlas y enmendarlas para conducir las “verdaderas” reformas estructurales.

La exigencia ciudadana se ha agrupado en diversas áreas de interés, por un lado, los organismos empresariales arremeten contra las propuestas que sienten que los afectan, y por varios medios, se han metido a la conversación, al debate y al proselitismo. Las organizaciones no gubernamentales, también han agrupado posiciones y presentan propuestas, enfoques y protocolos conjuntos que obligan a los candidatos a tomar una postura proactiva acerca de un tema o un sector.

El debate se inserta en una marea mediática intensiva, exagerada y muy condicionada por encuestas y declaraciones banqueteras, más que de los mensajes y propuestas de campaña, el “dice que dijo” en donde el posdebate tendrá efectos ambiguos que contrastan con los spots y las plataformas partidistas. Primero, porque todos salieron a decir que ganaron, que van muy bien y a reforzar el lugar que ocupan en las preferencias para determinar tendencias y posibilidades. Resulta que la amplia ventaja del puntero pude ser revertida en la trayectoria de la campaña por los seguidores que se disputan el segundo lugar con la firme con la esperanza de alcanzar y rebasar al que va adelante en las preferencias. El margen o la brecha entre ellos no importa, hay optimismo, estrategia y talento para competir.

Sin duda, que este primer debate se ofreció al electorado un conjunto de temas expresados de viva voz por cada uno de las y los candidatos, la oportunidad de verlos al mismo nivel, sin ventajas aparentes, más las que reclama su intelecto, su trayectoria y sus habilidades políticas. El contraste de ideas facilita la empatía o el rechazo, refuerza la preferencia en general y relativiza las posturas creadas por las campañas de odio, la desinformación, las noticias falsas y la POSVERDAD tan común en nuestros días.