/ viernes 11 de septiembre de 2020

Hojas de papel volando | Pepe Carvalho en busca de Vázquez Montalbán

Vázquez Montalbán es uno de los más grandes escritores de novela negra en español

Había quedado de estar en Barcelona el 19 de octubre de 2003. Se sabe que fue a Australia para dictar conferencias sobre literatura y periodismo; que regresaría a Madrid, vía Bangkok, Tailandia, desde donde saldría a Cataluña, para estar cerca de su querido Raval; para volver a su casa y hogar, a su biblioteca y refugio, para terminar de corregir Milenio –cuyo original llevaba consigo- y para sentarse a disfrutar la fideua que tanto le gustaba... No llegó.

Pepe Carvalho tiene una tarea más: indagar y encontrar las razones de su desaparición en un aeropuerto lejano, a deshoras; casi perdido uno de los más grandes escritores de novela negra en español, Manuel Vázquez Montalbán.

Creador de uno de los detectives privados más emblemáticos del género y de personajes insospechados para resolver casos por la razón, la lógica y el riguroso conocimiento del ámbito social y político español y mundial.

Encuentra que también era un poeta que desahogó sus propias intensidades y su compromiso social y político por la vía del verso y la rima. El poeta que gritó a los cuatro vientos: “Escribo por refugio, por amargura, por fuga”.

También periodista de toda la vida, y en cuyos textos está su vocación para investigar y para escribir de forma magistral la crónica España en el día a día, y de Cataluña, su obsesión. Eso era, antes que todo: Un cronista de historias, de vida, de situaciones y de injusticias.

Ahora Carvalho, en solitario, tiene la encomienda de indagar en los orígenes, destino y obra de su creador, para descifrar la razón por la que no se encuentra a ‘Manolo’ Vázquez Montalbán, el hijo de un gallego exiliado republicano, Evaristo Vázquez, militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña y de una modista, Rosa Montalbán.

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Carvalho documenta: “Manolo” nació el 14 de junio de 1939, al término de la Guerra Civil; que creció y jugo en su infancia en la Plaza del Pedró, en el Raval. Que conoció a su padre hasta que tuvo cinco años, cuando éste salió de la cárcel por sus ideas políticas y que la vida no era fácil en un barrio de exiliados, de gente pobre pero también muy solidaria y de trabajo fuerte.

Que a pesar de las condiciones precarias, sus padres lo apoyaron para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, en donde conoció a quien sería su esposa toda la vida, Anna Silles: madre de su hijo, Daniel Vázquez Silles. Ella por entonces estudiante de historia.

Que luego estudió en la Escuela de Periodismo de Barcelona. Que en diciembre de 1961 se casaron, pero en 1962 un Consejo de Guerra condenó a “Manolo” a tres años de prisión y a su esposa a seis meses, junto a dos estudiantes más, por participar en una huelga en apoyo de los mineros de Asturias.

Que estuvo en la cárcel de Lérida, donde escribió su ensayo “Informe sobre la información” y dos libros de poesía. Que sólo cumplió dieciocho meses de encierro, pues salió en octubre de 1963 gracias a un indulto por la muerte del papa Juan XXIII.

Que al salir sobrevivió con trabajos precarios, redactando artículos para las editoriales Laroussey Espasa, hasta que en 1965 se incorpora a. semanario antifranquista ‘Siglo XX’, que apenas dura ocho meses cuando surge la Ley de prensa de 1966 del ministro Manuel Fraga Iribarne.

Que en adelante escribió para revistas de modas, del hogar, de consejos para damas y señoritas como ‘Hogares Modernos’ hasta 1969, cuando comenzó su verdadera carrera periodística en la revista ‘Triunfo’ bajo el seudónimo de "Sixto Cámara" (nombre de un periodista socialista del siglo XIX español). Escribe entonces una exitosa serie de artículos "Crónica sentimental de España".

Y que siguió su vocación por la poesía y que obtuvo reconocimientos como poeta. Su obra es al mismo tiempo intimista, irónica y lúdica, como también impregnada de sus preocupaciones sociales. Esta vena poética enriqueció su obra en prosa, como novelista, como cronista, como ensayista. La poesía ronda en cada una de sus páginas, como musa de planta de sus angustias nacionales y políticas.

