Un kilo de jitomate la semana pasada costaba entre nueve y 10 pesos, pero hoy en la Central de Abasto el precio más bajo en el que se puede conseguir es 40 pesos. Tras las muertes y contagios de Covid-19 en este importante mercado, el precio de las frutas y verduras comienza a subir.
Sara, dueña de un local de comida corrida para llevar en la colonia Nicolás Bravo, en la alcaldía Venustiano Carranza, avisó ayer a todos sus clientes que el servicio para una persona que incluye sopa, arroz, frijoles y guisado pasó de 50 a 60 pesos. “Es que me subieron mucho el precio del jitomate en la Central”, explicó a los clientes para que prevean este gasto extra en sus pedidos.
Y no solo es el jitomate. José Juan Galicia, quien se encarga del local I-121 detalla sus precios: el chayote pasó de cinco a 16 pesos, la calabaza de seis a 18 pesos y el chile poblano de nueve a 19 pesos. En su comercio ya olvidaron lo que es vender al mayoreo pues cuenta, ahora solo se acercan las amas de casa a comprar por kilos y no por costales ni huacales. “Lo primero es la salud, las ventas van y vienen y me afectan, ¿pero y si no estoy bien de salud, cómo?”, dice mientras despacha pedidos de chile poblano.
El local que le sigue a José está cerrado. Cuenta que el bodeguero se enfermó y dejó a cargo a su esposa, pero al final decidieron cerrar por un tiempo.
Quienes surten en la Central de Abasto sus puestos del mercado también se han visto afectados. “¿En cuánto está hoy la papaya? he visto que subió y pienso si tengo que subirla también”, pregunta un joven de la alcaldía Benito Juárez en un grupo de Facebook donde el tema es este gran mercado. “No se vale, si ya la compraste, ¿por qué quieres sacarle más provecho?”, le reprocha otro aunque el precio de esta fruta es de los pocos que no se ha visto afectado.
Este fenómeno era previsible, según explica José Gasca Zamora, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM. En entrevista con El Sol de México explica que hay una especie de impactos en cascada.
“Algunos son positivos y otros negativos. Ya no es viable para la gente mantener sus bodegas abiertas porque ya no está vendiendo, o lo poquito que vende ya no es redituable. Entonces quien cierra, tiene cierta capacidad de resistencia, tal vez los bodegueros que tienen recursos para resistir”, dice.
Otro producto que encareció y además no se oferta , es el pimiento morrón verde. Por los pasillos se observan locales repletos de pimientos amarillos y naranjas, pero en contados se ofrece el verde. Un vendedor en la bodega P-136 explica que sí hay, pero que ellos no lo compran porque cuesta lo mismo o más que el jitomate. La caja hace unas semanas tenía un precio de 300 pesos, ahora no la consigue por debajo de los 450 pesos.
Zamora considera que tarde o temprano este precio debe regularizarse. “Si suben el precio la gente no lo compra, entonces opta por el pimiento amarillo o el naranja, es un problema, pero al final tiene que ceder porque el mercado tiende a regularizarse y no solamente en este producto, sino en muchos más”.
SIN VIGILANCIA
Aunque el gobierno de la Ciudad de México informó que destinaría carpas para aislar y atender a quienes presenten síntomas, hasta ayer lucieron vacías.
Se colocó una a un costado de la nave de flores y hortalizas, a unos cuantos metros del área que colapsó hace un mes por el fuerte granizo. Una vendedora de flores cuenta que desde el domingo se instaló la carpa, pero no hay nadie en ellas, aunque si vio a una brigada de “chalecos verdes”, es decir el equipo del gobierno capitalino.
Ante el temor de contagio de Covid-19 las cortinas se van bajando poco a poco. Los vecinos que aún quedan dicen que aprovechan menos competidores, pero que la demanda aún así no les favorece.
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