Los asesinatos en serie y el gore llegan a Cannes

Interesante reaparición del ganador del Oscar iraní Asghar Farhadi 

Alexis Grivas | El Sol de México

  · miércoles 14 de julio de 2021

Asesinatos en serie y el género gore en Cannes /  Cortesía | Cannes

CANNES. No podría ser diferente, cierto? Martes y 13, lo que no augura algo bueno…Empezando por Titanio la producción francesa en competición dirigida por Julia Ducournau, la nueva darling de los críticos franceses desde 2017 y su aparición en las secciones paralelas de este certamen con Crudo (Raw), su debut que impresionó dotado de un fuerte lenguaje visual con el que narraba el itinerario de una joven estudiante hacia su emancipación, un buen ejemplar del llamado género gore: sangre, muertes salvajes y otras agradables cosas por el estilo...

Obviamente se le esperaba para ver si esta vez en competición cumpliría con las promesas de su debut. Bien pues, para los aficionados del género, Ducournau no solamente cumple… se pasa a la velocidad superior combinando la explotación sexual -Verhoeven y sus monjas lesbianas en Benedetta estrenada y reseñada aquí hace un par de días se queda bien rezagado al respecto- con asesinatos en serie a manos de una joven quien desde su infancia tiene titanio incrustado en su cabeza a raíz de una operación por un accidente de tráfico.

Vaya usted a saber qué hace el titanio en todo esto y cómo afecta la psique y los instintos asesinos de la joven. Se supone, según la información proporcionada a la prensa, que después de los asesinatos viene la catarsis y el papá de la chica-quien manejaba el coche cuando el accidente-se reconcilia con él-.

La sangre corre a chorros, nada menos que tres asesinatos precedidos de sexo en los primeros 45 minutos de las dos horas de duración de la película… habrán ya entendido que no aguanté más, había cosas más intreresante que ver.

Y aquí llegamos al segundo filme en competición del día de hoy, Un héroe con el que el multipremiado realizador Asghar Farhadi regresa a su Irán natal narrando el caso de un hombre que encarcelado por deudas busca una solución que no tendrá un desenlace positivo.

El tratamiento y la historia misma no tienen quizás un alcance tan significativo como sus muy apreciadas películas anteriores (La separación, Oso de Berlin en 2011, o el oscareado El vendedor en 2017) pero ofrecen la ocasión para una mirada crítica sobre varios aspectos de la sociedad iraní, desde la posición de la mujer, la imponente y inequívoca presencia y dominación de las instituciones sobre la gente hasta la corrupción.

Posible que la mirada de Farhadi es menos incisiva que las de Jafar Panahi y de Mohamad Rasulof prohibidos de salir del país y en principio no autorizados de ejercer como realizadores, pero a pesar de esto el hecho que Farhadi regresa a temáticas de su país natal es más que bienvenido, dejando atrás una cierta internacionalización que no le ha dado resultados satisfactorios (El pasado, rodado en Francia en 2013 y Todo el mundo lo sabe, rodado en España con Javier Bardem y Penélope Cruz en 2018).

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El estreno en la 15 edición de Realizadores de Jadde Khaki ( Agarrar el camino) de Panah Pnahi, hijo justamente de Jafar, completó la buena impresión que deja el cine iraní.

Completamente diferente al cine de su padre y también a la película de Farhadi el debut del joven Panahi es un road movie, que presenta el desplazamiento por coche de una peculiar familia de clase media a lo largo de una especie de excursión. Refrescante y con bastante sentido de humor.