Carvalho encuentra que en 1967 su creador publicó su primer poemario: “Una educación sentimental”, luego “Movimientos sin éxito”. Y que por entonces aparece su novela “Recordando a Dardé” y una serie de relatos. Se abría paso en la narrativa.

Que en 1972 publicó la primera novela cuyo protagonista es el detective privado Pepe Carvalho. Se llama “Yo maté a Kennedy”. Y de ahí en adelante el éxito. Crea al mismo tiempo un estilo, en tipo crónica periodística, bañado con el conocimiento riguroso de la lengua española y las imágenes poéticas que siempre lo perseguirían.

Que a pesar de sus decepciones, en su obra están sus ideas de izquierda, de ese socialismo nunca traicionado por quien miraba al mundo desde la perspectiva de la lucha de clases, de la lucha por la justicia y la igualdad y porque entendió que el mundo se mueve por intereses, algunos buenos, pero otros enemigos del hombre mismo y, por tanto, habría de desenmascarar a estos y someterlos a leyes justas, aunque no siempre lo consigue.

Que Pepe Carvalho es un detective privado muy peculiar: gastrónomo, desencantado de toda ideología y quemador de libros. Es un investigador sagaz pero también con sus propios conflictos personales; un hombre que parece caer en el anarquismo pero que no deja de mirar al su alrededor para describir el entorno político y sus contradicciones en democracia.

Y encuentra Carvalho su propia descripción: ‘En los contenedores de la ciudad, moviéndose como se mueve por entre las cloacas, posiblemente sólo podía encontrar desperdicios. Pero con tanta fortuna que encontró desperdicios humanos: Charo (una prostituta, su amiga íntima y fiel); Biscuter (un ex presidiario) y Bromuro (un limpiabotas que todo lo escucha y todo lo sabe), tres personajes para beneficio de un "autor" —Carvalho, no Vázquez Montalbán—, porque existen y son reales en función del y para el detective...’ (Quim Aranda, 1997).

Pero la saga de Pepe Carvalho se inserta en la mejor literatura negra –o de detectives- en lengua española, y por lo mismo sus 18 libros y 30 relatos fueron traducidos a múltiples idiomas, con fanáticos en todo el mundo y expectantes de una y otra y más aventuras del investigador que sabe cómo introducirse en lo más recóndito del pensamiento humano, de su maldad y de su búsqueda para ‘estar bien’, sin mayores complicaciones.

Ahí están:“Yo maté a Kennedy” 1972; “Tatuaje” 1986; “La soledad del manager” 1977; “Los mares del sur” 1979; “Asesinato en el comité central” 1981; “El Pianista” 1985; “Asesinato en Prado del Rey” 1987; “Historia de política ficción” 1987; “El Balneario” 1986; “Galindez” 1990; “Autobiografía del general Franco” 1992; “El hombre de mi vida” 2000,... “Milenio”... Tantas más.

Que también fue ensayista con temas sobre periodismo, por supuesto de política, sociología, deporte, historia, cocina biografías, literatura o música. Su ensayo, “Informe sobre la Información” (1963) es un estudio aún vigente sobre el periodismo español. “El libro gris de Televisión Española” 1973, “Diccionario del Franquismo” 1977; “Los demonios familiares de Franco” 1978; “Historia y comunicación social” 1980; “Y Dios entró en La Habana” 1998; “Marcos: el señor de los espejos” 1999, sobre el Subcomandante Marcos y el levantamiento de Chiapas...

Que por su obra, Manuel Vázquez Montalbán recibió un nutrido número de premios en su país y fuera. Que el escritor italiano de novela negra, Andrea Camilleri bautizó a su investigador como “Comisario Montalbano” en honor a “Manolo”.

Luego de meses, días, horas de trabajo, Carvalho descubre lo que pasó:

Que el 18 de octubre de 2003, Manuel Vázquez Montalbán (64 años) descendió del avión que lo traía de Sydney, para hacer cambio en Bangkok hacia Madrid. Que al descender comenzó a sentirse mal. Que le atendieron en los servicios médicos del aeropuerto pero que dijeron que podía seguir.

