/ viernes 21 de febrero de 2020

Seguridad escolar

Las últimas semanas han estado marcadas por tragedias relacionadas a la educación: el suicidio de estudiantes universitarios, la situación de la UNAM, el tiroteo en Torreón, los retos y amenazas de internet; en particular el muy doloroso feminicidio de Fátima que ha puesto de luto y llenado de tristeza al Sistema Educativo de la Ciudad de México. Esto nos obliga a una reflexión profunda sobre la seguridad escolar.

Los protocolos son vigentes y funcionan en la gran mayoría de las escuelas, pero también tenemos que reconocer que nos encontramos frente a nuevas realidades sociales y de violencia, para lo cual tenemos que estar en un proceso permanente de actualización.

Para construir esta seguridad escolar es necesario definir principios mínimos como el autocuidado a través de la información, consciencia y desarrollo del autoestima. La corresponsabilidad de familia, la responsabilidad del Estado en sus tres niveles de gobierno, la organización comunitaria y puntualizar la responsabilidad de la escuela en su dirección, administración y docentes. Todo esto sobre la base de los valores, la ética y la moral.

La ecuación de seguridad escolar está determinada por variables como la seguridad estructural, protección civil, salud, convivencia escolar, organización social, atención y prevención a conflictos familiares, así como prevención de problemas adictivos y que esto se pueda traducir en una capacidad de operación.

También es importante determinar una visión diferente que potencie no solo la conciencia y formación, sino también la detección y capacidad de atender de manera personalizada los casos que lo requieran. La seguridad escolar es una de las prioridades del Estado mexicano, es un concepto integral y un pilar fundamental de la Nueva Escuela Mexicana.

Al final, la pregunta obligada y pertinente es si ¿estamos haciendo lo posible para que las niñas y los niños estén seguros en las escuelas?, se está trabajando, pero queda mucho por hacer.

Twitter:@LuisH_Fernandez

Las últimas semanas han estado marcadas por tragedias relacionadas a la educación: el suicidio de estudiantes universitarios, la situación de la UNAM, el tiroteo en Torreón, los retos y amenazas de internet; en particular el muy doloroso feminicidio de Fátima que ha puesto de luto y llenado de tristeza al Sistema Educativo de la Ciudad de México. Esto nos obliga a una reflexión profunda sobre la seguridad escolar.

Los protocolos son vigentes y funcionan en la gran mayoría de las escuelas, pero también tenemos que reconocer que nos encontramos frente a nuevas realidades sociales y de violencia, para lo cual tenemos que estar en un proceso permanente de actualización.

Para construir esta seguridad escolar es necesario definir principios mínimos como el autocuidado a través de la información, consciencia y desarrollo del autoestima. La corresponsabilidad de familia, la responsabilidad del Estado en sus tres niveles de gobierno, la organización comunitaria y puntualizar la responsabilidad de la escuela en su dirección, administración y docentes. Todo esto sobre la base de los valores, la ética y la moral.

La ecuación de seguridad escolar está determinada por variables como la seguridad estructural, protección civil, salud, convivencia escolar, organización social, atención y prevención a conflictos familiares, así como prevención de problemas adictivos y que esto se pueda traducir en una capacidad de operación.

También es importante determinar una visión diferente que potencie no solo la conciencia y formación, sino también la detección y capacidad de atender de manera personalizada los casos que lo requieran. La seguridad escolar es una de las prioridades del Estado mexicano, es un concepto integral y un pilar fundamental de la Nueva Escuela Mexicana.

Al final, la pregunta obligada y pertinente es si ¿estamos haciendo lo posible para que las niñas y los niños estén seguros en las escuelas?, se está trabajando, pero queda mucho por hacer.

Twitter:@LuisH_Fernandez