/ lunes 11 de marzo de 2024

Pulso CdMx / 8 M solidario

¿Cuántas mujeres dirigen un partido político? ¿Cuántas mujeres coordinan los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados, del Senado de la República, del Congreso de la Ciudad de México y demás congresos locales? ¿Cuántas mujeres presiden un consejo de administración de empresas? ¿Cuántas mujeres ganan el mismo sueldo que los hombres para el ejercicio de la misma profesión? ¿Hay paridad? ¿Cuántas mujeres son violentadas, abusadas y asesinadas por ser mujer?

Si bien las cifras exactas son importantes porque lo que no se mide no se puede mejorar, las respuestas obvias hoy a esas preguntas reflejan algunos de los muchos pendientes que la sociedad mexicana les debe a las mujeres. Ojalá el Estado mexicano protegiera y defendiera a todas las mujeres al menos como blinda lo material en las marchas del 8 de marzo.

Desde 1975, se conmemora el Día Internacional de la Mujer en muchos países del mundo a partir de su declaración por la Organización de las Naciones Unidas. Aunque todavía varios hombres desinformados o conscientemente machistas se atreven a felicitar a las mujeres, el 8 M es un día expresivo de una lucha cotidiana. Es un día dónde a los hombres nos toca callar, escuchar, aprender, reconocer, y solidarizarnos en la deconstrucción de un sistema histórico creado por y para los hombres, con verticalidad, exclusión, violencia o extractivismo. En varios rubros del supuesto desarrollo, la toma de decisión ha sido esencialmente monopolizada por hombres, incluso intentando borrar de la historia los grandes avances o el papel de las mujeres en la evolución de las sociedades.

La deuda hacia las mujeres es colectiva por excluir, reprimir u omitir. No cabe duda que el tiempo de mujeres que se deja ver poco a poco en varias partes del mundo da esperanza a que otro modelo de desarrollo y de sociedad son posibles. Hoy, las luchas históricas sembradas por las mujeres están floreciendo dando luz a uno de los movimientos sociales más importantes en México y en el mundo. De hecho, varios movimientos sociales han aprendido de los feminismos como el ambientalismo o el movimiento de la diversidad sexual y de género.

Estas conversaciones sobre el papel, la situación y las realidades que viven las mujeres en México deben darse todo el año, buscando la visibilización de causas, la información, la educación, la articulación y la incidencia en una toma de decisión más incluyente, más representativa. Por eso celebro iniciativas como “Ser Mujer en México”: un evento de pláticas poderosas en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM ideado e implementado con originalidad, convicción, pluralismo y corazón por grandes activistas y feministas como Paola Palazón y Paola Zavala.

Queda claro que la agenda prioritaria es la seguridad frente a las olas de violencias contra las mujeres: desde el acoso al feminicidio. Pero también como país falta igualdad salarial, libertad de decidir sobre su cuerpo, igualdad de oportunidades, un sistema nacional de cuidados, acceso a la justicia o desarrollo con perspectiva de género. Hoy el modelo del supuesto desarrollo hegemónico está reprobado en ámbitos como la paz, la ecología, la repartición de las riquezas o la protección social. Los feminismos son una respuesta necesaria a la crisis civilizatoria.


¿Cuántas mujeres dirigen un partido político? ¿Cuántas mujeres coordinan los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados, del Senado de la República, del Congreso de la Ciudad de México y demás congresos locales? ¿Cuántas mujeres presiden un consejo de administración de empresas? ¿Cuántas mujeres ganan el mismo sueldo que los hombres para el ejercicio de la misma profesión? ¿Hay paridad? ¿Cuántas mujeres son violentadas, abusadas y asesinadas por ser mujer?

Si bien las cifras exactas son importantes porque lo que no se mide no se puede mejorar, las respuestas obvias hoy a esas preguntas reflejan algunos de los muchos pendientes que la sociedad mexicana les debe a las mujeres. Ojalá el Estado mexicano protegiera y defendiera a todas las mujeres al menos como blinda lo material en las marchas del 8 de marzo.

Desde 1975, se conmemora el Día Internacional de la Mujer en muchos países del mundo a partir de su declaración por la Organización de las Naciones Unidas. Aunque todavía varios hombres desinformados o conscientemente machistas se atreven a felicitar a las mujeres, el 8 M es un día expresivo de una lucha cotidiana. Es un día dónde a los hombres nos toca callar, escuchar, aprender, reconocer, y solidarizarnos en la deconstrucción de un sistema histórico creado por y para los hombres, con verticalidad, exclusión, violencia o extractivismo. En varios rubros del supuesto desarrollo, la toma de decisión ha sido esencialmente monopolizada por hombres, incluso intentando borrar de la historia los grandes avances o el papel de las mujeres en la evolución de las sociedades.

La deuda hacia las mujeres es colectiva por excluir, reprimir u omitir. No cabe duda que el tiempo de mujeres que se deja ver poco a poco en varias partes del mundo da esperanza a que otro modelo de desarrollo y de sociedad son posibles. Hoy, las luchas históricas sembradas por las mujeres están floreciendo dando luz a uno de los movimientos sociales más importantes en México y en el mundo. De hecho, varios movimientos sociales han aprendido de los feminismos como el ambientalismo o el movimiento de la diversidad sexual y de género.

Estas conversaciones sobre el papel, la situación y las realidades que viven las mujeres en México deben darse todo el año, buscando la visibilización de causas, la información, la educación, la articulación y la incidencia en una toma de decisión más incluyente, más representativa. Por eso celebro iniciativas como “Ser Mujer en México”: un evento de pláticas poderosas en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM ideado e implementado con originalidad, convicción, pluralismo y corazón por grandes activistas y feministas como Paola Palazón y Paola Zavala.

Queda claro que la agenda prioritaria es la seguridad frente a las olas de violencias contra las mujeres: desde el acoso al feminicidio. Pero también como país falta igualdad salarial, libertad de decidir sobre su cuerpo, igualdad de oportunidades, un sistema nacional de cuidados, acceso a la justicia o desarrollo con perspectiva de género. Hoy el modelo del supuesto desarrollo hegemónico está reprobado en ámbitos como la paz, la ecología, la repartición de las riquezas o la protección social. Los feminismos son una respuesta necesaria a la crisis civilizatoria.