Que de prisa quiso alcanzar el avión que lo llevaría con su familia, a su país, a su Raval, a su Cataluña... Pero que en esa carrera el corazón, su enorme corazón, decidió detenerse y así dejar solos a Charo, a Biscuter y Bromuro, pero sobre todo a Pepe Carvalho a quien, desde entonces, se le ve vagaren las noches solitarias y húmedas por las calles de Barcelona en busca de su autor, de su mejor amigo, de su cómplice... de su confidente.

joelhsantiago@gmail.com

Había quedado de estar en Barcelona el 19 de octubre de 2003. Se sabe que fue a Australia para dictar conferencias sobre literatura y periodismo; que regresaría a Madrid, vía Bangkok, Tailandia, desde donde saldría a Cataluña, para estar cerca de su querido Raval; para volver a su casa y hogar, a su biblioteca y refugio, para terminar de corregir Milenio –cuyo original llevaba consigo- y para sentarse a disfrutar la fideua que tanto le gustaba... No llegó.

Pepe Carvalho tiene una tarea más: indagar y encontrar las razones de su desaparición en un aeropuerto lejano, a deshoras; casi perdido uno de los más grandes escritores de novela negra en español, Manuel Vázquez Montalbán.

Creador de uno de los detectives privados más emblemáticos del género y de personajes insospechados para resolver casos por la razón, la lógica y el riguroso conocimiento del ámbito social y político español y mundial.

Encuentra que también era un poeta que desahogó sus propias intensidades y su compromiso social y político por la vía del verso y la rima. El poeta que gritó a los cuatro vientos: “Escribo por refugio, por amargura, por fuga”.

También periodista de toda la vida, y en cuyos textos está su vocación para investigar y para escribir de forma magistral la crónica España en el día a día, y de Cataluña, su obsesión. Eso era, antes que todo: Un cronista de historias, de vida, de situaciones y de injusticias.

Ahora Carvalho, en solitario, tiene la encomienda de indagar en los orígenes, destino y obra de su creador, para descifrar la razón por la que no se encuentra a ‘Manolo’ Vázquez Montalbán, el hijo de un gallego exiliado republicano, Evaristo Vázquez, militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña y de una modista, Rosa Montalbán.

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Carvalho documenta: “Manolo” nació el 14 de junio de 1939, al término de la Guerra Civil; que creció y jugo en su infancia en la Plaza del Pedró, en el Raval. Que conoció a su padre hasta que tuvo cinco años, cuando éste salió de la cárcel por sus ideas políticas y que la vida no era fácil en un barrio de exiliados, de gente pobre pero también muy solidaria y de trabajo fuerte.

Que a pesar de las condiciones precarias, sus padres lo apoyaron para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, en donde conoció a quien sería su esposa toda la vida, Anna Silles: madre de su hijo, Daniel Vázquez Silles. Ella por entonces estudiante de historia.

Que luego estudió en la Escuela de Periodismo de Barcelona. Que en diciembre de 1961 se casaron, pero en 1962 un Consejo de Guerra condenó a “Manolo” a tres años de prisión y a su esposa a seis meses, junto a dos estudiantes más, por participar en una huelga en apoyo de los mineros de Asturias.

Que estuvo en la cárcel de Lérida, donde escribió su ensayo “Informe sobre la información” y dos libros de poesía. Que sólo cumplió dieciocho meses de encierro, pues salió en octubre de 1963 gracias a un indulto por la muerte del papa Juan XXIII.

Que al salir sobrevivió con trabajos precarios, redactando artículos para las editoriales Laroussey Espasa, hasta que en 1965 se incorpora a. semanario antifranquista ‘Siglo XX’, que apenas dura ocho meses cuando surge la Ley de prensa de 1966 del ministro Manuel Fraga Iribarne.

Que en adelante escribió para revistas de modas, del hogar, de consejos para damas y señoritas como ‘Hogares Modernos’ hasta 1969, cuando comenzó su verdadera carrera periodística en la revista ‘Triunfo’ bajo el seudónimo de "Sixto Cámara" (nombre de un periodista socialista del siglo XIX español). Escribe entonces una exitosa serie de artículos "Crónica sentimental de España".

Y que siguió su vocación por la poesía y que obtuvo reconocimientos como poeta. Su obra es al mismo tiempo intimista, irónica y lúdica, como también impregnada de sus preocupaciones sociales. Esta vena poética enriqueció su obra en prosa, como novelista, como cronista, como ensayista. La poesía ronda en cada una de sus páginas, como musa de planta de sus angustias nacionales y políticas.

Carvalho encuentra que en 1967 su creador publicó su primer poemario: “Una educación sentimental”, luego “Movimientos sin éxito”. Y que por entonces aparece su novela “Recordando a Dardé” y una serie de relatos. Se abría paso en la narrativa.

