/ lunes 19 de febrero de 2024

Un panorama agridulce para los migrantes 

Si bien los reflectores del último Super Bowl se los llevó la cantante Taylor Swift, el guacamole fue, como cada año, una de las estrellas infaltables en la final de la National Football League (NFL). Tan sólo para la edición de este 2024 se estima que México envió 130 mil toneladas de aguacate a Estados Unidos (rompiendo récord al ser la máxima cantidad exportada en la historia).

Consumir guacamole es ya tan tradicional en la Unión Americana como pedir una hamburguesa, y esto ha sido gracias a la influencia de los migrantes mexicanos en la cultura popular del vecino del norte. Pero de poco ha servido para sus gobernantes lo que los migrantes (y los latinos en general) han aportado al país más poderoso del mundo.

Tan sólo el actual presidente estadounidense Joe Biden, prometió en su campaña cambiarles la vida a los migrantes y hoy no sólo no ha cumplido sino que, incluso, empujó hace tres semanas una iniciativa bipartidista para cerrar la frontera. Por un lado, vemos como nuestros paisanos migrantes con la vivencia de nuestras costumbres le han dado sabor al Super Bowl, pero, por el otro lado, los políticos en EE.UU. no terminan de integrarlos y eso, tristemente, parece ser la tónica para la próxima administración (gane quien gane).

La historia de los Estados Unidos está arraigada, por su propia naturaleza, a la migración. Pero si nos enfocamos a los últimos tiempos, podemos ver que los presidentes más recientes como Barack Obama y Donald Trump, han tenido distintas reacciones para enfrentar los estragos provocados en su país por la migración indocumentada.

No obstante, y para muchos líderes migrantes, los resultados han sido poco alentadores para pensar en mejorar su condición legal. Obama, por ejemplo, tuvo una gran conexión con los latinos a tal grado que parecía que, por fin, llegaría un cambio positivo para los latinos. Sin embargo, Obama terminó siendo el mayor expulsor de migrantes en la historia de EU. Y de Trump, qué podemos decir: ganó en el 2017 el derecho a despachar desde la Casa Blanca gracias a su narrativa antiinmigrante. (Para las próximas elecciones de este 2024, su estrategia parece ser la misma: atacar sin clemencia a los latinos.)

Y ante este panorama tan incierto para los migrantes, ¿qué ha hecho el gobierno de nuestro país para contrarrestarlo? Los líderes migrantes han comentado con enojo que, desde el inicio de la actual administración federal, la llamada “austeridad republicana” eliminó programas como el 3x1 y bajó considerablemente el presupuesto de los consulados, afectando drásticamente la atención a nuestros paisanos. En consecuencia, los estados de la república han tenido que actuar para compensar, en la medida de sus atribuciones y posibilidades, este “abandono” (como lo dicen nuestros propios paisanos) en que se encuentran los migrantes.

En Guanajuato, de donde orgullosamente soy originario, nos hemos enfocado en cumplir con lo estipulado en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Recordemos que este pacto busca reducir los riesgos y vulnerabilidades que enfrentan las personas migrantes, entendiendo que la atención humanitaria a la migración puede ir de la mano de la internacionalización para generar beneficios a su ciudadanía.

En este sentido, quiero compartirles que la Konrad Adenauer Stiftung en conjunto con Paradiplomacia.org y el Gobierno de Cataluña publicaron el libro “Buenas prácticas y aproximaciones para la medición de la acción exterior desde la mirada regional”.

En este trabajo, precisamente, toman al estado de Guanajuato (única entidad de México presente en este libro) como ejemplo de cómo aplicar la gobernanza migratoria desde lo local. Tuve el honor de escribir, en compañía de Jorge A. Schiavon el capítulo que habla de cómo Guanajuato ha logrado ser considerado por las Naciones Unidas, a través de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), referente internacional en materia migratoria. Los distintos programas, acciones y convenios que realizamos en Guanajuato en los últimos seis años, sirvieron para que la entidad fuera elegida por los integrantes de la Coordinación Nacional de Oficinas Estatales de Atención a Migrantes (CONOFAM) para liderar los esfuerzos de los gobiernos estatales en materia migratoria en todo el país.

Este 2024 es histórico para Estados Unidos y México. En ambos países se definirá el rumbo para los próximos años y los migrantes deben ser uno de los pilares que sostengan la economía, cultura y hermandad no sólo de mexicanos y estadounidenses, sino de todos latinos que transiten o lleguen a vivir a sus territorios. Mientras tanto, los migrantes siguen dando la vida por sus seres queridos, en países ajenos, pero sin olvidar su esencia.

Hoy, por ejemplo, vemos que la deliciosa comida mexicana la comercializan nuestros migrantes en cualquier lugar que se encuentren y que ha servido de influencia para ponerle sabor al evento deportivo más preciado de los Estados Unidos. En el último Super Bowl, millones de hogares en la Unión Americana disfrutaron de la historia de amor de Taylor Swift, aderezada con el incomparable sabor a México de unos nachos y un guacamole hecho con aguacates de Jalisco o Michoacán.

