/ miércoles 15 de julio de 2020

La mitad de los garrafones en la CDMX tiene materia fecal

Un estudio reciente del IPN revela que beber agua embotellada no es tan seguro y limpio como creíamos


La mitad de los garrafones de agua que se consumen en la Ciudad de México tiene presencia de bacterias y residuos fecales que pueden provocar enfermedades diarreicas y debilitar el sistema inmunológico.

Homero Martínez Salgado, investigador del Hospital Infantil de México y de Cornell University, aseguró que tan sólo en la capital del país existen dos mil pequeñas industrias de agua o embotelladoras en las que el usuario no tiene certeza de si está comprando o no, un líquido que cumpla realmente con las normas mínimas de calidad e higiene.

“Es un problema grave porque se estima que alrededor de 50 por ciento del agua que se compra de rellenadoras tiene presencia de bacterias coliformes combinadas con materia fecal que, en medio de la epidemia de Covid-19, puede debilitar el sistema inmunológico, provocar diarreas” y poner en riesgo a la población.

En medio de la emergencia sanitaria por el virus, los médicos recomiendan a la población mantenerse hidratada con un consumo promedio de ocho vasos al día o el equivalente a dos litros de agua. Según el más reciente estudio del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en una muestra de 111 envases de 20 litros de agua, procedentes de pequeñas plantas purificadoras de la Ciudad de México, 62 por ciento fueron positivos a bacterias coliformes que son un indicativo de presencia de materia fecal, mientras que 21 por ciento fueron positivos para E. Coli, que es otro de los indicadores de materia fecal.

Además, “se encontró que 30 por ciento fueron positivos a microbacterias no tuberculosas, 41 por ciento excede el máximo de bacterias aeróbicas mesófilas y41.4 por ciento de las purificadoras analizadas no cumplió con los estándares oficiales mexicanos establecidos”.

En México se incrementó el consumo de agua embotellada a partir del terremoto de septiembre de 1985, debido a la poca seguridad y certeza de consumir el líquido desde las tomas públicas.

La epidemia de cólera originada en el año de 1990 provocó el fallecimiento de 45 mil 977 personas hasta el año 2002, fue otro factor que también influyó en el alto consumo de bebidas embotelladas.

Para 2017, la proporción de hogares que incrementaron la compra de agua embotellada llegó a 76.3 por ciento, comparada con el 70.8 por ciento de 2015, indican datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En la capital del país el costo del garrafón en este tipo de empresas se ubica en un promedio de entre 15 y 20 pesos / Foto: Laura Lovera

NO APTA PARA CONSUMO

La presentación de embotellado de 20 litros es la más común en el consumo de los mexicanos, de acuerdo con el estudio Calidad bacteriológica del agua embotellada obtenida de pequeñas plantas de purificación de agua en la Ciudad de México: incidencia e identificación de especies de micobacterias no tuberculosas potencialmente patógenas de la Escuela de Ciencias Biológicas del IPN.

“Es una creencia común entre las personas que el agua embotellada está libre de impurezas como iones inorgánicos, metales pesados, compuestos orgánicos y bacterias, que consideran más seguras que el agua del grifo. Sin embargo, varios estudios han documentado la detección de bacterias mesófilas aeróbicas y coliformes en agua embotellada en recuentos que exceden los límites nacionales e internacionales permitidos para el agua potable de consumo humano”, señala.

En otros estudios que realizó el Politécnico en 2009 y 2016 se encontraron micobacterias no tuberculosas (NTM). “Algunas especies NTM pueden causar enfermedad pulmonar, afectan la piel, los ganglios linfáticos, el tracto gastrointestinal y pueden producir enfermedad diseminada en individuos severamente comprometidos”, añade el estudio.

La otra fuente de agua que llega a los domicilios es la que se tiene del servicio público y tampoco tiene la calidad adecuada debido a que la red de tubería tiene fracturas y los recipientes donde se recolecta (tinacos y piletas) no se limpian y sanitizan, lo que genera espacios que concentran contaminantes, explica el investigador Homero Martínez Salgado.

En el caso de los garrafones, agrega, donde se estima que la población consume tres cuartas partes del líquido, “es usual que no se tenga cuidado de la certificación y calidad” de lo que se compra.

Este tipo de garrafones de relleno, agrega el especialista, es el que tiene mayor riesgo de contaminación debido a que el proceso en su limpieza y desinfección no son debidamente cuidados.

“En el proceso, la gente considera que con sólo lavar el garrafón con agua, un cepillo y jabón quedará listo para el relleno. No es así. Debe pasar además por un proceso desinfectante que no es sólo poner agua y cloro. Implica cuidar el tiempo de sanitización, de 10 a 15 minutos como tiempo mínimo óptimo, y también vigilar el nivel de exposición al cloro, que es otro de los riesgos”, afirma Rubén de la Cruz González, investigador de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN.