Que en 1972 publicó la primera novela cuyo protagonista es el detective privado Pepe Carvalho. Se llama “Yo maté a Kennedy”. Y de ahí en adelante el éxito. Crea al mismo tiempo un estilo, en tipo crónica periodística, bañado con el conocimiento riguroso de la lengua española y las imágenes poéticas que siempre lo perseguirían.

Que a pesar de sus decepciones, en su obra están sus ideas de izquierda, de ese socialismo nunca traicionado por quien miraba al mundo desde la perspectiva de la lucha de clases, de la lucha por la justicia y la igualdad y porque entendió que el mundo se mueve por intereses, algunos buenos, pero otros enemigos del hombre mismo y, por tanto, habría de desenmascarar a estos y someterlos a leyes justas, aunque no siempre lo consigue.

Que Pepe Carvalho es un detective privado muy peculiar: gastrónomo, desencantado de toda ideología y quemador de libros. Es un investigador sagaz pero también con sus propios conflictos personales; un hombre que parece caer en el anarquismo pero que no deja de mirar al su alrededor para describir el entorno político y sus contradicciones en democracia.

Y encuentra Carvalho su propia descripción: ‘En los contenedores de la ciudad, moviéndose como se mueve por entre las cloacas, posiblemente sólo podía encontrar desperdicios. Pero con tanta fortuna que encontró desperdicios humanos: Charo (una prostituta, su amiga íntima y fiel); Biscuter (un ex presidiario) y Bromuro (un limpiabotas que todo lo escucha y todo lo sabe), tres personajes para beneficio de un "autor" —Carvalho, no Vázquez Montalbán—, porque existen y son reales en función del y para el detective...’ (Quim Aranda, 1997).

Pero la saga de Pepe Carvalho se inserta en la mejor literatura negra –o de detectives- en lengua española, y por lo mismo sus 18 libros y 30 relatos fueron traducidos a múltiples idiomas, con fanáticos en todo el mundo y expectantes de una y otra y más aventuras del investigador que sabe cómo introducirse en lo más recóndito del pensamiento humano, de su maldad y de su búsqueda para ‘estar bien’, sin mayores complicaciones.

Ahí están:“Yo maté a Kennedy” 1972; “Tatuaje” 1986; “La soledad del manager” 1977; “Los mares del sur” 1979; “Asesinato en el comité central” 1981; “El Pianista” 1985; “Asesinato en Prado del Rey” 1987; “Historia de política ficción” 1987; “El Balneario” 1986; “Galindez” 1990; “Autobiografía del general Franco” 1992; “El hombre de mi vida” 2000,... “Milenio”... Tantas más.

Que también fue ensayista con temas sobre periodismo, por supuesto de política, sociología, deporte, historia, cocina biografías, literatura o música. Su ensayo, “Informe sobre la Información” (1963) es un estudio aún vigente sobre el periodismo español. “El libro gris de Televisión Española” 1973, “Diccionario del Franquismo” 1977; “Los demonios familiares de Franco” 1978; “Historia y comunicación social” 1980; “Y Dios entró en La Habana” 1998; “Marcos: el señor de los espejos” 1999, sobre el Subcomandante Marcos y el levantamiento de Chiapas...

Que por su obra, Manuel Vázquez Montalbán recibió un nutrido número de premios en su país y fuera. Que el escritor italiano de novela negra, Andrea Camilleri bautizó a su investigador como “Comisario Montalbano” en honor a “Manolo”.

Luego de meses, días, horas de trabajo, Carvalho descubre lo que pasó:

Que el 18 de octubre de 2003, Manuel Vázquez Montalbán (64 años) descendió del avión que lo traía de Sydney, para hacer cambio en Bangkok hacia Madrid. Que al descender comenzó a sentirse mal. Que le atendieron en los servicios médicos del aeropuerto pero que dijeron que podía seguir.

Que de prisa quiso alcanzar el avión que lo llevaría con su familia, a su país, a su Raval, a su Cataluña... Pero que en esa carrera el corazón, su enorme corazón, decidió detenerse y así dejar solos a Charo, a Biscuter y Bromuro, pero sobre todo a Pepe Carvalho a quien, desde entonces, se le ve vagaren las noches solitarias y húmedas por las calles de Barcelona en busca de su autor, de su mejor amigo, de su cómplice... de su confidente.

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