/ viernes 12 de noviembre de 2021

Matthew E White: Entre la música clásica y el pop

El artista norteamericano habla sobre su nuevo disco y sobre la música que influye en su obra, desde Miles Davis hasta György Ligeti y Edgar Varèse

Es miembro de una nueva generación de músicos que parecen desparpajados, pero que sorpresivamente tienen fuertes conexiones, gustos y similitudes con varios héroes musicales del pasado.

Fundador de Spacebomb, disquera independiente con más de 50 lanzamientos acaparando un mercado cada vez más ecléctico, el músico nos contestó vía remota desde su casa para platicar sobre su más reciente disco, titulado K Bay.

Matthew, en el primer track de este disco me pareció encontrar a Edgar Varèse, además de una extraña combinación de John Cale y Lou Reed, como escucharlos en la misma persona.

Oh, gracias. ¡Me halaga pensar en esa conjunción! Nunca lo había pensado, pero definitivamente como productor, arreglista, cantautor y administrador me gusta organizar todo en las sesiones, y lo disfruto. Me encanta pensar que aunque musicalmente no soy capaz de todo, en el camino me encuentro con algo que vale la pena y gracias a Dios me doy cuenta. Así que trabajo alrededor de eso estructurandolo profesionalmente. Todo se trata de trabajar con los medios que cuentas y uno de los más poderosos son las palabras, esas palabras que cantas después de armar el ambiente con los instrumentos en la producción… Este disco fue muy complicado y denso al sumergirse en las sesiones, al tratar de encontrar las mejores ideas. Creo que tengo mucho que dar profesionalmente y creo que lo he logrado con este disco.

Etiquetado por The Guardian como “un rebelde en el sonido” y por la revista Uncut como “autor de uno de los grandes discos de la América moderna”, White ha producido tres discos como solista: Big Inner (2012), Flesh Blood (2015) y ahora K Bay.

¿Cuál es la principal diferencia entre este disco y el anterior, Flesh Blood?

En Flesh Blood, compartí créditos como productor y escritor, así que tuve una fuerte influencia creativa y eso cambia la óptica de lo que haces. Por otro lado, este es más propio, como un viaje más hacia el interior de lo que soy y siento. Y la historia fue muy sencilla: hice un disco y me fue bien, así que lo más fácil era continuar de la misma forma pero no me sentí honesto conmigo mismo y creí que podía dar mucho más, aunque fuera complicado y aunque no supiera si lo lograría.

Foto: Cortesía

¿Y cómo es ese proceso?

Muchas veces eliminas el peor escenario: no quieres hacer un disco que sea malo y no sirva para nada, entonces decides trabajar con la gente que ya probaste. Pero si mejor no lo piensas de esa forma elevas el nivel de tu propio trabajo, arriesgándote a lo que sea. Tomo mis propias decisiones en todo lo que hago y me involucro en todo el proceso, aunque como soy flojo, me toma mucho tiempo. Me encanta trabajar con personas y cuando tengo a alguien presente me pongo muy feliz, como si comenzara un juego. Cuando escribo con alguien y tenemos algún problema, entonces me hago a un lado y casi siempre tomo en cuenta lo que alguien más piensa… K Bay resulta entonces un cúmulo de diferencias creativas que resolví hacia mi lado, que no compartí porque me parecía que no resultaba el producto final como lo pensaba y porque todo el sistema estaba estructurado para poder hacerlo de esa forma. Aunque soy alguien que tiende a aceptar las ideas de otros, en esta ocasión quise tomar mi camino y mi forma de hacerlo, con el riesgo de equivocarme debido a las excentricidades que me forman como músico y como persona.

¿Cuál es el sentido del título, que significa K Bay?

Es el nombre de mi estudio, al principio era un espacio más personal pero tuvo que crecer, así que tuve que poner los límites de mi propio espacio. Cuando eres artista, nadie te otorga tiempo, todos te lo demandan, especialmente cuando, como yo, además de ser solista tienes un sello y más responsabilidades. Así que el título no sólo significa el lugar donde lo grabé, sino también una metáfora, emocional y espiritualmente, de mi compañía separada de mí... Significa la oportunidad de crear ese límite para ser yo mismo sin nadie más, pero con ventanas a todos lados.

Tu sonido es muy fresco y llama la atención cómo se escucha la distribución sónica. Encontré en tu sitio web una referencia muy clara a la música clásica en todas sus variantes, además de al disco Sketches of Spain, de Miles Davis.

