/ martes 15 de agosto de 2023

¿Te has puesto en los zapatos (y el traje) de los mayores?

Un chaleco con lastre, unos guantes que imitan los efectos del párkinson y unos lentes que simulan las enfermedades de la vista son algunos de los elementos que componen el llamado “traje de la empatía”

Dicha indumentaria se enmarca bajo el proyecto “Vivir en casa”, que fue desarrollado por la Universidad de Málaga, en España, y financiado con fondos europeos para buscar la autonomía de las personas en situación de dependencia en el hogar a través de las nuevas tecnologías, además de generar conciencia y empatía hacia ellas.

A este traje se suma un espacio demostrador, conocido como el “Social Living Lab”, destinado a probar en un entorno real algunos aparatos que buscan mejorar la vida de los dependientes porque “en el papel todo aguanta, pero hay que probarlo”, dice en una entrevista con EFE la delegada territorial de Innovación Social de la Junta en Málaga, Ruth Sarabia.

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Ponerse el traje de la empatía

El envejecimiento no sólo acentúa la gravedad de ciertas enfermedades sino que hay patologías que se observan de forma casi exclusiva en personas mayores.

Este “traje de la empatía” consigue imitar la sensación de estas enfermedades en el cuerpo a través del uso de unas gafas que simulan algunos problemas en la vista, unas coderas que limitan la movilidad de estas articulaciones o pequeñas pesas en las muñecas que dificultan el movimiento en las extremidades, entre otros aparatos.

Con este traje cualquier persona puede experimentar en su propia piel las condiciones que se dan en la vejez o con alguna enfermedad crónica, percatándose de que “las limitaciones de la edad son reales” y que las personas que las padecen “no están sobreactuando”.

Con este traje cualquier persona puede experimentar en su propia piel las condiciones que se dan en la vejez | EFE


Un entorno “adaptado”

Estos aparatos también serán llevados a 15 domicilios del distrito de Teatinos, en la capital malagueña, para comprobar su eficacia en el entorno doméstico y con familias reales.

El objetivo de este proyecto, según dice Sarabia, es que vivir en una residencia no sea una etapa casi obligada para las personas mayores sino que puedan tener en su hogar distintos aparatos que les permitan vivir de forma autónoma y que el asilo sea solo una opción más.

Sarabia ha señalado que la empatía es una virtud que se cultiva y que su aplicación es “fundamental” a la hora de tratar con personas dependientes.

“De lo que se trata es que seamos capaces de ponernos en el lugar de la persona dependiente porque hasta que no nos ponemos en sus zapatos, no podemos comprender sus limitaciones ni podemos entender por qué no reaccionan de una manera y sí de otra”, ha añadido la delegada.

Escucha para no limitar la autonomía

La empatía impide esa “actitud paternalista” que a veces se tiene con los mayores y que limita su autonomía, pues se prefiere hacer uno mismo una acción, por hacerla más rápido, antes de dejarla en manos de la persona dependiente, lo que “les resta capacidad de decisión”.

Por el contrario, dice Sarabia, hay que adoptar una actitud de “escucha activa y dialogante” y “fijarse bien en lo que una persona puede o no puede hacer” porque a veces solo necesita de “algunos apoyos” como un bastón o unas gafas para poder desarrollar cualquier actividad cotidiana.

Desde este proyecto también se impartirán talleres de empatía a los estudiantes de Psicología y Trabajo Social de la universidad, disciplinas para los que esta virtud se vuelve imprescindible, para que puedan ponerse en el lugar de estas personas y sepan hasta dónde pueden ayudarles.

Es muy importante mantener la dignidad de la persona, tenga la edad que tenga o con la problemática que tenga hasta el final de sus días, y para eso es muy importante ponernos en su piel”, comenta Ruth Sarabia.

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El proyecto de la universidad, en el que ha trabajado un equipo multidisciplinario, desde ingenieros hasta trabajadores sociales, se encuentra aún en su primera fase, que tiene un presupuesto de 2.5 millones de euros y que estará completada a finales de 2024.

