/ viernes 29 de enero de 2021

Retos y límites de la vacunación contra el Covid-19

Pensando las cosas en un estricto sentido de la lógica, el período más largo de espera en estos tiempos de la pandemia del covid-19 (sigo pensando que está de más eso de ponerle 19), debía ser el que tomara lograr vacunas para prevenir la enfermedad y de acuerdo a las ilusiones que teníamos en todo el mundo, una vez que éstas existieran, tomaría un tiempo distribuirlas y aplicarlas por todo el mundo, pero eso podría ser algo que fluyera más rápido.

Vaya, desarrollar las vacunas es algo que toma tiempo por los protocolos científicos que implica, las diferentes etapas de pruebas que se tienen que hacer y especialmente los miles de personas que es necesario abarcar para considerar todos los escenarios posibles y desde luego los cambios necesarios.

En otras condiciones, habría tomado hasta 10 años poder contar con las vacunas necesarias para prevenir el covid-19 y muy probablemente en ese tiempo, los tratamientos terapéuticos habrían tenido impresionantes avances, al grado de que la enfermedad dejara de ser peligrosa e incluso mortal.

Recordemos lo que ha ocurrido con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que en más de 30 años, no ha sido posible tener una vacuna que lo prevenga, pero sí contar con tratamientos que eviten sea mortal y que incluso han permitido a los portadores del virus, llevar una vida normal.

Ahora, después de haber tenido las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, en un tiempo enteramente récord de menos de un año, a lo que nos estamos enfrentando es a que la producción, distribución y aplicación de vacunas, que antes considerábamos que iba a ser una etapa no tan compleja, como la primera, bien podría tardar dos años o más.

Consideremos que habría que abarcar a toda la población mundial o al menos a un 70 por ciento para conseguir lo que han denominado como “la inmunidad de rebaño”, pero aún el porcentaje mencionado, resulta altamente complicado si pensamos que nuestro mundo tiene algo así como 7,500 millones de habitantes, muchos de los cuales habitan en zonas difícilmente accesibles.

Incluso, surgen problemas como los implicados en la ultracongelación que requieren algunas vacunas, como las de Pfizer, de alrededor de 70 grados bajo cero, eso demanda alta tecnología tanto para su traslado, como para almacenarla.

Por otra parte, vamos a lo más tranquilo, pero que ya multiplicado por miles de millones, resulta titánico, que es lo que se refiere a jeringas, frasquitos, gasas y demás implementos médicos para la inoculación. Por supuesto, de capacitación de personal, choferes, cargadores y demás, ni hablemos.

Conforme pasan los días y las semanas, por una parte, nos enteramos de que la vacuna no es una panacea, nos hacemos conscientes de que el virus no desaparecerá, simplemente tendremos mejores elementos para enfrentarlo y lo más importante, que una vez que consigamos inmunidad, ésta no será eterna y habrá que considerar mutaciones.

Sencillamente, tenemos que aprender a vivir de una forma distinta, porque la normalidad tal como la conocíamos, sencillamente no volverá, pero finalmente, de eso se trata evolucionar.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre

Pensando las cosas en un estricto sentido de la lógica, el período más largo de espera en estos tiempos de la pandemia del covid-19 (sigo pensando que está de más eso de ponerle 19), debía ser el que tomara lograr vacunas para prevenir la enfermedad y de acuerdo a las ilusiones que teníamos en todo el mundo, una vez que éstas existieran, tomaría un tiempo distribuirlas y aplicarlas por todo el mundo, pero eso podría ser algo que fluyera más rápido.

Vaya, desarrollar las vacunas es algo que toma tiempo por los protocolos científicos que implica, las diferentes etapas de pruebas que se tienen que hacer y especialmente los miles de personas que es necesario abarcar para considerar todos los escenarios posibles y desde luego los cambios necesarios.

En otras condiciones, habría tomado hasta 10 años poder contar con las vacunas necesarias para prevenir el covid-19 y muy probablemente en ese tiempo, los tratamientos terapéuticos habrían tenido impresionantes avances, al grado de que la enfermedad dejara de ser peligrosa e incluso mortal.

Recordemos lo que ha ocurrido con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), que en más de 30 años, no ha sido posible tener una vacuna que lo prevenga, pero sí contar con tratamientos que eviten sea mortal y que incluso han permitido a los portadores del virus, llevar una vida normal.

Ahora, después de haber tenido las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, en un tiempo enteramente récord de menos de un año, a lo que nos estamos enfrentando es a que la producción, distribución y aplicación de vacunas, que antes considerábamos que iba a ser una etapa no tan compleja, como la primera, bien podría tardar dos años o más.

Consideremos que habría que abarcar a toda la población mundial o al menos a un 70 por ciento para conseguir lo que han denominado como “la inmunidad de rebaño”, pero aún el porcentaje mencionado, resulta altamente complicado si pensamos que nuestro mundo tiene algo así como 7,500 millones de habitantes, muchos de los cuales habitan en zonas difícilmente accesibles.

Incluso, surgen problemas como los implicados en la ultracongelación que requieren algunas vacunas, como las de Pfizer, de alrededor de 70 grados bajo cero, eso demanda alta tecnología tanto para su traslado, como para almacenarla.

Por otra parte, vamos a lo más tranquilo, pero que ya multiplicado por miles de millones, resulta titánico, que es lo que se refiere a jeringas, frasquitos, gasas y demás implementos médicos para la inoculación. Por supuesto, de capacitación de personal, choferes, cargadores y demás, ni hablemos.

Conforme pasan los días y las semanas, por una parte, nos enteramos de que la vacuna no es una panacea, nos hacemos conscientes de que el virus no desaparecerá, simplemente tendremos mejores elementos para enfrentarlo y lo más importante, que una vez que consigamos inmunidad, ésta no será eterna y habrá que considerar mutaciones.

Sencillamente, tenemos que aprender a vivir de una forma distinta, porque la normalidad tal como la conocíamos, sencillamente no volverá, pero finalmente, de eso se trata evolucionar.

FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre