/ sábado 10 de octubre de 2020

Trump contagiado ¿Estrategia o puerta de salida?

Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apareció en el debate contra el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en Cleveland, Ohio, el pasado martes 29 de septiembre, algo no se veía bien en él, además de la lógica desesperación que mostraba al saberse en desventaja contra el exvicepresidente al que tanto menosprecio ha manifestado.

El mandatario, quien está buscando la reelección, ya se veía desmejorado, pero supuestamente a todos los presentes en ese evento, incluyendo personal, periodistas, staff de candidatos y cualquier persona que tuviera algo que hacer allí, le habían hecho la prueba del coronavirus, con el fin de que ese fuera un espacio seguro. Se trataba de un tema de seguridad nacional.

El punto está en que, de una u otra forma, al parecer las pruebas y revisiones no fueron tan exhaustivas, ya que el jueves posterior, por la tarde, se dio a conocer que Hope Hicks, la asesora más cercana que tiene Trump, había dado positivo a coronavirus.

Eso ya encendía sirenas, pues la colaboradora en cuestión había acompañado al presidente a todas sus giras y eventos, tanto en el avión presidencial Air Force One, como en helicóptero, además de que, por supuesto, estuvo en el debate, donde por lo que se aprecia no fue sometida a pruebas.

Finalmente, la noche del jueves al viernes, se dio a conocer lo esperado, Trump y su esposa Melania habían dado positivo a coronavirus, lo que causó conmoción a nivel global, golpeando a los principales índices bursátiles de Wall Street, debilitando al dólar y desplomando las cotizaciones del petróleo.

De inmediato se notificó que el presidente sería atendido en un Centro Médico Militar en la ciudad de Washington D.C., donde lejos de permanecer en una cama bajo constante revisión, hizo al menos dos videos, explicando que se sentía bien, pero luciendo sumamente demacrado.

Después tuvo una idea profundamente criticada, ya que durante el fin de semana salió a dar vueltas alrededor del hospital en una camioneta con un elevado blindaje junto con miembros del Servicio Secreto, que, al acompañar al mandatario en su capricho narcisista, expusieron su propia vida en lo que los medios estadounidenses llamaron “desfile covid”.

En medio de todo lo que se estaba viviendo, no faltó quien se preguntara si todo eso del contagio de covid-19, podría ser una treta para rescatar algunos votos de indecisos que le ayudaran a revertir la ventaja que tiene Biden a menos de un mes de las elecciones, pero si era así, el resultado le habría salido al revés, ya que el demócrata amplió su ventaja tras el debate y después de conocerse el contagio presidencial.

Finalmente, Trump buscó no tener que ser relevado en funciones por el vicepresidente Mike Pence, por lo que buscó salir rápidamente del hospital, regresando el lunes a la Casa Blanca, algo que también hizo de una forma profundamente desafortunada, al insistir en mostrarse sin cubrebocas, cuando a todas luces le costaba trabajo respirar.

Además, insistió en que la gente saliera a las calles y que no le tuviera miedo al coronavirus, comparando al covid-19 con una gripa, declaración que le fue censurada en Facebook y Twitter, por considerársele desinformativa.

Finalmente, la actitud de Donald Trump hacia el coronavirus y a su propio contagio, ha ido muy en línea con lo que han hecho otros gobiernos populistas como los de Brasil y el Reino Unido, donde sin ánimo de verlo como una casualidad, los dos gobernantes, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, respectivamente, también cayeron contagiados de covid-19.

Si la enfermedad no le sirve para ganar simpatías, ni tiempo, faltando menos de un mes para las elecciones, en el muy probable caso de ser derrotado, Trump bien podría asirse de ella para dejar el poder sin que lo persigan los que llegan, ni la tomen en su contra los grupos extremistas que lo han apoyado, como el Ku Klux Klan y los Proud Boys.

Si fue una jugada… ¡Que mala jugada!


