/ martes 5 de marzo de 2019

Primero México

En un ejercicio de apertura, se llevaron a cabo audiencias públicas en el Senado para tratar el tema de la Guardia Nacional que busca dar fin al espiral creciente de violencia que sufre nuestro país. Expertos en seguridad, especialistas en derechos humanos, víctimas de delitos cometidos por miembros de policías o fuerzas armadas y representantes de colectivos de Organizaciones de la Sociedad Civil, fueron escuchados por todos los miembros del Senado de la República.

El mando de la Guardia Nacional, como se previó desde un inicio por defensores de Derechos Humano, será civil en todos los aspectos y sin ninguna simulación, ya que de esa manera se garantiza un control en las tareas de seguridad pública con operación basada en protocolos de actuación que protejan a los civiles.

Asimismo y en un ejercicio de claridad en cuanto a su intervención, se estableció que, en tanto la Guardia Nacional se conforma y establece, el Presidente de la República, podrá ser apoyado por las Fuerzas Armadas en tareas de combate al crimen organizado. Lo relevante de ello, es que se estableció una temporalidad de cinco años máximo para que los militares permanezcan en la calle, de tal manera que transcurrido ese plazo, sea este nuevo cuerpo de seguridad, la Guardia Nacional, quien se encargue plenamente de las tareas de combate a la delincuencia organizada.

Aludiendo a la importancia del control transversal, se estableció la obligatoriedad para que el Ejecutivo envíe un informe anual al Senado, con la finalidad de fiscalizar su ejercicio y revisar su operación, de modo que sea un ejercicio de rendición de cuentas para toda la ciudadanía.

Desde luego, el camino por recorrer es largo, ya que faltan las leyes secundarias, los protocolos, los registros y, desde luego, la operación de la Guardia Nacional, sin embargo, lo visto en el Senado de la República el pasado 21 de febrero, es que cuando se anteponen los intereses nacionales a los de partidos o grupos, los resultados son tangibles y deseables.

Porque antes de cualquier interés, primero, México.

En un ejercicio de apertura, se llevaron a cabo audiencias públicas en el Senado para tratar el tema de la Guardia Nacional que busca dar fin al espiral creciente de violencia que sufre nuestro país. Expertos en seguridad, especialistas en derechos humanos, víctimas de delitos cometidos por miembros de policías o fuerzas armadas y representantes de colectivos de Organizaciones de la Sociedad Civil, fueron escuchados por todos los miembros del Senado de la República.

El mando de la Guardia Nacional, como se previó desde un inicio por defensores de Derechos Humano, será civil en todos los aspectos y sin ninguna simulación, ya que de esa manera se garantiza un control en las tareas de seguridad pública con operación basada en protocolos de actuación que protejan a los civiles.

Asimismo y en un ejercicio de claridad en cuanto a su intervención, se estableció que, en tanto la Guardia Nacional se conforma y establece, el Presidente de la República, podrá ser apoyado por las Fuerzas Armadas en tareas de combate al crimen organizado. Lo relevante de ello, es que se estableció una temporalidad de cinco años máximo para que los militares permanezcan en la calle, de tal manera que transcurrido ese plazo, sea este nuevo cuerpo de seguridad, la Guardia Nacional, quien se encargue plenamente de las tareas de combate a la delincuencia organizada.

Aludiendo a la importancia del control transversal, se estableció la obligatoriedad para que el Ejecutivo envíe un informe anual al Senado, con la finalidad de fiscalizar su ejercicio y revisar su operación, de modo que sea un ejercicio de rendición de cuentas para toda la ciudadanía.

Desde luego, el camino por recorrer es largo, ya que faltan las leyes secundarias, los protocolos, los registros y, desde luego, la operación de la Guardia Nacional, sin embargo, lo visto en el Senado de la República el pasado 21 de febrero, es que cuando se anteponen los intereses nacionales a los de partidos o grupos, los resultados son tangibles y deseables.

Porque antes de cualquier interés, primero, México.