/ miércoles 2 de mayo de 2018

Sin Gafete | ¿Y si Meade gana?

Qué problema tremendo tendría el gobierno de la República, encabezado por Enrique Peña Nieto si Meade llega a ganar. ¿De qué manera podrían convencer a millones de mexicanos que su triunfo fue legal, que estuvo originado en los votos marcados voluntariamente en las boletas electorales?

Porque hasta el momento todos, incluyendo a los priistas, actúan como si esta elección ya fuese tema perdido para Meade.

Y lo hacen hablar como perdedor. Como un perdedor que da patadas de ahogado y dice que el arroz se puede quemar en referencia, inmediata, a la declaración de López Obrador.

Como un perdedor que debe asumir, como noticia, que no habrá de declinar su candidatura, al panista que tanto ha fustigado, además.

Meade va por el proceso electoral comiendo sapos que tienen que habérsele indigestado, a priori. Como la llamada del líder de Antorcha Campesina para que los amantes (“sanchos”) de las esposas también vayan a votar, o el numerito del líder de la CTM, en verdad representante de otro universo, que le dijo que si no puede ellos lo empujan.

¿Qué no le dará pena verse tan débil que deben decirle algo tan desagradable?

¿De qué manera podrían, literalmente, “empujarlo” los cetemistas? A un candidato, no lo olvidemos, que presume ser “ciudadano”.

Y por si Meade no tuviese suficiente, el presidente Peña Nieto hizo una petición para votar con la cabeza y no con el estómago, asumiendo en automático que quienes están enojados van a votar en contra de Meade.

El extitular de Hacienda cada vez que inicia un discurso se refiere a López Obrador, que debe estar agradecido de tanta promoción. Su propuesta más famosa es la “7 de 7” que muy pocos entienden en qué consiste realmente, y que choca con la percepción de riqueza que transmite su casa, el terreno comprado para hacerse un jardín, en una de las zonas más caras de la Ciudad de México.

Todos los análisis en los medios de comunicación coinciden en una campaña presidencial priista que “no levanta”, en un candidato presidencial priista que va a perder, en un tercer lugar que no puede remontar. ¿Quiénes están apostando por Meade?

Tal vez ni siquiera los 531 mil mexicanos, tan sólo estos pocos, que tienen ingresos superiores a diez salarios mínimos. O los dueños de empresas. O los dueños de constructoras. Y todos los que pueden pagar la gasolina sin problema. O los que viajan al extranjero sin titubear por la devaluación del peso. Y los que siguen pagando cuentas millonarias en sus tarjetas.

Esos pocos privilegiados, ese uno o dos por ciento del total de habitantes de nuestro país, que está en verdad asustado, preocupado, impactado por la eventual llegada de Andrés Manuel a Los Pinos, tampoco cree que Meade va a ganar.

Y entonces tenemos un grave conflicto. Los ricos lo asumen perdedor.

De los pobres mejor ni hablamos. El candidato del PRI no ha logrado convencer a los millones de millones de pobres que están muy enojados, que tienen el estomago revuelto, que no creen en un partido, el PRI, que desde el poder parecería haberse convertido en su mayor enemigo. Estos pobres lo saben perdedor.

Y el otro inmenso inconveniente es cómo persuadir a José Antonio Meade de que va a ganar… cómo hacer que actúe cual triunfador… cómo callar a todos los que quieren empujarlo porque no puede… Cómo hacer que deje de ser perdedor de antemano.


@isabelarvide / EstadoMayor.mx /CambioQRR.com

Qué problema tremendo tendría el gobierno de la República, encabezado por Enrique Peña Nieto si Meade llega a ganar. ¿De qué manera podrían convencer a millones de mexicanos que su triunfo fue legal, que estuvo originado en los votos marcados voluntariamente en las boletas electorales?

Porque hasta el momento todos, incluyendo a los priistas, actúan como si esta elección ya fuese tema perdido para Meade.

Y lo hacen hablar como perdedor. Como un perdedor que da patadas de ahogado y dice que el arroz se puede quemar en referencia, inmediata, a la declaración de López Obrador.

Como un perdedor que debe asumir, como noticia, que no habrá de declinar su candidatura, al panista que tanto ha fustigado, además.

Meade va por el proceso electoral comiendo sapos que tienen que habérsele indigestado, a priori. Como la llamada del líder de Antorcha Campesina para que los amantes (“sanchos”) de las esposas también vayan a votar, o el numerito del líder de la CTM, en verdad representante de otro universo, que le dijo que si no puede ellos lo empujan.

¿Qué no le dará pena verse tan débil que deben decirle algo tan desagradable?

¿De qué manera podrían, literalmente, “empujarlo” los cetemistas? A un candidato, no lo olvidemos, que presume ser “ciudadano”.

Y por si Meade no tuviese suficiente, el presidente Peña Nieto hizo una petición para votar con la cabeza y no con el estómago, asumiendo en automático que quienes están enojados van a votar en contra de Meade.

El extitular de Hacienda cada vez que inicia un discurso se refiere a López Obrador, que debe estar agradecido de tanta promoción. Su propuesta más famosa es la “7 de 7” que muy pocos entienden en qué consiste realmente, y que choca con la percepción de riqueza que transmite su casa, el terreno comprado para hacerse un jardín, en una de las zonas más caras de la Ciudad de México.

Todos los análisis en los medios de comunicación coinciden en una campaña presidencial priista que “no levanta”, en un candidato presidencial priista que va a perder, en un tercer lugar que no puede remontar. ¿Quiénes están apostando por Meade?

Tal vez ni siquiera los 531 mil mexicanos, tan sólo estos pocos, que tienen ingresos superiores a diez salarios mínimos. O los dueños de empresas. O los dueños de constructoras. Y todos los que pueden pagar la gasolina sin problema. O los que viajan al extranjero sin titubear por la devaluación del peso. Y los que siguen pagando cuentas millonarias en sus tarjetas.

Esos pocos privilegiados, ese uno o dos por ciento del total de habitantes de nuestro país, que está en verdad asustado, preocupado, impactado por la eventual llegada de Andrés Manuel a Los Pinos, tampoco cree que Meade va a ganar.

Y entonces tenemos un grave conflicto. Los ricos lo asumen perdedor.

De los pobres mejor ni hablamos. El candidato del PRI no ha logrado convencer a los millones de millones de pobres que están muy enojados, que tienen el estomago revuelto, que no creen en un partido, el PRI, que desde el poder parecería haberse convertido en su mayor enemigo. Estos pobres lo saben perdedor.

Y el otro inmenso inconveniente es cómo persuadir a José Antonio Meade de que va a ganar… cómo hacer que actúe cual triunfador… cómo callar a todos los que quieren empujarlo porque no puede… Cómo hacer que deje de ser perdedor de antemano.


@isabelarvide / EstadoMayor.mx /CambioQRR.com

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