Bueno, si hablamos de Sketches of Spain, de ese disco en particular, pues es referirnos a Gil Evans, cuyos arreglos son tan líricos y al mismo tiempo densos, casi en el borde de la tonalidad. Tener a Gil Evans como arreglista era un lujo ya que era como componer para una orquesta, más que para una banda de jazz. Es una influencia muy grande para mí, desde el punto de vista de cómo debe sonar algo. Gil Evans y Miles Davis eran vanguardistas, pero sonaban al mismo tiempo hasta dulces en sus melodías cargadas de un gran contenido emocional.

Foto: Cortesía

¿Qué fue lo que más te influyó de ese disco?

Especialmente me influenciaron la armonía y la tonalidad, me encanta ese disco por lo vanguardista que es y después la etapa eléctrica de Miles, con ese poder y ritmo, pero también conceptualmente es una revelación por cómo forjan la estructura gracias a las improvisaciones extendidas y a la técnica de editar las tomas en vivo para lograr cohesión y sentido armónico.

Háblanos más de tu amor por Miles Davis.

La improvisación y la tecnología, unidas en una forma de experimentación única, eso es Miles Davis. Y sin hablar de cómo era un maestro consumado de la trompeta, sino como productor y como creador de una música muy personal, desde The Birth of The Cool y todos sus demás discos hasta el hecho fortuito de encontrarse a Teo Macero en una colaboración que debería escuchar más el público por sus ideas, ya que sería fácil tratarlo de copiar como trompetista, pero casi imposible pensar y generar ideas del mismo nivel.

Después de 6 años en el proceso de crear su sello discográfico, Matthew E White ha pasado de ser mecenas de un grupo influyente de creativos a también un ejecutor de sus propias composiciones, a través de la producción esmerada en estos once nuevos temas.

¿Cómo construyes una canción? Me encanta “Electric” por su espíritu y me pregunto qué te llega primero, la letra, la tonada, el ambiente?

En ese caso específico, encontré primero un ritmo y decidí trabajar alrededor de él… Y luego llegó la letra, y con la letra encontré el ambiente y el espíritu, pero todo fue muy rápido. Comencé cantando el primer verso y ya tenía la base de la canción, pero me tomó mucho tiempo para terminarla, porque aunque tenía ya el 90 por ciento no la podía cerrar creativamente. Hay un sentido rítmico que quería experimentar y aunque algunas veces invierto todo el día en una canción y al final me resulta una porquería, en esa ocasión sabía que tenía algo, pero no podía completarla porque a veces tienes que luchar contra las ideas originales, ya sea en la melodía o en las letras... Y algunas veces solamente te vas con el flujo natural. “Electric” fue una idea muy fácil al principio.

Foto: Cortesía

Eres un hombre muy alto, me imagino que algunas veces eso afecta en la forma como cantas.

Wow, nunca me habían hecho esa pregunta. ¡Felicidades por hacerme preguntas que nadie me había hecho! Básicamente, siempre tiene algo que ver, pero nunca canto tan fuerte como lo alto que soy… Creo que hay cualidades físicas que afectan, pero nunca lo había pensado. A veces canto muy bajito y pongo el micro muy cerca de mi boca logrando un aspecto visceral. Pero también hay que ver que mi voz no es muy bonita que digamos, no como la de Lou Reed… Siento que es más física y que la tengo que forzar para que salga. Pero todo tiene relación con lo físico, ¡así que esa es una muy buena pregunta!

Te gusta la música clásica, ¿qué piensas sobre su promoción hacia el público?

Me encanta, porque en alguna parte de mi vida era muy fanático y la escuchaba diariamente. Me interesa también por las técnicas de composición de artistas como Edgar Varese o György Ligeti… Lo que me parece fascinante es el nivel de creatividad que tiene la música clásica y eso es algo que no existe en la música popular… Nadie trabaja tanto en el pop, y basándose en esa verdad y en su pobre reconocimiento masivo es muy admirable y lo hace importante que así sea de complicado. La música es un reto creativo, y algunos lo notan, pero el gran público no quiere hacer el esfuerzo.

Matthew menciona que en ese sentido, K Bay es difícil relativamente en algunos puntos y quizá sea un reto para su público, pero que es algo que hizo a propósito:

“Es como pedirle al público que ponga atención, que escuché activamente y que tome la música no como una moda… Nada tiene que ver en el negocio de vender música con la complejidad o el esfuerzo que lleva hacerla. Para mí, K Bay es realmente sobre colocar al público en una oportunidad de experimentar lo complejo pero también la dinámica de hacerlo posible, y todo tiene que ver con cómo escucho yo la música y la proceso.

Encontrar responsables de la industria musical con tantos enlaces mentales es un gusto que me permití expresarle a Matthew E White, quien se despidió no sin antes desear que todo el mundo encuentre siempre un espacio donde convivir con los otros y consigo mismo… Siempre con música.