Juan Hernández

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez

Si bien los reflectores del último Super Bowl se los llevó la cantante Taylor Swift, el guacamole fue, como cada año, una de las estrellas infaltables en la final de la National Football League (NFL). Tan sólo para la edición de este 2024 se estima que México envió 130 mil toneladas de aguacate a Estados Unidos (rompiendo récord al ser la máxima cantidad exportada en la historia).

Consumir guacamole es ya tan tradicional en la Unión Americana como pedir una hamburguesa, y esto ha sido gracias a la influencia de los migrantes mexicanos en la cultura popular del vecino del norte. Pero de poco ha servido para sus gobernantes lo que los migrantes (y los latinos en general) han aportado al país más poderoso del mundo.

Tan sólo el actual presidente estadounidense Joe Biden, prometió en su campaña cambiarles la vida a los migrantes y hoy no sólo no ha cumplido sino que, incluso, empujó hace tres semanas una iniciativa bipartidista para cerrar la frontera. Por un lado, vemos como nuestros paisanos migrantes con la vivencia de nuestras costumbres le han dado sabor al Super Bowl, pero, por el otro lado, los políticos en EE.UU. no terminan de integrarlos y eso, tristemente, parece ser la tónica para la próxima administración (gane quien gane).

La historia de los Estados Unidos está arraigada, por su propia naturaleza, a la migración. Pero si nos enfocamos a los últimos tiempos, podemos ver que los presidentes más recientes como Barack Obama y Donald Trump, han tenido distintas reacciones para enfrentar los estragos provocados en su país por la migración indocumentada.

No obstante, y para muchos líderes migrantes, los resultados han sido poco alentadores para pensar en mejorar su condición legal. Obama, por ejemplo, tuvo una gran conexión con los latinos a tal grado que parecía que, por fin, llegaría un cambio positivo para los latinos. Sin embargo, Obama terminó siendo el mayor expulsor de migrantes en la historia de EU. Y de Trump, qué podemos decir: ganó en el 2017 el derecho a despachar desde la Casa Blanca gracias a su narrativa antiinmigrante. (Para las próximas elecciones de este 2024, su estrategia parece ser la misma: atacar sin clemencia a los latinos.)

Y ante este panorama tan incierto para los migrantes, ¿qué ha hecho el gobierno de nuestro país para contrarrestarlo? Los líderes migrantes han comentado con enojo que, desde el inicio de la actual administración federal, la llamada “austeridad republicana” eliminó programas como el 3x1 y bajó considerablemente el presupuesto de los consulados, afectando drásticamente la atención a nuestros paisanos. En consecuencia, los estados de la república han tenido que actuar para compensar, en la medida de sus atribuciones y posibilidades, este “abandono” (como lo dicen nuestros propios paisanos) en que se encuentran los migrantes.

En Guanajuato, de donde orgullosamente soy originario, nos hemos enfocado en cumplir con lo estipulado en el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular. Recordemos que este pacto busca reducir los riesgos y vulnerabilidades que enfrentan las personas migrantes, entendiendo que la atención humanitaria a la migración puede ir de la mano de la internacionalización para generar beneficios a su ciudadanía.

En este sentido, quiero compartirles que la Konrad Adenauer Stiftung en conjunto con Paradiplomacia.org y el Gobierno de Cataluña publicaron el libro “Buenas prácticas y aproximaciones para la medición de la acción exterior desde la mirada regional”.

En este trabajo, precisamente, toman al estado de Guanajuato (única entidad de México presente en este libro) como ejemplo de cómo aplicar la gobernanza migratoria desde lo local. Tuve el honor de escribir, en compañía de Jorge A. Schiavon el capítulo que habla de cómo Guanajuato ha logrado ser considerado por las Naciones Unidas, a través de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR), referente internacional en materia migratoria. Los distintos programas, acciones y convenios que realizamos en Guanajuato en los últimos seis años, sirvieron para que la entidad fuera elegida por los integrantes de la Coordinación Nacional de Oficinas Estatales de Atención a Migrantes (CONOFAM) para liderar los esfuerzos de los gobiernos estatales en materia migratoria en todo el país.

Este 2024 es histórico para Estados Unidos y México. En ambos países se definirá el rumbo para los próximos años y los migrantes deben ser uno de los pilares que sostengan la economía, cultura y hermandad no sólo de mexicanos y estadounidenses, sino de todos latinos que transiten o lleguen a vivir a sus territorios. Mientras tanto, los migrantes siguen dando la vida por sus seres queridos, en países ajenos, pero sin olvidar su esencia.

Hoy, por ejemplo, vemos que la deliciosa comida mexicana la comercializan nuestros migrantes en cualquier lugar que se encuentren y que ha servido de influencia para ponerle sabor al evento deportivo más preciado de los Estados Unidos. En el último Super Bowl, millones de hogares en la Unión Americana disfrutaron de la historia de amor de Taylor Swift, aderezada con el incomparable sabor a México de unos nachos y un guacamole hecho con aguacates de Jalisco o Michoacán.

Juan Hernández

Facebook: @Juan Hernandez

Twitter: @JuanHernandezS

Instagram: dr.juanhernandez