El resto de fases serán financiadas por la Junta de Andalucía, aunque se solicitarán de nuevo fondos europeos, ha dicho la delegada, para cubrir los cinco millones de euros que costará el proyecto en total.


Dicha indumentaria se enmarca bajo el proyecto “Vivir en casa”, que fue desarrollado por la Universidad de Málaga, en España, y financiado con fondos europeos para buscar la autonomía de las personas en situación de dependencia en el hogar a través de las nuevas tecnologías, además de generar conciencia y empatía hacia ellas.

A este traje se suma un espacio demostrador, conocido como el “Social Living Lab”, destinado a probar en un entorno real algunos aparatos que buscan mejorar la vida de los dependientes porque “en el papel todo aguanta, pero hay que probarlo”, dice en una entrevista con EFE la delegada territorial de Innovación Social de la Junta en Málaga, Ruth Sarabia.

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Ponerse el traje de la empatía

El envejecimiento no sólo acentúa la gravedad de ciertas enfermedades sino que hay patologías que se observan de forma casi exclusiva en personas mayores.

Este “traje de la empatía” consigue imitar la sensación de estas enfermedades en el cuerpo a través del uso de unas gafas que simulan algunos problemas en la vista, unas coderas que limitan la movilidad de estas articulaciones o pequeñas pesas en las muñecas que dificultan el movimiento en las extremidades, entre otros aparatos.

Con este traje cualquier persona puede experimentar en su propia piel las condiciones que se dan en la vejez o con alguna enfermedad crónica, percatándose de que “las limitaciones de la edad son reales” y que las personas que las padecen “no están sobreactuando”.

Con este traje cualquier persona puede experimentar en su propia piel las condiciones que se dan en la vejez | EFE


Un entorno “adaptado”

Estos aparatos también serán llevados a 15 domicilios del distrito de Teatinos, en la capital malagueña, para comprobar su eficacia en el entorno doméstico y con familias reales.

El objetivo de este proyecto, según dice Sarabia, es que vivir en una residencia no sea una etapa casi obligada para las personas mayores sino que puedan tener en su hogar distintos aparatos que les permitan vivir de forma autónoma y que el asilo sea solo una opción más.

Sarabia ha señalado que la empatía es una virtud que se cultiva y que su aplicación es “fundamental” a la hora de tratar con personas dependientes.

“De lo que se trata es que seamos capaces de ponernos en el lugar de la persona dependiente porque hasta que no nos ponemos en sus zapatos, no podemos comprender sus limitaciones ni podemos entender por qué no reaccionan de una manera y sí de otra”, ha añadido la delegada.

Escucha para no limitar la autonomía

La empatía impide esa “actitud paternalista” que a veces se tiene con los mayores y que limita su autonomía, pues se prefiere hacer uno mismo una acción, por hacerla más rápido, antes de dejarla en manos de la persona dependiente, lo que “les resta capacidad de decisión”.

Por el contrario, dice Sarabia, hay que adoptar una actitud de “escucha activa y dialogante” y “fijarse bien en lo que una persona puede o no puede hacer” porque a veces solo necesita de “algunos apoyos” como un bastón o unas gafas para poder desarrollar cualquier actividad cotidiana.

Desde este proyecto también se impartirán talleres de empatía a los estudiantes de Psicología y Trabajo Social de la universidad, disciplinas para los que esta virtud se vuelve imprescindible, para que puedan ponerse en el lugar de estas personas y sepan hasta dónde pueden ayudarles.

Es muy importante mantener la dignidad de la persona, tenga la edad que tenga o con la problemática que tenga hasta el final de sus días, y para eso es muy importante ponernos en su piel”, comenta Ruth Sarabia.

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El proyecto de la universidad, en el que ha trabajado un equipo multidisciplinario, desde ingenieros hasta trabajadores sociales, se encuentra aún en su primera fase, que tiene un presupuesto de 2.5 millones de euros y que estará completada a finales de 2024.

El resto de fases serán financiadas por la Junta de Andalucía, aunque se solicitarán de nuevo fondos europeos, ha dicho la delegada, para cubrir los cinco millones de euros que costará el proyecto en total.


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