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Es miembro de una nueva generación de músicos que parecen desparpajados, pero que sorpresivamente tienen fuertes conexiones, gustos y similitudes con varios héroes musicales del pasado.

Fundador de Spacebomb, disquera independiente con más de 50 lanzamientos acaparando un mercado cada vez más ecléctico, el músico nos contestó vía remota desde su casa para platicar sobre su más reciente disco, titulado K Bay.

Matthew, en el primer track de este disco me pareció encontrar a Edgar Varèse, además de una extraña combinación de John Cale y Lou Reed, como escucharlos en la misma persona.

Oh, gracias. ¡Me halaga pensar en esa conjunción! Nunca lo había pensado, pero definitivamente como productor, arreglista, cantautor y administrador me gusta organizar todo en las sesiones, y lo disfruto. Me encanta pensar que aunque musicalmente no soy capaz de todo, en el camino me encuentro con algo que vale la pena y gracias a Dios me doy cuenta. Así que trabajo alrededor de eso estructurandolo profesionalmente. Todo se trata de trabajar con los medios que cuentas y uno de los más poderosos son las palabras, esas palabras que cantas después de armar el ambiente con los instrumentos en la producción… Este disco fue muy complicado y denso al sumergirse en las sesiones, al tratar de encontrar las mejores ideas. Creo que tengo mucho que dar profesionalmente y creo que lo he logrado con este disco.

Etiquetado por The Guardian como “un rebelde en el sonido” y por la revista Uncut como “autor de uno de los grandes discos de la América moderna”, White ha producido tres discos como solista: Big Inner (2012), Flesh Blood (2015) y ahora K Bay.

¿Cuál es la principal diferencia entre este disco y el anterior, Flesh Blood?

En Flesh Blood, compartí créditos como productor y escritor, así que tuve una fuerte influencia creativa y eso cambia la óptica de lo que haces. Por otro lado, este es más propio, como un viaje más hacia el interior de lo que soy y siento. Y la historia fue muy sencilla: hice un disco y me fue bien, así que lo más fácil era continuar de la misma forma pero no me sentí honesto conmigo mismo y creí que podía dar mucho más, aunque fuera complicado y aunque no supiera si lo lograría.

Foto: Cortesía

¿Y cómo es ese proceso?

Muchas veces eliminas el peor escenario: no quieres hacer un disco que sea malo y no sirva para nada, entonces decides trabajar con la gente que ya probaste. Pero si mejor no lo piensas de esa forma elevas el nivel de tu propio trabajo, arriesgándote a lo que sea. Tomo mis propias decisiones en todo lo que hago y me involucro en todo el proceso, aunque como soy flojo, me toma mucho tiempo. Me encanta trabajar con personas y cuando tengo a alguien presente me pongo muy feliz, como si comenzara un juego. Cuando escribo con alguien y tenemos algún problema, entonces me hago a un lado y casi siempre tomo en cuenta lo que alguien más piensa… K Bay resulta entonces un cúmulo de diferencias creativas que resolví hacia mi lado, que no compartí porque me parecía que no resultaba el producto final como lo pensaba y porque todo el sistema estaba estructurado para poder hacerlo de esa forma. Aunque soy alguien que tiende a aceptar las ideas de otros, en esta ocasión quise tomar mi camino y mi forma de hacerlo, con el riesgo de equivocarme debido a las excentricidades que me forman como músico y como persona.

¿Cuál es el sentido del título, que significa K Bay?

Es el nombre de mi estudio, al principio era un espacio más personal pero tuvo que crecer, así que tuve que poner los límites de mi propio espacio. Cuando eres artista, nadie te otorga tiempo, todos te lo demandan, especialmente cuando, como yo, además de ser solista tienes un sello y más responsabilidades. Así que el título no sólo significa el lugar donde lo grabé, sino también una metáfora, emocional y espiritualmente, de mi compañía separada de mí... Significa la oportunidad de crear ese límite para ser yo mismo sin nadie más, pero con ventanas a todos lados.

Tu sonido es muy fresco y llama la atención cómo se escucha la distribución sónica. Encontré en tu sitio web una referencia muy clara a la música clásica en todas sus variantes, además de al disco Sketches of Spain, de Miles Davis.