El investigador agrega que a eso se debe sumar el manejo de las plantas de relleno una vez que los garrafones han sido sanitizados. Se trata de un proceso en el cual se requiere mayor supervisión en esas pequeñas plantas purificadoras.

SOMOS LO QUE BEBEMOS

Para el especialista químico-bacteriólogo, las personas deben cuidar la calidad de agua que consumen en este periodo de epidemia debido a que “mantenerse sano, con un sistema inmunológico libre de infecciones, es una forma de enfrentar la enfremedad de Covid-19”.

“Somos lo que comemos y lo que bebemos, el cuerpo está integrado en 70 por ciento por agua, de tal manera que mantenerse hidratados es una forma de hacer que la flora normal intestinal funcione en su proceso de transformación de alimentos en vitaminas y que el cuerpo pueda hacer frente a las bacterias dentro de nuestro intestino. Es una forma de mantenernos saludables”, explica Rubén de la Cruz. Martínez Salgado, investigador del Hospital Infantil de México.

Agrega que en la medida en que una persona se mantiene hidratada contribuye a mantener su metabolismo en condiciones óptimas para garantizar la integridad no sólo de la piel, sino también las condiciones de las mucosas.

Sobre las prácticas de consumo de los mexicanos, señala que en el caso de los niños menores de diez años se requieren al menos de 200 mililitros de agua al día.

Mientras que en el caso de los adultos el requisito mínimo es de 1.7 a 2.5 litros de agua, un poco más en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, se estima que más de la mitad de la población consume bebidas azucaradas o refrescos.

El especialista aclara que esa cantidad de agua se puede consumir a partir de los alimentos, tales como sopa, verduras y frutas que también pueden ser una fuente de agua para el organismo.

Además, advierte que bebidas como el café, el té y las cervezas pueden ser considerados por muchos como fuentes de líquido, “el problema es que se trata de líquidos diuréticos, es decir, su efecto es la deshidratación”, y en esta época de pandemia “lo que se busca es que la población esté hidratada”.

Respecto a que en algunos puntos del país la demanda por el consumo de la cerveza hizo que pronto se registrara desabasto de esa bebida, el investigador afirma que “con su consumo el efecto de la hidratación no se cumple”.

Foto: Laura Lovera


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La mitad de los garrafones de agua que se consumen en la Ciudad de México tiene presencia de bacterias y residuos fecales que pueden provocar enfermedades diarreicas y debilitar el sistema inmunológico.

Homero Martínez Salgado, investigador del Hospital Infantil de México y de Cornell University, aseguró que tan sólo en la capital del país existen dos mil pequeñas industrias de agua o embotelladoras en las que el usuario no tiene certeza de si está comprando o no, un líquido que cumpla realmente con las normas mínimas de calidad e higiene.

“Es un problema grave porque se estima que alrededor de 50 por ciento del agua que se compra de rellenadoras tiene presencia de bacterias coliformes combinadas con materia fecal que, en medio de la epidemia de Covid-19, puede debilitar el sistema inmunológico, provocar diarreas” y poner en riesgo a la población.

En medio de la emergencia sanitaria por el virus, los médicos recomiendan a la población mantenerse hidratada con un consumo promedio de ocho vasos al día o el equivalente a dos litros de agua. Según el más reciente estudio del Instituto Politécnico Nacional (IPN), en una muestra de 111 envases de 20 litros de agua, procedentes de pequeñas plantas purificadoras de la Ciudad de México, 62 por ciento fueron positivos a bacterias coliformes que son un indicativo de presencia de materia fecal, mientras que 21 por ciento fueron positivos para E. Coli, que es otro de los indicadores de materia fecal.

Además, “se encontró que 30 por ciento fueron positivos a microbacterias no tuberculosas, 41 por ciento excede el máximo de bacterias aeróbicas mesófilas y41.4 por ciento de las purificadoras analizadas no cumplió con los estándares oficiales mexicanos establecidos”.

En México se incrementó el consumo de agua embotellada a partir del terremoto de septiembre de 1985, debido a la poca seguridad y certeza de consumir el líquido desde las tomas públicas.

La epidemia de cólera originada en el año de 1990 provocó el fallecimiento de 45 mil 977 personas hasta el año 2002, fue otro factor que también influyó en el alto consumo de bebidas embotelladas.

Para 2017, la proporción de hogares que incrementaron la compra de agua embotellada llegó a 76.3 por ciento, comparada con el 70.8 por ciento de 2015, indican datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En la capital del país el costo del garrafón en este tipo de empresas se ubica en un promedio de entre 15 y 20 pesos / Foto: Laura Lovera

NO APTA PARA CONSUMO

La presentación de embotellado de 20 litros es la más común en el consumo de los mexicanos, de acuerdo con el estudio Calidad bacteriológica del agua embotellada obtenida de pequeñas plantas de purificación de agua en la Ciudad de México: incidencia e identificación de especies de micobacterias no tuberculosas potencialmente patógenas de la Escuela de Ciencias Biológicas del IPN.

“Es una creencia común entre las personas que el agua embotellada está libre de impurezas como iones inorgánicos, metales pesados, compuestos orgánicos y bacterias, que consideran más seguras que el agua del grifo. Sin embargo, varios estudios han documentado la detección de bacterias mesófilas aeróbicas y coliformes en agua embotellada en recuentos que exceden los límites nacionales e internacionales permitidos para el agua potable de consumo humano”, señala.

En otros estudios que realizó el Politécnico en 2009 y 2016 se encontraron micobacterias no tuberculosas (NTM). “Algunas especies NTM pueden causar enfermedad pulmonar, afectan la piel, los ganglios linfáticos, el tracto gastrointestinal y pueden producir enfermedad diseminada en individuos severamente comprometidos”, añade el estudio.

La otra fuente de agua que llega a los domicilios es la que se tiene del servicio público y tampoco tiene la calidad adecuada debido a que la red de tubería tiene fracturas y los recipientes donde se recolecta (tinacos y piletas) no se limpian y sanitizan, lo que genera espacios que concentran contaminantes, explica el investigador Homero Martínez Salgado.

En el caso de los garrafones, agrega, donde se estima que la población consume tres cuartas partes del líquido, “es usual que no se tenga cuidado de la certificación y calidad” de lo que se compra.

Este tipo de garrafones de relleno, agrega el especialista, es el que tiene mayor riesgo de contaminación debido a que el proceso en su limpieza y desinfección no son debidamente cuidados.

“En el proceso, la gente considera que con sólo lavar el garrafón con agua, un cepillo y jabón quedará listo para el relleno. No es así. Debe pasar además por un proceso desinfectante que no es sólo poner agua y cloro. Implica cuidar el tiempo de sanitización, de 10 a 15 minutos como tiempo mínimo óptimo, y también vigilar el nivel de exposición al cloro, que es otro de los riesgos”, afirma Rubén de la Cruz González, investigador de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN.

El investigador agrega que a eso se debe sumar el manejo de las plantas de relleno una vez que los garrafones han sido sanitizados. Se trata de un proceso en el cual se requiere mayor supervisión en esas pequeñas plantas purificadoras.

SOMOS LO QUE BEBEMOS

Para el especialista químico-bacteriólogo, las personas deben cuidar la calidad de agua que consumen en este periodo de epidemia debido a que “mantenerse sano, con un sistema inmunológico libre de infecciones, es una forma de enfrentar la enfremedad de Covid-19”.

“Somos lo que comemos y lo que bebemos, el cuerpo está integrado en 70 por ciento por agua, de tal manera que mantenerse hidratados es una forma de hacer que la flora normal intestinal funcione en su proceso de transformación de alimentos en vitaminas y que el cuerpo pueda hacer frente a las bacterias dentro de nuestro intestino. Es una forma de mantenernos saludables”, explica Rubén de la Cruz. Martínez Salgado, investigador del Hospital Infantil de México.

Agrega que en la medida en que una persona se mantiene hidratada contribuye a mantener su metabolismo en condiciones óptimas para garantizar la integridad no sólo de la piel, sino también las condiciones de las mucosas.

Sobre las prácticas de consumo de los mexicanos, señala que en el caso de los niños menores de diez años se requieren al menos de 200 mililitros de agua al día.

Mientras que en el caso de los adultos el requisito mínimo es de 1.7 a 2.5 litros de agua, un poco más en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, se estima que más de la mitad de la población consume bebidas azucaradas o refrescos.

El especialista aclara que esa cantidad de agua se puede consumir a partir de los alimentos, tales como sopa, verduras y frutas que también pueden ser una fuente de agua para el organismo.

Además, advierte que bebidas como el café, el té y las cervezas pueden ser considerados por muchos como fuentes de líquido, “el problema es que se trata de líquidos diuréticos, es decir, su efecto es la deshidratación”, y en esta época de pandemia “lo que se busca es que la población esté hidratada”.

Respecto a que en algunos puntos del país la demanda por el consumo de la cerveza hizo que pronto se registrara desabasto de esa bebida, el investigador afirma que “con su consumo el efecto de la hidratación no se cumple”.

Foto: Laura Lovera


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