/ domingo 12 de noviembre de 2023

Scarpia al desnudo 

“¡Y ante él temblaba toda Roma!” (E avanti a lui tremava tutta Roma!), sentencia una de las heroínas más emblemáticas de la lírica pucciniana: Tosca, hacia el final del segundo acto, al ver a sus pies yacer el cadáver del despiadado Scarpia, al que ha tenido que ultimar para no ser suya, en espera de reunirse con su amado Mario y darse con él a la fuga.

La ópera “Tosca” de Giacomo Puccini con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, fue estrenada el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Roma. Sus protagonistas fueron la soprano rumana Hariclea Darclés como Tosca, Emilio de Marchi como Mario Cavaradossi y Eugenio Giraldoni como el Barón Vitellio Scarpia. Libreto operístico basado a su vez en la epopeya “La Tosca” del escritor parisino Victorien Sardou (1831-1908). Drama inspirado en hechos reales ocurridos a raíz del golpe de estado, conocido como el 18 Brumario, que tuvo lugar en Francia el 9 de noviembre de 1799, y cuyo respectivo estreno tuvo lugar en el Théâtre de la Porte Saint-Martin de París en 1887, correspondiendo a Sarah Bernhardt, en ese momento la más aclamada y afamada actriz europea, dar vida por primera vez a la Floria Tosca teatral.

Desde su estreno, el tema causó particular interés para ser llevado a la ópera entre diversos compositores italianos. El primero fue Giuseppe Verdi, después Alberto Franchetti y, finalmente, Puccini. A su vez, el editor Ricordi, seguro de que sería un éxito, tenía prisa porque el drama fuera transmutado operísticamente y fue así como encargó elaborar el libreto a Illica y a Franchetti. No contaba que desde 1889 el propio Puccini luchaba ya por obtener la autorización autoral para realizar su adaptación. Finalmente, Franchetti desistió del intento y rompió el contrato, Puccini entonces lo substituyó y el libreto quedó encomendado a Illica y Giacosa, quienes a partir de 1895 comenzaron formalmente a escribirlo, dando prioridad a la trama pasional sardouniana y omitiendo las circunstancias políticas a las que aludía el drama de Sardou.

Razón fundamental por la que mientras en la ópera pucciniana prevalece el conflicto humano en la original revisten particular importancia las circunstancias ideológicas y materiales de la Roma en la que se desarrolla la tragedia, al posibilitar la contextualización política de los personajes principales: Mario Cavaradossi y Cesare Angelotti pertenecen a familias de la aristocracia romana que apoyaron a la Revolución Francesa y, más tarde, al propio Napoleón. La del segundo, además, dio apoyo a la construcción de la iglesia de Sant’Andrea della Valle en la que, al inicio de la obra, aparece escondido Angelotti, quien luego de haber sido hecho prisionero por Scarpia logró huir de la prisión y se ha refugiado en la iglesia. En Cavaradossi, encontramos a un joven artista, liberal, que estudia pintura bajo la guía del revolucionario Jacques-Louis David y está elaborando un retablo en honor de la Virgen en la Capilla Atavanti de dicha iglesia; lugar donde conoce a Angelotti y le brinda su ayuda. Floria Tosca, por su parte, desde niña se dedicó a la cría de cabras y de joven ingresó a un convento de monjas benedictinas, siendo allí donde el compositor Domenico Cimarosa la conoce y al descubrir su hermosa voz le pide al Papa la dispensa para que pueda dejar el convento y se dedique a realizar una carrera profesional como cantante. Tosca y Cavaradossi se aman.

En el barón Scarpia encontramos en cambio un ser lleno de frialdad, ambicioso, calculador, lujurioso, que hace de la mentira y el engaño su divisa y de la crueldad su ferviente vocación; uno de los personajes de mayor fuerza dramática y uno de los más siniestros de la historia de la ópera, al grado que para muchos “Tosca”, lo mismo en el teatro que en la ópera, debería ser llamada en realidad “Scarpia”, ya que sin él la obra no alcanzaría la extrema tensión que posee la trama. Él es el artífice, de principio a fin, de la tragedia puesta en escena, pero además es la representación fiel y descarnada del mal y recordatorio permanente y atemporal de que en todos los tiempos y espacios es posible encontrar y aún convivir con Scarpias en los distintos niveles jerárquicos de la vida diaria.

Sí, los Scarpias son seres que todo lo que tocan lo corrompen. Veamos parte de su pensamiento: “Propia de los amores profundos es su profunda miseria. Tiene sabor más fuerte la conquista violenta que el melifluo consentimiento… Deseo con ardor. Persigo a la cosa deseada, me sacio, la tiro y vuelvo a una nueva persecución”. Son seres que por llegar al poder o para satisfacer sus pasiones, no dudan en envolver a cualquiera, sobre todo a aquél que les sea de utilidad, ya sea un medio o el fin en sí mismo. Son, en resumen, psicópatas sádicos y deshumanizados que han devenido insensibles al dolor del otro, pero que pasan desapaercibidos al grado de llegar a convertirse en líderes y ser aclamados hasta que llega su fin.