Bueno, si hablamos de Sketches of Spain, de ese disco en particular, pues es referirnos a Gil Evans, cuyos arreglos son tan líricos y al mismo tiempo densos, casi en el borde de la tonalidad. Tener a Gil Evans como arreglista era un lujo ya que era como componer para una orquesta, más que para una banda de jazz. Es una influencia muy grande para mí, desde el punto de vista de cómo debe sonar algo. Gil Evans y Miles Davis eran vanguardistas, pero sonaban al mismo tiempo hasta dulces en sus melodías cargadas de un gran contenido emocional.

Foto: Cortesía

¿Qué fue lo que más te influyó de ese disco?

Especialmente me influenciaron la armonía y la tonalidad, me encanta ese disco por lo vanguardista que es y después la etapa eléctrica de Miles, con ese poder y ritmo, pero también conceptualmente es una revelación por cómo forjan la estructura gracias a las improvisaciones extendidas y a la técnica de editar las tomas en vivo para lograr cohesión y sentido armónico.

Háblanos más de tu amor por Miles Davis.

La improvisación y la tecnología, unidas en una forma de experimentación única, eso es Miles Davis. Y sin hablar de cómo era un maestro consumado de la trompeta, sino como productor y como creador de una música muy personal, desde The Birth of The Cool y todos sus demás discos hasta el hecho fortuito de encontrarse a Teo Macero en una colaboración que debería escuchar más el público por sus ideas, ya que sería fácil tratarlo de copiar como trompetista, pero casi imposible pensar y generar ideas del mismo nivel.

Después de 6 años en el proceso de crear su sello discográfico, Matthew E White ha pasado de ser mecenas de un grupo influyente de creativos a también un ejecutor de sus propias composiciones, a través de la producción esmerada en estos once nuevos temas.

¿Cómo construyes una canción? Me encanta “Electric” por su espíritu y me pregunto qué te llega primero, la letra, la tonada, el ambiente?

En ese caso específico, encontré primero un ritmo y decidí trabajar alrededor de él… Y luego llegó la letra, y con la letra encontré el ambiente y el espíritu, pero todo fue muy rápido. Comencé cantando el primer verso y ya tenía la base de la canción, pero me tomó mucho tiempo para terminarla, porque aunque tenía ya el 90 por ciento no la podía cerrar creativamente. Hay un sentido rítmico que quería experimentar y aunque algunas veces invierto todo el día en una canción y al final me resulta una porquería, en esa ocasión sabía que tenía algo, pero no podía completarla porque a veces tienes que luchar contra las ideas originales, ya sea en la melodía o en las letras... Y algunas veces solamente te vas con el flujo natural. “Electric” fue una idea muy fácil al principio.

Foto: Cortesía

Eres un hombre muy alto, me imagino que algunas veces eso afecta en la forma como cantas.

Wow, nunca me habían hecho esa pregunta. ¡Felicidades por hacerme preguntas que nadie me había hecho! Básicamente, siempre tiene algo que ver, pero nunca canto tan fuerte como lo alto que soy… Creo que hay cualidades físicas que afectan, pero nunca lo había pensado. A veces canto muy bajito y pongo el micro muy cerca de mi boca logrando un aspecto visceral. Pero también hay que ver que mi voz no es muy bonita que digamos, no como la de Lou Reed… Siento que es más física y que la tengo que forzar para que salga. Pero todo tiene relación con lo físico, ¡así que esa es una muy buena pregunta!

Te gusta la música clásica, ¿qué piensas sobre su promoción hacia el público?

Me encanta, porque en alguna parte de mi vida era muy fanático y la escuchaba diariamente. Me interesa también por las técnicas de composición de artistas como Edgar Varese o György Ligeti… Lo que me parece fascinante es el nivel de creatividad que tiene la música clásica y eso es algo que no existe en la música popular… Nadie trabaja tanto en el pop, y basándose en esa verdad y en su pobre reconocimiento masivo es muy admirable y lo hace importante que así sea de complicado. La música es un reto creativo, y algunos lo notan, pero el gran público no quiere hacer el esfuerzo.

Matthew menciona que en ese sentido, K Bay es difícil relativamente en algunos puntos y quizá sea un reto para su público, pero que es algo que hizo a propósito:

“Es como pedirle al público que ponga atención, que escuché activamente y que tome la música no como una moda… Nada tiene que ver en el negocio de vender música con la complejidad o el esfuerzo que lleva hacerla. Para mí, K Bay es realmente sobre colocar al público en una oportunidad de experimentar lo complejo pero también la dinámica de hacerlo posible, y todo tiene que ver con cómo escucho yo la música y la proceso.

Encontrar responsables de la industria musical con tantos enlaces mentales es un gusto que me permití expresarle a Matthew E White, quien se despidió no sin antes desear que todo el mundo encuentre siempre un espacio donde convivir con los otros y consigo mismo… Siempre con música.



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