Lectores, de la tercera edad, no ocultaron sus opiniones al asegurar, que las nuevas generaciones continúan mostrándose decididos a no dejar caer de la circulación pública, las buenas lecturas del siglo pasado.
Porque deseando ser justos, la creatividad en materia de escrituras, ocupa desde entonces un sitio sobresaliente dentro de nuestra historia cultural. Otras opiniones valiosas y en un ambiente tan apropiado como es la Librería del Fondo de Cultura Económica, se sumaron a las de un asiduo visitante quien explicó: “Yo en lo personal, ando siempre detrás de las reediciones del gran José Emilio Pacheco”.
Y así, dentro de una muy grata conversación, el caballero en cuestión, nos animó a recordar al Maestro Pacheco, nacido el 30 de junio de 1939…cuya partida física, ocurrió hace 10 años, el 26 de enero de 2014. Y como sus cientos de admiradores lo saben, fue, igualmente, un talentoso y afamado creador de poesía, crónica, novela, cuento, ensayo, crítica literaria y traducción.
Sus biógrafos, lo consideran integrante de la llamada “Generación de los cincuentas”, o del medio siglo, en la que también se incluye a Vicente Melo, Inés Arredondo, Juan García Ponce, Huberto Batis, Sergio Pitol, José de la Colina, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, entre otros.
Así, compartió la perspectiva cosmopolita, que caracteriza a los literatos de esa generación, y los temas que abordó en sus textos van desde la historia y el tiempo cíclico, los universos de la infancia y de lo fantástico, hasta la ciudad de los despidos.
Por otra parte, su escritura se distingue por un constante cuestionamiento sobre la vida en el mundo moderno, sobre la literatura y su propia producción artística, así como del uso de un lenguaje libre de rebuscamientos que debe ser totalmente accesible; ya qué, desde temprana edad, Pacheco, comenzó su acercamiento a la literatura leyendo a autores como Julio Verne, Rubén Darío, Oscar Wilde, Manuel Payno, Amado Nervo, Jorge Luis Borges y Alfonso Reyes.
y además, escuchando a los escritores que frecuentaban la casa…Su verdadero aprendizaje empezó en la casa paterna, a la que solía llegar un grupo de escritores que el niño José Emilio escuchaba, y siguió escuchando.
Los nombres de ese grupo, de acuerdo a la investigación de sus biógrafos, fueron, nada menos que Juan de la Cabada, Héctor Pérez Martínez, Juan José Arreola, José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, algunas veces Julio Torri, al que escuchaban —él y su amigo Carlos Monsiváis— Edith Negrín y Álvaro Ruiz Abreu.
De acuerdo también con las citadas fuentes, el personaje comenzó a escribir en la adolescencia. Etapa en la que publicaba en revistas estudiantiles y periódicos como Proa (de la Escuela Preparatoria, Centro Universitario, México, 1955), Diario de Yucatán, Diario del Sureste (ambos de Mérida, 1956-1958); las estudiantiles Índice (1957) y Letras Nuevas, de la primera Facultad de Derecho y la segunda de la de Filosofía y Letras de la UNAM.
Pacheco ingresó a la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de México, pero la abandonó a los 19 años para dedicarse a la escritura.
Participó en diversas revistas y suplementos culturales, como México en la Cultura, Siempre!, Diálogos, Revista Mexicana de Literatura, Diorama de la Cultura, Ramas Nuevas, suplemento de Estaciones, donde trabajó con Monsiváis. Su consolidación como escritor se plasmó en sus publicaciones en la cultura de Fernando Benítez,, “su guía, amigo y maestro”.
Fue profesor en la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, Canadá e Inglaterra; investigador en el Departamento de Estudios Históricos del INAH, y miembro del Colegio Nacional desde el 10 de julio de 1986.
La obra de Pacheco abarca la narrativa, el cuento, la novela, la crónica, la poesía, la traducción y el ensayo. Existen características que unen sus textos, aunque cada uno de los géneros trabajados por el autor puede distinguirse de los otros por elementos particulares; una constante de su obra es la renovación o reescritura.
Consideraba a la literatura como algo dinámico y cambiante, lo cual lo llevó a revisar y reescribir sus propias obras, en un afán de autocrítica. Su idea acerca de la reescritura incluye un diálogo con los textos anteriores de autores modernos como Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal y clásicos como Catulo y con sus propios lectores.
Como ha explicado Oviedo, “su obra es, en cierta manera, una antología formada por la reescritura de sus lecturas –un nuevo texto que se sobreimprime en otros textos existentes con anterioridad"….
Luego entonces, y una vez liberado este corto recuerdo de aniversario; deseo agregar, igualmente, un cariñoso Beso.