¡Cuántos Scarpias así no conocemos! ¿Podremos liberarnos de ellos? No. Son parte de los claroscuros de la naturaleza humana, pero está en la humanidad luchar porque a pesar de ellos, pueda triunfar al final el bien.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli



“¡Y ante él temblaba toda Roma!” (E avanti a lui tremava tutta Roma!), sentencia una de las heroínas más emblemáticas de la lírica pucciniana: Tosca, hacia el final del segundo acto, al ver a sus pies yacer el cadáver del despiadado Scarpia, al que ha tenido que ultimar para no ser suya, en espera de reunirse con su amado Mario y darse con él a la fuga.

La ópera “Tosca” de Giacomo Puccini con libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, fue estrenada el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Roma. Sus protagonistas fueron la soprano rumana Hariclea Darclés como Tosca, Emilio de Marchi como Mario Cavaradossi y Eugenio Giraldoni como el Barón Vitellio Scarpia. Libreto operístico basado a su vez en la epopeya “La Tosca” del escritor parisino Victorien Sardou (1831-1908). Drama inspirado en hechos reales ocurridos a raíz del golpe de estado, conocido como el 18 Brumario, que tuvo lugar en Francia el 9 de noviembre de 1799, y cuyo respectivo estreno tuvo lugar en el Théâtre de la Porte Saint-Martin de París en 1887, correspondiendo a Sarah Bernhardt, en ese momento la más aclamada y afamada actriz europea, dar vida por primera vez a la Floria Tosca teatral.

Desde su estreno, el tema causó particular interés para ser llevado a la ópera entre diversos compositores italianos. El primero fue Giuseppe Verdi, después Alberto Franchetti y, finalmente, Puccini. A su vez, el editor Ricordi, seguro de que sería un éxito, tenía prisa porque el drama fuera transmutado operísticamente y fue así como encargó elaborar el libreto a Illica y a Franchetti. No contaba que desde 1889 el propio Puccini luchaba ya por obtener la autorización autoral para realizar su adaptación. Finalmente, Franchetti desistió del intento y rompió el contrato, Puccini entonces lo substituyó y el libreto quedó encomendado a Illica y Giacosa, quienes a partir de 1895 comenzaron formalmente a escribirlo, dando prioridad a la trama pasional sardouniana y omitiendo las circunstancias políticas a las que aludía el drama de Sardou.

Razón fundamental por la que mientras en la ópera pucciniana prevalece el conflicto humano en la original revisten particular importancia las circunstancias ideológicas y materiales de la Roma en la que se desarrolla la tragedia, al posibilitar la contextualización política de los personajes principales: Mario Cavaradossi y Cesare Angelotti pertenecen a familias de la aristocracia romana que apoyaron a la Revolución Francesa y, más tarde, al propio Napoleón. La del segundo, además, dio apoyo a la construcción de la iglesia de Sant’Andrea della Valle en la que, al inicio de la obra, aparece escondido Angelotti, quien luego de haber sido hecho prisionero por Scarpia logró huir de la prisión y se ha refugiado en la iglesia. En Cavaradossi, encontramos a un joven artista, liberal, que estudia pintura bajo la guía del revolucionario Jacques-Louis David y está elaborando un retablo en honor de la Virgen en la Capilla Atavanti de dicha iglesia; lugar donde conoce a Angelotti y le brinda su ayuda. Floria Tosca, por su parte, desde niña se dedicó a la cría de cabras y de joven ingresó a un convento de monjas benedictinas, siendo allí donde el compositor Domenico Cimarosa la conoce y al descubrir su hermosa voz le pide al Papa la dispensa para que pueda dejar el convento y se dedique a realizar una carrera profesional como cantante. Tosca y Cavaradossi se aman.

En el barón Scarpia encontramos en cambio un ser lleno de frialdad, ambicioso, calculador, lujurioso, que hace de la mentira y el engaño su divisa y de la crueldad su ferviente vocación; uno de los personajes de mayor fuerza dramática y uno de los más siniestros de la historia de la ópera, al grado que para muchos “Tosca”, lo mismo en el teatro que en la ópera, debería ser llamada en realidad “Scarpia”, ya que sin él la obra no alcanzaría la extrema tensión que posee la trama. Él es el artífice, de principio a fin, de la tragedia puesta en escena, pero además es la representación fiel y descarnada del mal y recordatorio permanente y atemporal de que en todos los tiempos y espacios es posible encontrar y aún convivir con Scarpias en los distintos niveles jerárquicos de la vida diaria.

Sí, los Scarpias son seres que todo lo que tocan lo corrompen. Veamos parte de su pensamiento: “Propia de los amores profundos es su profunda miseria. Tiene sabor más fuerte la conquista violenta que el melifluo consentimiento… Deseo con ardor. Persigo a la cosa deseada, me sacio, la tiro y vuelvo a una nueva persecución”. Son seres que por llegar al poder o para satisfacer sus pasiones, no dudan en envolver a cualquiera, sobre todo a aquél que les sea de utilidad, ya sea un medio o el fin en sí mismo. Son, en resumen, psicópatas sádicos y deshumanizados que han devenido insensibles al dolor del otro, pero que pasan desapaercibidos al grado de llegar a convertirse en líderes y ser aclamados hasta que llega su fin.

¡Cuántos Scarpias así no conocemos! ¿Podremos liberarnos de ellos? No. Son parte de los claroscuros de la naturaleza humana, pero está en la humanidad luchar porque a pesar de ellos, pueda triunfar al final el bien.


bettyzanolli@gmail.com

@BettyZanolli