/ sábado 3 de febrero de 2024

Tech trends | Telepatía, la nueva era de la inteligencia

@daguilargallego

Hace apenas unos días, a finales de enero, la empresa Neuralink, propiedad del empresario Elon Musk, anunció el implante cerebral de un chip que podría cambiar nuestra percepción de los límites del ser humano. En mayo de 2023, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) dio autorización a Neuralink para realizar ensayos de su chip cerebral en humanos. Esta autorización se alcanzó después de seis años de estudios y, supuestamente, más de 1,500 animales muertos en ensayos clínicos, entre los que se encuentran cerdos y monos. Esta tecnología, aunque disruptiva y revolucionaria, no es la primera, pues ya existen otros ensayos que se han realizado recientemente. Lo importante de este ensayo es precisamente Elon Musk, responsable del rumbo de la compañía, que no va a descansar hasta ver funcionando con éxito este implante en miles de personas alrededor del mundo. La tenacidad y visión de negocio del empresario de origen sudafricano le ha permitido ser el principal socio de vuelos espaciales de la NASA con su empresa SpaceX, con la cual promete llevar a la humanidad al planeta Marte. También le ha permitido ser la única empresa en el mundo que ofrece internet satelital, con miles de satélites orbitando alrededor de la Tierra, prometiendo una conexión libre, total y con capacidad de seguir conectado incluso fuera de la Tierra. Con Neuralink, el sueño de ir al espacio, trascender y emprender viajes espaciales lejanos se ve más cerca. Ya tiene las naves espaciales y la tecnología para volar, ya tiene la conectividad con la Tierra incluso estando fuera de ella, y ahora tendría la capacidad de comunicarse con los computadores y sistemas de manera nativa, como si fuéramos otra computadora más. Sin teclear, sin dar órdenes, simplemente con pensar, el chip llamado “Telepathy” promete darnos una sincronía completa con nuestros sistemas de computación, smartphones o sistemas de comunicación electrónica para que, en un pensamiento, podamos ejecutar acciones. Lo bueno es, evidentemente, la ayuda para personas discapacitadas que no puedan mover extremidades y que puedan comunicarse con los demás a través de sus pensamientos, o que este mismo implante ayude a mejorar enfermedades como el Alzheimer, evitando la desconexión de los recuerdos o sinapsis entre las neuronas. Lo malo son las muchísimas dudas sobre los efectos del implante en el cerebro, un órgano tan complejo y con tanto por aprender de él que es difícil saber si puede o no haber algún efecto secundario. También se encuentra la parte ética: ¿quién administraría nuestros pensamientos? Alguien sería dueño de esos pensamientos que se registren, ¿cómo y de qué manera se resguardan? Esto sería el Santo Grial de los datos, no podría existir algo más detallado que tener acceso a nuestros pensamientos; las fotos y nuestras actividades en Internet serían un juego de niños. Y por último, la desigualdad que provocaría que unos tengan este dispositivo y sean infinitamente más eficientes que otros que no lo tengan. La brecha tecnológica sería impresionantemente grande entre unos y otros, y la Inteligencia Artificial comenzaría a tomar partido por aquellos que tengan recursos y ánimo para tener una supercomputadora conectada en el cerebro de manera permanente. Sin duda, es algo que cambiará nuestra manera de ver los límites que los humanos tenemos… o teníamos.

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@daguilargallego

Hace apenas unos días, a finales de enero, la empresa Neuralink, propiedad del empresario Elon Musk, anunció el implante cerebral de un chip que podría cambiar nuestra percepción de los límites del ser humano. En mayo de 2023, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) dio autorización a Neuralink para realizar ensayos de su chip cerebral en humanos. Esta autorización se alcanzó después de seis años de estudios y, supuestamente, más de 1,500 animales muertos en ensayos clínicos, entre los que se encuentran cerdos y monos. Esta tecnología, aunque disruptiva y revolucionaria, no es la primera, pues ya existen otros ensayos que se han realizado recientemente. Lo importante de este ensayo es precisamente Elon Musk, responsable del rumbo de la compañía, que no va a descansar hasta ver funcionando con éxito este implante en miles de personas alrededor del mundo. La tenacidad y visión de negocio del empresario de origen sudafricano le ha permitido ser el principal socio de vuelos espaciales de la NASA con su empresa SpaceX, con la cual promete llevar a la humanidad al planeta Marte. También le ha permitido ser la única empresa en el mundo que ofrece internet satelital, con miles de satélites orbitando alrededor de la Tierra, prometiendo una conexión libre, total y con capacidad de seguir conectado incluso fuera de la Tierra. Con Neuralink, el sueño de ir al espacio, trascender y emprender viajes espaciales lejanos se ve más cerca. Ya tiene las naves espaciales y la tecnología para volar, ya tiene la conectividad con la Tierra incluso estando fuera de ella, y ahora tendría la capacidad de comunicarse con los computadores y sistemas de manera nativa, como si fuéramos otra computadora más. Sin teclear, sin dar órdenes, simplemente con pensar, el chip llamado “Telepathy” promete darnos una sincronía completa con nuestros sistemas de computación, smartphones o sistemas de comunicación electrónica para que, en un pensamiento, podamos ejecutar acciones. Lo bueno es, evidentemente, la ayuda para personas discapacitadas que no puedan mover extremidades y que puedan comunicarse con los demás a través de sus pensamientos, o que este mismo implante ayude a mejorar enfermedades como el Alzheimer, evitando la desconexión de los recuerdos o sinapsis entre las neuronas. Lo malo son las muchísimas dudas sobre los efectos del implante en el cerebro, un órgano tan complejo y con tanto por aprender de él que es difícil saber si puede o no haber algún efecto secundario. También se encuentra la parte ética: ¿quién administraría nuestros pensamientos? Alguien sería dueño de esos pensamientos que se registren, ¿cómo y de qué manera se resguardan? Esto sería el Santo Grial de los datos, no podría existir algo más detallado que tener acceso a nuestros pensamientos; las fotos y nuestras actividades en Internet serían un juego de niños. Y por último, la desigualdad que provocaría que unos tengan este dispositivo y sean infinitamente más eficientes que otros que no lo tengan. La brecha tecnológica sería impresionantemente grande entre unos y otros, y la Inteligencia Artificial comenzaría a tomar partido por aquellos que tengan recursos y ánimo para tener una supercomputadora conectada en el cerebro de manera permanente. Sin duda, es algo que cambiará nuestra manera de ver los límites que los humanos tenemos… o teníamos.

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