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre


Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, apareció en el debate contra el candidato presidencial demócrata, Joe Biden, en Cleveland, Ohio, el pasado martes 29 de septiembre, algo no se veía bien en él, además de la lógica desesperación que mostraba al saberse en desventaja contra el exvicepresidente al que tanto menosprecio ha manifestado.

El mandatario, quien está buscando la reelección, ya se veía desmejorado, pero supuestamente a todos los presentes en ese evento, incluyendo personal, periodistas, staff de candidatos y cualquier persona que tuviera algo que hacer allí, le habían hecho la prueba del coronavirus, con el fin de que ese fuera un espacio seguro. Se trataba de un tema de seguridad nacional.

El punto está en que, de una u otra forma, al parecer las pruebas y revisiones no fueron tan exhaustivas, ya que el jueves posterior, por la tarde, se dio a conocer que Hope Hicks, la asesora más cercana que tiene Trump, había dado positivo a coronavirus.

Eso ya encendía sirenas, pues la colaboradora en cuestión había acompañado al presidente a todas sus giras y eventos, tanto en el avión presidencial Air Force One, como en helicóptero, además de que, por supuesto, estuvo en el debate, donde por lo que se aprecia no fue sometida a pruebas.

Finalmente, la noche del jueves al viernes, se dio a conocer lo esperado, Trump y su esposa Melania habían dado positivo a coronavirus, lo que causó conmoción a nivel global, golpeando a los principales índices bursátiles de Wall Street, debilitando al dólar y desplomando las cotizaciones del petróleo.

De inmediato se notificó que el presidente sería atendido en un Centro Médico Militar en la ciudad de Washington D.C., donde lejos de permanecer en una cama bajo constante revisión, hizo al menos dos videos, explicando que se sentía bien, pero luciendo sumamente demacrado.

Después tuvo una idea profundamente criticada, ya que durante el fin de semana salió a dar vueltas alrededor del hospital en una camioneta con un elevado blindaje junto con miembros del Servicio Secreto, que, al acompañar al mandatario en su capricho narcisista, expusieron su propia vida en lo que los medios estadounidenses llamaron “desfile covid”.

En medio de todo lo que se estaba viviendo, no faltó quien se preguntara si todo eso del contagio de covid-19, podría ser una treta para rescatar algunos votos de indecisos que le ayudaran a revertir la ventaja que tiene Biden a menos de un mes de las elecciones, pero si era así, el resultado le habría salido al revés, ya que el demócrata amplió su ventaja tras el debate y después de conocerse el contagio presidencial.

Finalmente, Trump buscó no tener que ser relevado en funciones por el vicepresidente Mike Pence, por lo que buscó salir rápidamente del hospital, regresando el lunes a la Casa Blanca, algo que también hizo de una forma profundamente desafortunada, al insistir en mostrarse sin cubrebocas, cuando a todas luces le costaba trabajo respirar.

Además, insistió en que la gente saliera a las calles y que no le tuviera miedo al coronavirus, comparando al covid-19 con una gripa, declaración que le fue censurada en Facebook y Twitter, por considerársele desinformativa.

Finalmente, la actitud de Donald Trump hacia el coronavirus y a su propio contagio, ha ido muy en línea con lo que han hecho otros gobiernos populistas como los de Brasil y el Reino Unido, donde sin ánimo de verlo como una casualidad, los dos gobernantes, Jair Bolsonaro y Boris Johnson, respectivamente, también cayeron contagiados de covid-19.

Si la enfermedad no le sirve para ganar simpatías, ni tiempo, faltando menos de un mes para las elecciones, en el muy probable caso de ser derrotado, Trump bien podría asirse de ella para dejar el poder sin que lo persigan los que llegan, ni la tomen en su contra los grupos extremistas que lo han apoyado, como el Ku Klux Klan y los Proud Boys.

Si fue una jugada… ¡Que mala jugada!


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre